Entre reunión y reunión con Tom Shannon, los funcionarios de la Cancillería se hicieron tiempo para monitorear qué sucedía en el trayecto de la antorcha olímpica que el viernes cruzó el centro porteño. “País raro, Argentina –reflexionaba uno de ellos–. En los otros países viven tranquilos y con la antorcha se armó un gran despelote. Acá vivimos en el despelote y con la antorcha anduvo todo tranquilo.” Pero les parecía bien que así fuera. Varios de los hombres que manejan la Cancillería K supieron militar en la izquierda peronista en los ’60 y ’70 y recordaban la imagen que tenían por entonces del Dalai Lama. “Nosotros estábamos con China, que era estar con el pueblo. Al Dalai lo bancaba la CIA y buscaba instalar una teocracia en el Tíbet. Muchos se olvidaron, pero los monjes budistas tenían esclavos a su servicio y Mao los liberó”, rememoraban. Otros tiempos-
Promediaba la tarde y la Legislatura había recuperado la tranquilidad. Apenas un rato antes habían tratado de agredir a Aníbal Ibarra, pero todo se había calmado hasta que la diputada de la Coalición Cívica Diana Maffía encendió la mecha: pidió que el cuerpo repudiara un graffiti que había visto en un ascensor que decía “Cabandié puto. Perón volverá. Muerte a los K”. El titular del bloque kirchnerista, Diego Kravetz, le salió al cruce de inmediato para reprocharle que “tratara de instalar la idea que fogonea Carrió de que existe un clima de violencia similar al de los ’70”. Lo curioso fue su contragolpe: “Voy siempre al baño del cuarto piso y veo un graffiti que dice `Olivera puto’ y nunca se me ocurrió hacer un planteo así.” Kravetz repitió lo de “Olivera puto” varias veces antes de recriminarle a Maffía que le extrañaba que “siendo una ferviente defensora del género femenino no hubiera dicho nada de que la Presidenta le dijeran ‘puta de mierda’ durante las protestas del campo”. Gabriela Michetti, que justo el jueves pasado concurrió a la Legislatura a presidir la sesión, no paraba de pedirle “por favor, diputado, modere su lenguaje”-
La escena se repitió en varios despachos de la Legislatura porteña. Un empleado entraba y repartía perfumes para las diputadas de la Ciudad. Todos tenían la enigmática sigla “RD”. No se trataba, sin embargo, de una campaña de marketing, sino de la estrategia personal del legislador del PRO Roberto Di Stéfano, que entregó a cada dama de la Legislatura un perfume con sus iniciales marcadas en una sugerente cursiva. Dicen que ya se viene la nueva línea para hombres de Perú 160-
El norteamericano Tom Shannon dejó a todos contentos en el Gobierno. Diplomático al fin, los sedujo pronunciando las frases que todos querían escuchar. Al rato estaban todos “Tom” de acá, “Tom” de allá. Incluso, como muestra de la confiabilidad del enviado de Bush, esgrimían la máxima prueba que habitualmente se le exige a un hombre: conocían a alguien que le había comprado un auto usado. Efectivamente, en algún destino latinoamericano en el que cruzaron caminos, el director de Cancillería, Julián Tettamanti, le compró el coche a Shannon. Y, aseguraban, siempre se mostró conforme con la adquisición. Conclusión: Tom es confiable-
Para seguir con las curiosidades de la Legislatura, y con Diana Maffía, la semana pasada se escuchó por todos los pasillos el retumbar de la música afro, “de los africanos traídos como esclavos al Río de la Plata”. Se trató de un pequeño concierto que organizó la legisladora de la Coalición Cívica. La presentación incluyó candombes, danzas de los orixás y una muestra de capoeira. La muestra se convirtió en una gran tertulia y hasta una legisladora de la CC –que no es Maffía– bailó con los candomberos que se quedaron en la Legislatura hasta entrada la noche-
Hacía tiempo que el ex jefe de Gobierno porteño Jorge Telerman no incursionaba en el blog que promocionó durante su fallida campaña por la reelección. Pero hace poco volvió para quejarse del proyecto de la policía porteña que lanzó su sucesor, Mauricio Macri. “Me apena que por mezquindad política hayan rechazado este plan cuando mi gobierno lo presentó hace exactamente un año. Un año en el cual la organización de la fuerza y la creación del instituto policial podrían haber comenzado a dar sus primeros pasos”, lamentó el ex mandatario-
La proximidad de la Feria de Libro tiene en vilo a los empleados de la Dirección General del Libro de la Ciudad de Buenos Aires. La titular de esa dependencia, Alejandra Ramírez, ya les dijo que a partir del 24 de este mes, cuando comience la tradicional exposición, los quiere disponibles los fines de semana para atender el stand que la administración de Mauricio Macri prepara para la ocasión. Los empleados no mostraron mayor entusiasmo con la idea, pero la funcionaria trató de seducirlos: “Además de pagarles diez pesos por sábado y por domingo, les vamos a dar unos uniformes que son muy lindos”-
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