Mar 24.06.2008

EL PAíS

Qué es de la vida de... Alberto Kohan

El ex secretario general y ex ministro de Carlos Menem ocupa su vida en rehabilitarse del tiro que casi lo deja inválido y aprovechar sus contactos como lobbista de empresas norteamericanas y argentinas. Visitó a Luis Patti en Marcos Paz y se ufana de hablar con todos menos con Kirchner. Está procesado por enriquecimiento ilícito.

› Por Alejandra Dandan

En 2004 se pegó un tiro con una 454 Cassul, el arma de puño más poderosa del mundo, dice, perfecta para cazar jabalíes. Alberto Kohan los caza desde chico. Le gusta no sabe bien por qué, pero se imagina que puede ser porque son los que más se parecen a los humanos.

–De noche cuando se enfrentan a la luz –dice–, sólo hay dos animales a los que no les brillan los ojos. Dicen que son los dos animales más malos: el hombre y el jabalí.

–¿Usted caza de noche?

–Cazo de noche o de día.

–¿Y de noche, cómo los detecta?

–Con noches de luna, espero en una aguada. Y le pego el tiro a donde pueda. Qué se yo, es imposible explicarlo. Cazar es apasionante, está en la naturaleza.

Pero una cosa es cazar –dirá– y otra matar.

–¿Cual es la diferencia? ¿El nivel de sufrimiento?

–No, el nivel de oportunidad del animal. Matar es el que va a cazar de cualquier manera cualquier animal; el cazador en cambio lo elige, busca el más viejo, le da más oportunidad.

Desde hace año y medio, Alberto Kohan volvió a una vida más o menos normal. Lunes, miércoles y viernes hace ejercicios en su casa, por la mañana, acompañado por un personal trainer. Juega al golf. Lee dos diarios pero como les desconfía, los mira mientras escucha todo tipo de folclore, y sólo para saber qué están diciendo o haciendo uno y otros, como si fueran voceros políticos de distintos partidos, en un país que aún observa como plagado de monstruos.

El resto del día hace como que trabaja. Kohan está contratado por una empresa norteamericana que hace inversiones en su país, pero también en Argentina y en Europa. Kohan trabajó también para compañías argentinas, en todas está como lobbista.

“Convengamos que por geólogo no me llamaron –admite–: me llamaron por lo que he sido en la política: yo uso las redes de contactos que tengo en todo el mundo, cuando ellos, por ejemplo, tienen una necesidad, yo tengo gente con quien hablar. Viajo, he estado en Europa hace poco, doy conferencias en Estados Unidos.”

En su oficina de Avenida del Libertador hay varias escenas de su paso por los escalones del gobierno. Un cuadro con Diego Maradona flaco y en su mejor etapa, dice él. Un cuadro con Carlos Menem: Menem con una remera de River, Kohan con una gallina en las manos. Boca había salido campeón de algo, recuerda, y por eso él le retuerce gozosamente el pescuezo a la gallina, parado y sonriente, al lado del ex presidente.

Kohan nació el 2 de abril de 1946 en San Lorenzo, un pueblo de Santa Fe mientras el mundo, dice, conocía el fin del juicio de Nüremberg. Años más tarde, empezó a estudiar Geología en Córdoba y a militar en las filas del peronismo de derecha. Organizó la primera campaña de Carlos Menem al gobierno de La Rioja en 1973. Tardó muchos años en terminar la carrera, no solo por la militancia sino porque adoraba esas noches en las peñas. Todavía en Córdoba, conoció a Marta Fraga. Su futura mujer hacía la carrera de abogada. Vivió con ella en La Rioja, tuvieron cuatro hijos, el único varón vive en Estados Unidos. A partir de 1989 fue uno de los factótum de los negocios menemistas. Fue secretario general del primero y segundo gobierno de Menem y también ministro de Acción Social. En los albores del menemismo estuvo vinculado a la instalación en la Argentina del BCCI, el banco de Gaith Pharaon cerrado por las autoridades británicas bajo la sospecha de lavado de dinero. Tras el escándalo del Swiftgate, el pedido de coima al frigorífico suizo, estuvo alejado un par de años de la gestión pública.

Luego de aquellos diez años, Kohan intentó volver solo una vez a los carriles formales de la política en 2002 y 2003, cuando Menem hizo su último intento de regresar a la cabeza del gobierno nacional. “A partir de ese momento traté de iniciar una historia distinta porque hasta ahí uno tuvo la sensación de que podía volver a empezar, pero no.” Después, llegó el accidente.

El disparo le llegó justo cuando terminaba de entrenarse con dos amigos para subir al Aconcagua. El arma estaba colgada en una pared de la casa. El tiro salió de adentro cuando la Cassul se cayó al piso. La bala le sacó casi la mitad de la pierna izquierda. El pasó 30 anestesias generales, y no sabe cuántas operaciones. Estuvo 21 días en terapia intensiva y se pasó cuatro meses internado. Para recuperarlo los médicos le pusieron un nuevo sistema: le colocaron 31 clavos en la pierna rodeados por un aro para volver a estirar su hueso. El sistema le permitía estirar ese hueso un milímetro por día, pero él tenía que estirarse los clavos, un milímetro más abajo cada vez.

“Acá no hay calmante que aguante –dice–; el dolor no tiene límite, y no se explica: acá uno mismo tiene que girar esos tornillos para estirar el hueso pero bueno, estamos de este lado.”

A pesar del dolor ese método fue “maravilloso”, dice. “Es un sistema ruso que arrancó como una forma de alargarle los miembros a enanos, eso lo hizo un médico que se peleó con el médico personal de Stalin y como tal terminó en la Siberia. Así empezó a desarrollar este sistema supongo que un poco como para hacer algo.”

Así estuvo Kohan hasta año y medio atrás. En ese lapso, su pierna creció 14 centímetros y aunque aún está 2,5 centímetros por debajo de la otra, recuperó la actividad. Subió el cerro Champaquí de Córdoba con sus viejos amigos y volvió a los canales más informales de la política. Habla seguido con Carlos Menem, con Eduardo Duhalde hace mucho que no habla porque “yo estuve fuera de juego muchos años”, con Felipe Solá habló no hace mucho, con Daniel Scioli hace tiempo que no habla pero podría hablar en cualquier momento. Con Néstor Kirchner, claro, eso sí que no. La última vez que lo vio, dice, Kirchner era gobernador de Santa Cruz y el gobierno de Menem inauguraba el hospital público donde Kirchner, dice Kohan, salva la vida.

En los últimos meses, pasó también por el penal de Marcos Paz. Visitó a un amigo: el ex comisario Abelardo Patti, preso por una causa que Kohan entiende como injusta. Tan injusta dice, como muchas de las causas que pesan sobre los otros que están por ahí. En su vida, también pesa una causa judicial por enriquecimiento ilícito. Ariel Lijo lo procesó pero el ex funcionario menemista, por supuesto, reniega de los cargos.

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