EL PAíS › LA ASAMBLEA DE GUALEGUAYCHú EMPEZó A DEBATIR LA SUSPENSIóN DE LA PROTESTA POR BOTNIA
Después de un año y medio de la barrera que impide el cruce a Uruguay por la ruta 136, la asamblea ambientalista está analizando un cambio de modalidad de la lucha contra la instalación de la pastera en Fray Bentos. Ecos de la protesta rural.
› Por Laura Vales
La asamblea de Gualeguaychú comenzó a discutir si levanta el corte de ruta contra Botnia. Los vecinos se cuestionan la efectividad de la medida y admiten que, tras un año y medio de instalado, hay poca presencia en el piquete. En la ciudad hay opiniones polarizadas entre los que hablan de salir de la ruta y pasar a otras acciones y los que defienden mantener el corte.
“Estamos debatiendo si es provechoso, si vale la pena continuarlo o si hay un plan B más efectivo”, definió ayer Juan Veronessi, uno de los fundadores de la asamblea. Aunque en lo personal se definió como un convencido de que deberían continuarlo, Veronessi señaló, sin embargo, que el debate sobre si mantener el piquete en la ruta 136 se les impuso por el propio peso de la realidad: “Si seguimos, hay que buscarle otro tono y reforzarlo”. Las propuestas van desde sumarle más gente a cambiar su modalidad, flexibilizarlo para los comerciantes o levantarlo.
El tema fue planteado anoche en la asamblea que los vecinos realizan todos los miércoles en el teatro; el debate continuaba al cierre de esta edición. Todo indica que no se resolverá en un día y que necesitará tal vez de semanas o de un mes para llegar a un consenso.
¿Por qué se discute ahora? Los consultados apuntaron entre las razones que el corte se naturalizó: hoy nadie toma la ruta 136 para cruzar al Uruguay por Fray Bentos. Camioneros y turistas pasan directamente por el puente de Colón; el piquete no molesta a nadie, y por eso mismo perdió fuerza.
Otro motivo es el conflicto de los productores agropecuarios, que tuvo en Gualeguaychú uno de los cortes más fuertes y restó presencias en el piquete contra Botnia. “Yo soy uno de los que dejaron de ir. Estuve en los cortes (del agro) y tuve que parar con tanta actividad cuando me aparecieron picos de presión por el estrés; no podés repartirte entre la familia, el negocio, la lucha contra Botnia y los cortes del campo porque en algún momento colapsás”, señaló Gustavo Zapata. “La protesta del campo opacó el reclamo contra Botnia”, agregó otro de los asambleístas, aludiendo a la pérdida de repercusión que las acciones contra la pastera sufrieron en los últimos dos meses.
Esa baja fue tema de notas periodísticas que el fin de semana pasado registraron que en Arroyo Verde había una sola persona sosteniendo el piquete. El tema abrió una polémica en la ciudad, donde las opiniones están enfrentadas. Los que defienden su continuidad sostienen que mientras Botnia no sea relocalizada, el corte debe estar ahí como un símbolo de la protesta. “No existe un fundamento para levantarlo”, sostuvo en ese sentido Ivana Vilche. “Es verdad que a veces hay pocas personas, pero que no queden dudas de que si quieren levantar el corte van a ser miles los que van a salir a defenderlo”, agregó en la misma línea Jorge Fritzler.
El corte se instaló el 26 de noviembre de 2006, luego de que el Banco Mundial aprobara los créditos para la puesta en marcha de Botnia. Se mantuvo durante todo el 2007, mientras la pastera terminaba de ser construida y empezaba a producir. A lo largo de los meses el paisaje de Arroyo Verde fue cambiando: los vecinos cruzaron una barrera sobre el asfalto y construyeron en la banquina un galpón con baños y un comedor para aguantar el frío del invierno. Llevaron equipos de sonido para hacer las asambleas –convocan a dos por semana, una en Arroyo Verde y la otra en el teatro de Gualeguaychú– y trailers para dormir, de manera que hoy en el lugar del piquete hay construcciones que deberán ser demolidas el día en que la protesta se dé por terminada.
La última gran movilización contra Botnia se realizó hace un mes, a fines de abril, con una marcha al puente internacional (la cuarta movilización anual contra la papelera) que resultó masiva, en una reafirmación de que el tema sigue siendo central para los habitantes de Gualeguaychú. Para la asamblea se trata de un momento difícil, porque la pastera ya está en funcionamiento, y aunque se registraron episodios iniciales de mal olor, no hay indicadores de contaminación que permitan pedir su cierre. En la ciudad se vive así con el miedo de que la pastera afecte la salud a largo plazo –el temor mayor es que se multipliquen los casos de cáncer–, sin contar con herramientas para impedirlo. Por este motivo la decisión de levantar el corte no es nada sencilla: para muchos, salir de la ruta es sinónimo de quedar desarmados.
El fallo de La Haya se resolvería recién en el primer semestre del año que viene. La asamblea ha reclamado al gobierno nacional que tome otro tipo de medidas para ahogar económicamente a Botnia, como impedirle que se abastezca de madera y otros insumos argentinos. Esos pedidos, sin embargo, fueron rechazados por el Ejecutivo; la postura de la Presidenta es que el conflicto se resolverá exclusivamente por la vía del tribunal internacional.
En los últimos meses la asamblea empezó a poner expectativas en el panorama que se abrió en Fray Bentos una vez terminada la construcción de la planta, cuando los índices de desocupación volvieron a trepar hasta colocar otra vez a la zona como una de las más afectadas por el desempleo. Esperan que, caída la promesa de bienestar económico, los fraybentinos se sumen a las protestas contra la pastera. En el Uruguay hay en proyecto otras dos megaplantas de celulosa, la de Stora Enso en el departamento de Durazno y la de Ence, que fue relocalizada de Fray Bentos a Colonia y ya comenzó los trabajos de remoción de escombros para su construcción.
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