Dom 22.09.2002

EL PAíS  › EL GOBIERNO CALCULA COMO LIBRARSE EN PAZ DE LA CORTE SUPREMA

Corte, silencio, renuncia discreta

Al liberar depósitos del corralito, le bajaron la presión al tema. En agradecimiento, los supremos congelarían la decisión sobre constitucionalidad y dejarían languidecer el tema. También dejarían un par de lugares libres por medio de renuncias de bajo perfil y sin dramatismos. Las cuentas de la Rosada y la estrategia del cariño.

› Por Sergio Moreno

El Gobierno está convencido de que, luego de darle una mano a la Corte Suprema liberando más depósitos acorralados –con la consiguiente despresurización que ello implica en cuanto a las marchas de ahorristas convocadas por Nito Artaza–, los ministros podrían retribuir favores. La forma elegida sería, una vez que el oficialismo desactive el juicio político en la Cámara baja, el silencio y la renuncia; silencio en cuanto a que nunca emitirían una acordada referida al corralito, dejando hacer a las autoridades económicas, y renuncia ya que un par de supremos podrían dejar sus poltronas en el Palacio de Tribunales. El convencimiento parte de un sistema de creencias, ya que, según dijo un encumbrado miembro del gabinete a Página/12, “si bien mejoramos el trato, no hay operación posible sobre ellos: no nos creen”.
Las durísimas declaraciones que los burócratas del Fondo Monetario y aledaños dejaron llover sobre la Argentina, particularmente la de su vicepresidenta, Anne Krueger, recomendando pagar los vencimientos de deuda con reservas del BCRA para evitar el default, llevaron a los funcionarios del Gobierno a pergeñar una disparatada hipótesis sobre una conjura defuncionarios de origen alemán contra el país para torcer el destino del frustrado contrato con la empresa alemana Siemens para realizar los DNI. Más allá del desvarío (revelado el viernes por este diario), en el gabinete suenan las alarmas sobre la posibilidad de entrar en cesación de pagos con los organismos financieros internacionales y el debate sobre si pagar con las reservas o no, está instalado. El propio presidente, Eduardo Duhalde, ha dejado trascender a los suyos que, si bien no puede hacerlo público, y a pesar de que ansía con todo su ser llegar a un acuerdo con el FMI, él no se inclina por utilizar las reservas para pagar.
“Entrar en default sería gravísimo –reflexionaba uno de los colaboradores más cercanos al Presidente–, pero pagar con las reservas también lo sería. El Central viene comprando dólar a dólar, día por día, para aumentarlas. Si pagase vencimientos con eso sería algo así como comer como una hormiguita y cagar como un elefante”, metaforizó, elegancias al margen.
Un ministro intentó dimensionar la gravedad de la situación ante este diario. Dijo: “La complicación de no llegar a un acuerdo sería mayor porque el arreglo que quería (Roberto) Lavagna no era un simple asiento de cuentas; era, además de patear los vencimientos, que los organismos devuelvan con un crédito todo lo que les pagamos este año, unos 3400 millones de dólares con los cuales pensábamos financiar la reducción del déficit del 40 por ciento de las provincias y retirar del mercado las cuasimonedas (bonos)”.
Definiciones
Otra discusión aún no definida en Balcarce 50 es la convocatoria a los candidatos para que se definan respecto del Fondo. Resulta curiosa la actitud del Presidente: se ha lanzado a chicanear a los aspirantes a sucederlo diciendo que todos se hacen los duros cuando hablan del organismo pero, a su vez, todos quieren que él, Duhalde, llegue a un acuerdo (ver página 13). Pero es cierto que, en primer lugar, en el escenario político hay pocos candidatos y muchos precandidatos –o sea, deben atravesar primero una interna–, y segundo, y más importante, no hay acuerdo, medidas, sobre las que expresarse. En Brasil, los candidatos (ya definidos) se expresaron sobre el borrador acordado entre el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y el Fondo.
Así las cosas, no todos en el gabinete tributan a esta movida expresionista. Un ministro, entre volutas de humo que emanaban de su cigarro dominicano, expuso alguna desconfianza: “Eso de llamar a los candidatos a expresarse sobre un posible acuerdo es peligroso. ¿Sobre qué base se expresarían? ¿Y si ninguno dice que hay que arreglar? Explota todo por el aire, sube el dólar. Es peligroso”, especuló. Para la fuente consultada, la movida más importante sería dirimir las cuitas con la Corte matando el proceso de juicio político en Diputados. “Ojo, que sería más fácil juntar los votos (en Diputados) para acusarlos, pero después sería imposible que el Senado los enjuicie y destituya”, especuló el importante funcionario nacional.
Así y todo, el funcionario se resigna al destino, ya que, de terminar con el juicio, “no tenemos garantizado que voten a favor del corralito”, confesó. La especulación oficial es que, terminada la faena en la Cámara baja –posiblemente esta semana que comienza, con una ayudita de los radicales–, los supremos no fallarán ni a favor ni en contra, simplemente harán lo usual, lo que siempre han hecho con las causas más incómodas: la congelarán y dejarán languidecer.
La semana pasada, el torniquete de amabilidad alrededor de los supremos fue desplegado por el ministro del Interior, Jorge Matzkin, en torno al titular de la Corte, Julio Nazareno, en un distendido almuerzo que compartieron en la Rosada. La tensa relación cortesanos-duhaldismo comenzó a morigerarse a partir del cambio de tono que le imprimió a la charla el ministro de Justicia y Seguridad, Juan José Alvarez, quien poco a pocoacercó posiciones a pesar de no haber conseguido quebrar la desconfianza nacida abruptamente en los tempranos y turbulentos días de enero, cuando Duhalde en persona acometió contra los jueces supremos.
“Lo más importante que hicimos esta semana a favor de la Corte fue que le sacamos 650.000 ahorristas de presión”, dijo, sonriendo con picardía, un activo ministro a Página/12. El hombre se refería a la disposición por la cual devolverán los depósitos acorralados de hasta 7000 pesos, monto que algunos bancos elevarán hasta 10 mil pesos. La regla de tres del funcionario consultado dice que a menos ahorristas acorralados, menos poder de presión podrá ejercer el actor cómico Nito Artaza frente a las escalinatas judiciales de la calle Talcahuano, donde se yergue la boiserie cortesana. “Ellos –abonaba en ministro– les temen a las manifestaciones de Artaza; nosotros les hemos dado una buena mano.”
La devolución de favores, conjeturan en la Casa Rosada, está más cerca después de la semana que pasó. Ahora esperan a los diputados y, de parte de la Corte, la criocilización de cualquier acordada referida al corralito –freezer que dejará las manos libres de las autoridades de Hacienda–. El moño final sería alguna renuncia, impulsada por el cansancio (no moral), o la buena oportunidad para escapar de un tribunal que, con su actual constitución, jamás dejará de ser una de las instituciones con menos prestigio en un país donde el prestigio no sobra.

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