EL MUNDO • SUBNOTA
Organizaciones sociales y la izquierda de Colombia se manifestarán por las víctimas de las FARC, los paras y el ejército.
› Por María Laura Carpineta
Contra las FARC, pero también contra los paramilitares y el terrorismo de Estado. Este es el espíritu que movilizará al principal partido de la oposición, el Polo Democrático, a los sindicatos y a decenas de organizaciones sociales a la plaza de Bolívar esta mañana. Dos horas antes de que miles de personas convocadas desde la página web Facebook y el gobierno comiencen a marchar hacia la plaza en rechazo a la guerrilla, la izquierda se concentrará allí, sin tarima ni oradores. “Sólo hablarán nuestras consignas: Sí al acuerdo humanitario, sí a un diálogo por la paz, no a los secuestros y a todas las organizaciones militares que lo practican, y no a los crímenes de lesa humanidad y de guerra”, explicó a este diario el presidente del Polo, Carlos Gaviria.
Por primera vez en muchos años la izquierda colombiana se une para hacer escuchar su voz. El 5 de julio pasado, dos días después que las FARC informaron que once rehenes habían muerto en cautiverio en circunstancias aún hoy confusas, millones de personas salieron a las calles en todo el país. De forma espontánea, hombres y mujeres de todos los colores políticos marcharon codo a codo para repudiar los asesinatos. Algunos llevaban pancartas en favor del acuerdo humanitario, otros pedían por la paz y muchos reclamaban el repudio general contra las FARC. Pero para el presidente Alvaro Uribe las diferencias no existieron. “El país habló y fue claro en su rechazo a las FARC”, dijo congratulándose.
Hace más de un mes, con la ruptura de las negociaciones con la guerrilla, un grupo de colombianos empezó a organizar una nueva movilización nacional, esta vez bajo el lema “Un millón de voces contra las FARC”. La convocatoria empezó en Facebook, un sitio de Internet denunciado por el diario británico The Guardian como fuente de información para los bancos de datos de las agencias de inteligencia de las principales potencias y de las multinacionales. Esta página ya consiguió 130 mil adherentes y otros tantos se sumaron a lemas secundarios como “Mil personas que odian a Hugo Chávez” (1300 adhesiones) y “Yo también quiero ver muertos a los de las FARC” (8200 adhesiones).
En estos últimos días, la iniciativa trascendió el abstracto espacio de la web y se instaló en los despachos del Palacio Presidencial del Nariño en Bogotá. Fuentes consultadas por Página/12 aseguraron que la semana pasada se repartieron en oficinas públicas panfletos de la marcha, no con el slogan originario de “Un millón de voces contra las FARC”, sino con uno levemente distinto: “Adelante Presidente, estamos contigo”.
Pero a pesar del discurso oficial, no todos los que se sumarán hoy a la marcha del mediodía apoyan a Uribe. “La verdad es que en esta historia todos están jugando políticamente”, sentenció Claudia López, una de las investigadoras que destaparon los vínculos entre dirigentes uribistas y los líderes paramilitares. “Creo que se está viendo sólo el aspecto negativo. Lo importante es que finalmente la sociedad se está concientizando del drama de los secuestrados y se está haciendo cargo del tema –explicó–. Pero igual yo marcho contra las FARC y contra todas la formas de violencia que azotan desde hace años al país.”
La oposición, sin embargo, no quiere volver a permitir que el gobierno borre las diferencias y se lleve todo el mérito. Tanto dirigentes del Partido Liberal como del Polo creen que lo que empezó como una iniciativa civil se está convirtiendo en una prueba de popularidad para el presidente. “La marcha no puede ser tomada como punto de partida para otra reelección de Uribe”, advirtió el senador liberal Juan Fernando Cristo. En Colombia la Constitución no permite un tercer mandato. Sin embargo, existen fuertes rumores de que un grupo de aliados de Uribe comenzó a juntar firmas para una reforma hace meses.
Hasta hace unas semanas parecía que la izquierda colombiana –dirigentes, trabajadores y militantes sociales– iba a quedarse nuevamente en la denuncia. No es fácil cuestionar una marcha en contra de las FARC y sus secuestrados, sin ser tildado de proguerrilleros o, como lo dijo Uribe el año pasado, de “guerrilleros de traje y corbata”. Pero a pesar de las críticas y hasta de las amenazas de muerte, como la que recibió el presidente del Polo, Carlos Gaviria, el viernes pasado, se unieron para hacer su propia manifestación. El eje de esta protesta no serán sólo las víctimas de las FARC y del ELN, sino también las de los paramilitares, las del ejército colombiano y los cerca de cuatro millones de desplazados que provocaron cinco décadas de conflicto y que actualmente viven, según advirtió la ONU recientemente, al borde de la miseria. Se denunciará el secuestro, pero también las más de tres víctimas documentadas que dejaron los paramilitares desde que dijeron haberse desmovilizado en 2004, y los campesinos y los dirigentes sociales que son ejecutados por soldados y después pasan a engrosar las listas de guerrilleros muertos en combate.
El gobierno de Uribe está atento a los ecos de esta movilización, pero más le preocupa la ausencia de los familiares de los secuestrados. El martes pasado la organización que los nuclea anunció que no participaría de ninguna de las dos iniciativas. “No queremos polarizar ni meternos en política. Nuestro tema es humanitario y por eso no marchamos contra las FARC ni contra el gobierno; lo hacemos sólo por la vida de nuestros seres queridos”, explicó a este diario Patricia Perdomo, la hija de Consuelo González, la congresista que fue liberada semanas atrás junto a Clara Rojas. Los familiares de los secuestrados temen que la guerrilla tome represalias y por eso, mientras unos y otros miden fuerzas en el centro bogotano, decidieron quedarse dentro de las iglesias rezando. “Es la forma más transparente que se nos ocurrió”, explicó Perdomo.
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