Dom 22.09.2002

EL PAíS  › ALGUNAS PREGUNTAS SOBRE UN PAIS EN QUE CASI TODO PUEDE OCURRIR

¿Que pasaría en la Argentina si....

El posible adelantamiento electoral. Menem a tiro de quedarse con el sello del PJ sin internas. Los costos de una dolarización asimétrica compulsiva. Las razones del exabrupto de un teutón. El atentado contra Carlotto. Pregunte, si quiere entender.

› Por Mario Wainfeld

... se dejaran sin efecto las internas del PJ? Lo más posible, en tal caso, es que se adelanten las elecciones generales previstas para fin de marzo de 2003. Tal es el reclamo que han empezado a formular Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, y el Gobierno, aunque por ahora porfía que el calendario fijado sigue vigente, empieza a admitir que –si el PJ define su candidato sin primarias– a su mandato “le sobran” tres meses. “Si no hay internas –reconoce paredes adentro Eduardo Duhalde– las generales podrían ser en diciembre.” Ese escenario asoma como más que posible en los últimos días. José Manuel de la Sota parece signado a perder su carrera contra la cuenta regresiva al 17 de octubre. Su spot publicitario de esta semana –dos minutos treinta, dos cambios de traje de cara a una sociedad que hace zapping con todo y no le concede más de medio minuto de atención a ningún político– parece haberle sido armado por un enemigo y no por el
inefable Duda Mendonça. Juan Carlos Romero ha empezado a sincerar lo que todos sabían: su candidatura es esencialmente negociable, en especial en el interior del menemismo. Si se añade que Rodríguez Saá y Néstor Kirchner parecen decididos a ir por afuera del PJ, la conclusión es patente: hoy y aquí Carlos Menem pinta para ser el candidato presidencial del PJ sin necesidad de pasar por las horcas caudinas de la interna. En los cuarteles del ex presidente el clima es distinto, dos actos fuertes el fin de semana pasado y uno pasable anteayer en Rosario, más la anémica performance del Gallego de la Sota han estimulado el triunfalismo riojano, que nunca ha escaseado.
El Gobierno –que ha desamparado a De la Sota y no termina de digerir al Adolfo– contempla el acontecimiento como quien mira llover. La intención de voto de Menem apenas trasciende los dos dígitos, en los sondeos que le son más favorables el rechazo a su imagen supera el 70 por ciento y así y todo la foto de esta semana lo muestra como yendo en auto a tener la boleta electoral más promisoria en marzo de 2003. O –aún más posiblemente– en diciembre de este aciago 2002.
... se detona el caos? El lector podrá reaccionar molesto frente a una palabra propia que remite a las arengas político-castrenses o a “El agente de Cipol”, pero he aquí que la expresión brota de muchas bocas prominentes en el Gobierno. “El menemismo quiere el caos”, dicen, casi calcando el discurso, dos ministros de gran predicamento ante este diario y explican que el Presidente piensa igual. “Caos, híper, dolarización es la secuencia deseada por el menemismo, porque esa es la única posibilidad que tienen para volver”, aducen en la Rosada, y un integrante del ala política oficial dice estar analizando seriamente la hipótesis de que “alguien” salga a comprar abruptamente la friolera de 200 millones de dólares para propiciar una corrida de la divisa.
Las tesis conspirativas crecen a partir de la reaparición de Domingo Cavallo, quien en una nota publicada en Ambito Financiero explicó con su mejor cara de piedra que la anulación de la pesificación no produciría ninguna hecatombe, sino puros efectos virtuosos, incluida la baja de la cotización del verde. “Cavallo y Menem conservan al menos un punto en común, sólo pueden resucitar previa una etapa de caos, quieren repetir la escena de 1989. No diga que yo se lo dije”, dice un funcionario oficial que no se dirá quién es.
... si las elecciones fueran hoy? Las encuestas son poco fiables, la gente las responde viendo muy lejos las urnas, lo que obliga a subrayar que es una hipótesis un poco traída. Pero, aunque sea para entender dónde estamos, digamos que si fueran hoy y las consultoras no erraran Adolfo Rodríguez Saá, Aldo Rico y Mauricio Macri serían primera minoría en el padrón nacional, el bonaerense y el porteño respectivamente. Ninguno ganaría en primera vuelta, lo cierto es que hoy no se vota pero.... oy, oy, oy.
... si la Corte declarara inconstitucional la pesificación? No salga corriendo a buscar coramina, lector, tal parece que eso no acontecerá en la semana entrante. La Corte no consigue armar mayoría y –ni aun en un país tan delirante como el nuestro– parece imaginable que algún abogado de prestigio acepte ser designado conjuez ad hoc, dictar un fallo tremendo (fuera cual fuere) y volver a su estudio para soportar desde el llano todos los costos de la resolución. Cuesta imaginar tamaño espíritu sacrificial: soportar al diluvio sin fueros, ni custodia policial ni salario jugoso de por vida como disfrutan los cortesanos.
Mas, aunque no sea inminente, puede pasar. ¿Cuánto costaría la “dolarización asimétrica”? Rodolfo Lavagna intentó frente a sus pares de gabinete un cálculo a ojo de buen cubero. “La pesificación asimétrica –de un peso a un peso cuarenta centavos– le costó al Estado diez mil millones de dólares. La dolarización asimétrica supondría ajustar de un $1,40 a $3,50, así que, para tener una idea, hagan una regla de tres simple.” Luego morigeró el impacto, si la desdicha llega por un fallo no habrá de pagarse todo de golpe, habrá reclamos pendientes, brotarán cual lirios del campo amparos de neos Nitos Artazas de los deudores y los inquilinos... De cualquier modo, varios en el gabinete salieron en pos de coramina.
... si el país quedara reducido a la insignificancia por toda la eternidad? Tamaña profecía de tono apocalíptico ya fue pronunciada. No brotó de los labios de un profeta bíblico ni de un Cagliostro de opereta con un par de litros de tintorro dentro del pecho. Fue dicha por un ponderado funcionario internacional, uno de los notables que recaló en la hospitalaria Buenos Aires hace cuestión de semanas, el alemán Hans Tietmeyer. Su afirmación cayó pesada a un gobierno acostumbrado a indigestarse. Está claro que se trató de una desmesura, las condenas eternas exceden la competencia del Bundesbank y –aun– las del FMI. Pero, si Tietmeyer se descolocó al expresarse, nadie puede pensar que se mandó solo. “Si lo dijo es porque se lo pidió Hörst Köhler, el tipo es un soldado aunque se le fue la mano”, susurraron en Economía y tomaron nota. Tras cartón, el también germano número uno del FMI le escribió una carta de casi dos carillas a Duhalde, diciéndole dos veces “su excelencia” y otras dos “señor presidente” detallando la posición del FMI y proponiendo un diálogo telefónico. Lo hubo, el jueves, con traducción simultánea, y habrá que ver cómo le llegaron los rezongos a Köhler, quien sin duda puso un poquito de ungüento en las heridas que su hombre abriera con el látigo.
No es simple entender la brutalidad de los planteos de los organismos, su tendencia a la desmesura y sus zigzags y no hay por qué excluir el error y la torpeza de su bagaje. Pero es diáfano que la Argentina los saca de quicio.
.... cuando apostrofó Tietmeyer hubiera habido un canciller? Algo debería haber obrado, en defensa del honor nacional que hasta los países insignificantes lo tienen. Es imposible que una Cancillería responda solo con silencio a tamañas tropelías. Pero –es conspicuo– la conducción del Palacio San Martín está vacante desde enero. Carlos Ruckauf ocupa la casa y percibe algunos viáticos, que generosamente genera, pero canciller no tenemos. Lástima, ¿no?
... si no paga los vencimientos de deuda a organismos internacionales del último trimestre del año? Otra germana mala onda, Anne Krueger, apretó duro (“paguen o paguen”) y se topó con un rechazo casi unánime de los candidatos a presidente con la solitaria excepción de Ricardo López Murphy. El Gobierno tomó buena nota del dato y analiza seriamente la posibilidad de no hacer nuevos desembolsos importantes si no median acuerdos con los organismos. “Yo no voy a prenunciar que no pagaré. Pero no voy a pagar con reservas contra nada”, deslizó Duhalde ante oídos fieles y esa es la actual doctrina oficial sobre el punto. Teoría que es hija, cabe rememorarlo, de la frustración, ya que nada ansía Duhalde tanto para el fin de su mandato como acordar con el FMI. El Presidente está convencido de que ya ha dejado dos legados importantes a su sucesor: la disminución del conflicto social y la implantación del salario ciudadano como derecho. Y está persuadido de que le facilitaría mucho las cosas si firmara un acuerdo con el FMI. “Todos se hacen los zonzos –despotrica en referencia a los presidenciables, en especial los del PJ–, pero todos quieren que yo haga el arreglo.” Pero si no hay arreglo, tal vez ya no haya pagos. Es lo que se dice hoy, pero debe contextualizarse que lo dice un gobierno que suele abandonar todas las peleas que propone, habitualmente ante el primer piñazo del oponente.
Lavagna prefiere no anticipar nada, “falta mucho tiempo”, aduce, ya que, previo algún trámite sencillo, no habría que decidir nada fatal hasta noviembre. En Argentina, se sabe, un mes tiene la estatura de un año en otras latitudes y si algo sabe el ministro de Economía es no perder la calma ni entrar en pánico. Un défault completo es un escenario espantoso para cualquier economista sistémico pero –aunque el titular de Hacienda no lo verbalice así– pasa a serlo menos para quien hace varios meses juega en la cuerda floja con cierto garbo.
... se reactiva el aparato productivo? Difícil imaginarlo después de años de malaria, pero es ostensible que a Duhalde le gustaría estar cerca para verlo. “Yo soy un productivista. O un desarrollista”, se autodefine el Presidente, quien se sigue jactando de haber parido el grupo productivo en el paleozoico inferior, hace cuatro o cinco años. Duhalde se arrepiente de haber hablado ante tempus (en los primeros meses de su gestión) de la reactivación, pero está seguro de que ahora sí están dadas todas las condiciones, “ahora sí tenemos ventajas competitivas”. Lavagna piensa parecido y alimenta moderados entusiasmos a partir de indicadores muy mínimos: un pequeño respingo en el PBI, uno algo más sostenido en la producción industrial.
Es claro que una devaluación sideral podría –en otras circunstancias– producir una reconversión más veloz y exitosa, en otros contextos. En el actual sobreviven dos escollos muy peliagudos: la falta de regeneración de algún sistema serio de créditos para capital de trabajo y la de confianza. “Los empresarios no están conformes con ninguno de los candidatos -despotrican en el Gobierno– y postergan inversiones.” La mirada de los capitalistas sobre el sistema político realmente existente es curiosa y seguramente inédita. No se trata ya de que no estén satisfechos con la oferta electoral, sino que están convencidos de que “falta” un candidato. Una conclusión pasmosa si se recuerda que el peronismo y el “centro derecha” le proponen un abanico generoso de postulantes. Ninguno les cuadra, por razones variadas. Los que ellos juzgan consistentes no convocan votantes y viceversa. De ahí que la apelación a Carlos Reutemann siga vigente y que, semana tras semana, hombres de negocios peregrinen a Santa Fe para escuchar negativas, metáforas automovilísticas... y casi nada más.
La misiva de Köhler a Duhalde puso, por si hiciera falta, un tilde en la falta de confiabilidad de los dirigentes nativos. “Me pregunto –sugirió el líder del FMI– si usted podría considerar apropiado procurar una declaración de apoyo al Programa de parte de líderes provinciales y del Parlamento.” Como en tantos planteos del Fondo, cuesta entender si eso es un pedido o un gaste. Sea lo que fuere, Duhalde no podría considerar “apropiada” una tarea que, como tantas otras, excede largamente sus fuerzas.
...si alguien habla de coimas o de gastos desmesurados en el Senado de la Nación? Casi todos le creerían al toque, habida cuenta del descrédito acumulado por la Cámara alta a lo largo de su historia reciente. Por eso, asombra el autismo de los senadores que, ante la sucesión de denuncias que le cayeron en cuestión de semanas, optaron por ofenderse, dedicar una sesión a la autoadulación y siguieron perdiendo el pulso de sus representados. El affaire concreto denunciado por el corresponsal del Financial Times dista de estar probado, el presunto video que lo acreditaría brilla por su ausencia y las presuntas víctimas del intento de cohecho (la flor y nata del lobby financiero) no son especialmente creíbles. Todo esto dicho, los senadores, empezando por el presidente de la Cámara Juan Carlos Maqueda, deberían poner las barbas en remojo y preguntarse por qué son tan vulnerables a la sospecha. Pero la autocrítica o aunque sea el incómodo arte de pispear el espejo es una ciencia oculta para la mayoría de la dirigencia autóctona.
... si regresa el peor de los pasados? Los patéticos desempeños de los sucesivos gobiernos desde 1983 han degradado la valoración colectiva de la democracia como régimen institucional. Es cabal que la Argentina jamás ha padecido pobreza, hambre y desocupación comparables a las de hoy. En ese marco a veces cuesta hablar de cuestiones institucionales o de otros derechos. Y, sin embargo, debe hacerse. La Argentina está mucho peor que en tiempos de la dictadura, a la luz de muchos indicadores, pero sigue estando cualitativamente mejor en otros. Por caso, las libertades expresivas y los derechos humanos, aunque desde luego siempre se trata de temas que motivan duras pulseadas con el poder.
Estela Carlotto es una mujer ejemplar y un ejemplo vivo de cómo pueden librarse luchas dignas sin bajar banderas en el marco democrático. Tal vez por las características de la principal tarea de Abuelas de Plaza de Mayo –la recuperación de chicos secuestrados, un compromiso con el pasado que apunta al futuro– Carlotto supo ganar consenso en franjas impensadas de la sociedad y permitir que sus nobles ideas permearan mentes por mucho tiempo remisas.
El atentado –contra la vida de Carlotto antes que contra su casa– replica una actitud que la pinta de cuerpo entero: acordar un documento junto a jueces, funcionarios y ONGs en defensa de derechos esenciales. Una demostración de coraje cívico, de integración, de apuesta a las instituciones.
Suele decirse que no podríamos estar peor. Nada más falso. Vaya si podríamos. El atentado contra una de las mejores dirigentes de la Argentina –y una de las que más hizo para entrelazar la temática de la democracia institucional con la de los derechos humanos– evoca lo peor de nuestra historia. Y abre una hendija que nos hace ver con vértigo que aún podemos caer mucho, mucho más hondo.

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