Mié 25.06.2008

EL PAíS  › MOLESTIA EN LA CASA ROSADA POR LAS úLTIMAS INICIATIVAS POLíTICAS DE JULIO COBOS

Una piedra en el zapato de CFK

Al vicepresidente le cuestionan que haya citado a los gobernadores a discutir las retenciones en el Senado y haberse atribuido la idea de plantear el debate en el Congreso. Dicen que Nosiglia y Baglini están detrás de sus movidas.

› Por Daniel Miguez

Con mucho enojo y bastante asombro, el Gobierno está observando las audaces movidas del vicepresidente Julio Cobos desacopladas de la línea de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y si los movimientos del mendocino no derivaron aún en una crisis es porque en la Casa Rosada consideran que en el marco del conflicto con el sector agropecuario hoy tiene otras prioridades por atender.

A la reunión del lunes pasado de Cobos con los tres gobernadores que hoy por hoy son opositores al Gobierno (Alberto Rodríguez Saá, Juan Schiaretti y Hermes Binner) y a las fuertes declaraciones al diario Uno de Mendoza, habrá que sumarle un encuentro que –tal como anticipó PáginaI12– el vicepresidente tendrá el martes que viene con el arzobispo Jorge Bergoglio, también distanciado desde hace mucho tiempo de la Casa Rosada.

En las últimas horas, el Gobierno recibió información por distintas vías que detrás de las jugadas inesperadas de Cobos están los cerebros del siempre presente ex ministro del Interior Enrique “Coti” Nosiglia y de su coterráneo el ex diputado Raúl Baglini.

Ayer el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, salió a cuestionar a Cobos. “No lo entiendo”, dijo. Agregó que “en el Senado no se está tratando el proyecto de ley de las retenciones móviles. Y cuando llegue al Senado quizá sea otro proyecto. Ahora no tenía ningún sentido que interviniera”.

En el Gobierno contaban algunos porotos a su favor en el “caso Cobos”, como que además de que no fue ninguno de los gobernadores kirchneristas que él había citado, también le dieron la espalda los propios radicales K.

Lo que produjo mayor disgusto fue que Cobos se atribuyera la idea de enviar al Congreso las retenciones móviles (“No fue así y si hubiera sido así, no corresponde decirlo”, dijo un ministro a este diario). En la Casa Rosada no sólo tomaron notas de las palabras de Cobos, sino también el medio que eligió para decirlas: el diario mendocino propiedad de José Luis Manzano, de quien recuerdan en el Gobierno que en sus tiempos de funcionario se entendía muy bien con Nosiglia. Menos molestó, aunque sí sorprendió, el costado frívolo del otro reportaje que dio a una revista del corazón y la farándula vernácula, como Caras.

El próximo paso de Cobos será reunirse con Bergoglio y los obispos que los acompañan en la conducción de la Conferencia Episcopal. Desde la Iglesia aclararon que el pedido de audiencia había sido cursado hace tiempo para que las nuevas autoridades episcopales se presenten ante los jefes del Congreso. Ya lo habían hecho antes con Daniel Scioli cuando como vicepresidente era presidente provisional del Senado pero nunca tuvieron respuesta. Ahora con Cobos tuvieron otra recepción.

Hace mucho que el kirchnerismo y Bergoglio están alejados, especialmente desde el año pasado, cuando desde el oficialismo creyeron ver en Bergoglio a una suerte de organizador de la oposición. Esa percepción fue alimentada profusamente desde las propias filas de la oposición, especialmente desde la Coalición Cívica.

A pesar de la molestia por todo su accionar político de Cobos, el Gobierno no está hoy –aunque no lo admita– en condiciones de exponerse a un enfrentamiento fuerte con Cobos, que vendría a reeditar una confrontación histórica en la Argentina entre presidentes y vices. La última de ellas fue la protagonizada por Kirchner y Scioli al comienzo de la gestión del santacruceño. Esa vez, en agosto de 2003, Scioli había criticado la votación de Diputados derogando las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y abogado por una suba de tarifas de los servicios públicos. Kirchner le quitó el control de la Secretaría de Turismo y lo colocó en el freezer político por un tiempo.

En el Gobierno aseguran que no habrá represalias para Cobos, pero seguramente las facturas quedaron guardadas en un cajón. Si los vientos políticos cambian y el barco oficialista endereza su rumbo, en la Casa Rosada alguien se acordará de rescatarlas y pasar a cobrárselas.

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