EL PAíS › EN LA AMIA, LOS GANADORES DE LA ELECCIóN ACORDARíAN CON KAúL
El virtual acuerdo definiría al nuevo titular de la mutual judía. El rabinato seguirá en manos de los ortodoxos y en los cementerios de la AMIA no se podrá enterrar a quienes se convirtieron al judaísmo.
› Por Raúl Kollmann
Transcurridas 24 horas de la elección de la AMIA del domingo, todo indica que la corriente religiosa ortodoxa, que es la que sacó sorpresivamente más votos, hará un acuerdo con la alianza que encabeza el laborista Abraham Kaúl. Tras conocerse los resultados se vio a Kaúl con el sombrero enorme, típico de los ortodoxos, bailando con el referente de la corriente religiosa, el rabino Samuel Levín. Eso significa que el nuevo presidente, que se elegirá en un consejo representativo el 10 de mayo, será casi seguro Kaúl o –menos probablemente– un dirigente de los ortodoxos. Las consecuencias de la elección serán en esencia dos. Una, el rabinato, o sea la institución que rige la vida religiosa, seguirá en manos de los ortodoxos. Y, la segunda, en los cementerios de la AMIA no se podrá enterrar a quienes se convirtieron al judaísmo porque los ortodoxos no aceptan las conversiones hechas por rabinos de orientación liberal. De todas maneras, la realidad es que de los 180 mil judíos que viven en la Argentina votaron únicamente siete mil. Es un record, pero no deja de ser el 4 por ciento.
La elección del domingo produjo un resultado inesperado en la mutual judía. La AMIA se ocupa de la asistencia social, tiene incidencia en los colegios, maneja los cementerios, alberga a la autoridad religiosa, juega un papel importantísimo en la cultura y, además, es una de las partes en las causas judiciales que tienen que ver con el atentado contra el edificio de Pasteur 633.
Los ortodoxos, acaudillados por el rabino Levín, consiguieron una votación que está algo por encima de la habitual. Se trata de un sector muy organizado, con base en sus sinagogas y colegios, y que no falla a la hora de ir a votar. Consiguieron casi el 38 por ciento de los sufragios. Por el otro lado, las corrientes más orientadas a la liberalidad, encabezadas por Kaúl y el rabino Sergio Bergman, dividieron votos. La aparición de Bergman –a quien en los últimos años se lo vio en papeles protagónicos junto a Juan Carlos Blumberg, Elisa Carrió y, en menor medida, Mauricio Macri– fue la mayor novedad de la elección y obtuvo un más que respetable 22 por ciento. Eso le quitó apoyos a Kaúl que, entonces, quedó con un 33 por ciento, siendo superado por los ortodoxos.
Contra lo que se pueda pensar, nadie apuesta a una alianza entre las corrientes más liberales. Kaúl, quien ya fue presidente de la AMIA, apareció muy cerca de los ortodoxos después de la elección y, para muchos, el baile con el sombrero ancho, junto al rabino Levín, fue todo un síntoma. Los puentes con Bergman parecen rotos.
“No hemos empezado a diagramar el nuevo gobierno de la AMIA –le dijo a Página/12 un vocero de los ortodoxos–. No hay nada. Resolveremos después de la festividad de Pesaj, que está a punto de comenzar. ¿Si el próximo presidente será ortodoxo o acordaremos para que sea de otra corriente? Las dos variantes son posibles. A nosotros no sólo nos votaron los ortodoxos. Hay muchos que, sin seguir los preceptos religiosos en forma estricta, quieren volver a las raíces, a nuestra educación, a nuestras tradiciones. Ante el estado actual de los adolescentes y la juventud se reclama una vuelta a las tradiciones.”
Se dice que los ortodoxos no aspiran a manejar la labor social de la AMIA ni pretenden cambiar la educación de los colegios ni se van a meter en la causa del atentado. Sus aspiraciones tienen que ver con lo religioso, en especial con mantener el dominio sobre el rabinato, que es la autoridad máxima en materia religiosa. El Gran Rabino, Abraham Ben Amu, es ortodoxo. El otro punto clave tiene que ver con los cementerios y una polémica sobre las personas que se convirtieron al judaísmo. Como los ortodoxos no reconocen a los rabinos reformistas o liberales, los que más han actualizado las prácticas religiosas rechazan las conversiones hechas por esos rabinos y, consecuentemente, impiden que sean enterrados en cementerios manejados por la AMIA, como La Tablada. Uno de los grandes maestros de los reformistas, el fallecido rabino Marshall Meyer, comprometido en los ’70 con la lucha por los derechos humanos, creó en esa época una corriente de entusiasmo y renovación. Con ello se produjeron numerosas conversiones –el fenómeno continúa hoy–, pero se plantea una enorme polémica porque no se les permite el entierro en los cementerios judíos.
Más allá de estos debates, lo cierto es que gran parte de la comunidad judía argentina vive muy lejos de estas internas. La mayoría tiene relación con los clubes, las escuelas, la cultura o cualquier otro aspecto de la vida judía, pero no participa de la organización política ni los debates de la AMIA. Eso es lo que hace pensar que el triunfo de los ortodoxos cambiará poco y nada la vida cotidiana de esa comunidad.
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