EL PAíS › DECLARARON TRES SOBREVIVIENTES DEL CCD LA PERLA
Mirta Iriondo, sobreviviente de La Perla, declaró que durante su cautiverio tuvo contacto con los cuatro militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores por los que se juzga al ex dueño de vidas y muertes Luciano Benjamín Menéndez y a siete ex miembros del Destacamento de Inteligencia 141. “Les daba de comer y los llevaba al baño cuando los dejaban en ‘la cuadra’ tras las sesiones de tortura”, contó. Otros dos testigos describieron sus contactos con las víctimas antes de sus secuestros.
Iriondo juró decir la verdad y procedió, a pedido de Jaime Díaz Gavier, presidente del Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba, a reconocer a los imputados. Se paró frente al ex comandante del Cuerpo III y dijo serena:
–Ex general Menéndez.
—¡No soy ex, soy general! –reaccionó el represor, como si su grado o si situación de revista tuviera algún valor.
La actual directora de Planificación Industrial del Ministerio de Defensa detalló la identidad de cada uno. Al escuchar su apellido el sargento ayudante Luis Manzanelli aprobó con la cabeza. El tribunal le ordenó al sargento primero Carlos Díaz que mirara a la testigo. Cuando Iriondo dijo su nombre, el torturador de cogote macizo sólo atinó a decir “hola”. Sobre el suboficial principal Carlos Vega agregó que “además era chorro: fue un día a casa de mis padres a llevarse mi ropero y mi cama. Mi madre, inconsciente, le pegó un escobazo”. No dudó en afirmar que el capitán Jorge Acosta, quien aduce haber sido trasladado antes de los secuestros, estaba en La Perla al momento de los hechos. El testimonio fue contundente no sólo porque vio a Humberto Brandalisis, Hilda Palacios, Carlos Lajas y Raúl Cardozo, sino también por la descripción exhaustiva del método de ejecución que los militares llamaban “operativo ventilador”.
Iriondo fue secuestrada el 19 de abril en La Lucila y trasladada a El Vesubio, centro clandestino “en donde fui torturada, vejada y humillada por grupos de tareas militares”. Después llegó a La Perla. “Hilda estaba preocupada por los hijos”, contó. “Me contaba los horrores de la tortura”, agregó. Por su ubicación, recordaba en especial al dibujante Cardozo. Ella le propuso diseñar tarjetas de Navidad, guardó la suya treinta años y ayer la expuso. La testigo formó pareja en cautiverio y quedó embarazada. En octubre de 1978 salió del país y en noviembre nació su hija. Díaz Gavier creyó no comprender. “¿Quedó embarazada en La Perla?”, preguntó. Ella asintió y el juez pensó en voz alta: “El amor no tiene fronteras”.
Armando Brizuela, viajante en 1977, contó que conoció a Brandalisis y Palacios por sus vínculos con el dueño de una juguetería. “A Hilda la conocía por Pocha o Ana, a Brandalisis por Rubén”, dijo. Con Lajas había trabajado en la empresa Cindor y lo conocía por su militancia. Hilda había llegado a Córdoba tras visitar a sus padres en Santa Fe, con sus hijas de uno y tres años fruto de su relación con Héctor Chávez, desaparecido en 1976. Tras el secuestro, Brizuela les avisó a los abuelos para que buscaran a las niñas. Hebe De Pascuale declaró que tuvo “dos citas” con Palacios, quien nunca llegó a la tercera. Fue secuestrada el 6 de noviembre.
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