EL PAíS
› PROTESTA EN TODO EL PAIS CONTRA EL AUMENTO EN LOS SERVICIOS PRIVATIZADOS
Apagón y cacerolas para frenar el tarifazo
En todo el país se hizo un apagón con cacerolazo convocado por el Comité contra el Tarifazo, pese a que una decisión judicial había suspendido las audiencias públicas que debían comenzar hoy a tratar el tema. El apagón no se notó con fuerza, pero las cacerolas se escucharon en toda la ciudad.
› Por Luis Bruschtein
Empezó como otras veces, como la lluvia, primero es una especie de ruidito y después se extendió por toda ciudad. Las cacerolas y los bocinazos con algunos petardos de protesta contra el intento de aumentar las tarifas de los servicios, en algunos casos más del ciento por ciento, según denunciaron los organizadores, se hicieron escuchar nuevamente en Buenos Aires y en otras ciudades del país, en tanto que el apagón se sintió menos. Entre las 20 y las 20.15 de anoche miles de ciudadanos de todo el país respondieron de esa manera a la convocatoria del Comité contra el Tarifazo formado por la FEDECAMARAS, la CTA, el Frenapo, CCC, Izquierda Unida y gran cantidad de organizaciones sociales, asambleas y agrupaciones piqueteras. Los organizadores decidieron llevar adelante la protesta pese a que, por una decisión judicial, fueron suspendidas las audiencias públicas en el edificio del Correo, donde debía discutirse el aumento tarifario que reclaman las empresas privatizadas.
Poco antes de las 20, la ciudad estaba como siempre, un día normal al final de la jornada de trabajo. No había preparativos para actos o marchas, ni cortes de calle, ni gente reunida en los barrios. A las 20 muchos negocios ya habían cerrado sus puertas, igual que las dependencias públicas y los edificios de oficinas privadas. Había mucha gente en la calle de retorno a sus hogares. Pareció en un primer momento que la convocatoria no tendría eco.
De pronto en algún balcón apareció una familia que apagó las luces de su casa. Un hombre colgó la bandera argentina de otro balcón y nadie se decidía a ser el primero en hacer ruido. Empezaron a escucharse los primeros ruidos de cacerolas y poco a poco se fueron extendiendo. En algunos edificios, la gente salió a la puerta para aplaudir con todo tipo de utensilios domésticos. El señor ya con el pijamas y las chancletas, la ama de casa combativa que ya tiene seleccionados sus instrumentos de ruido, algunos chicos que se sumaban festivamente a la protesta y los autos que hacían sentir sus bocinazos mientras circulaban. Hasta el borrachín del barrio, refugiado en la entrada de un garage y un poco adormilado, decidió golpear la lata que usa de asiento.
Los efectos del apagón fueron menos visibles, en parte porque muchos de los edificios ya tenían sus luces apagadas a esa hora y, además, en muchas de las casas y departamentos donde los vecinos caceroleaban no se apagaba la luz. De todos modos, muchos negocios coincidieron en cerrar sus puertas a esa hora y algunas pizzerías y restaurantes optaron por quedarse a media luz y apagar algunas de sus lámparas como forma de solidarizarse con el reclamo. En el caso de la Legislatura porteña, que se sumó a la protesta vecinal, fueron apagadas las luces de la fachada, y se hizo sonar el carrillón.
El Comité contra el Tarifazo que convocó a la protesta se conformó ante el requerimiento de las empresas privatizadas de servicios de aumentar las tarifas, y está integrado por el Frente Nacional contra la Pobreza, la Central de los Trabajadores Argentinos, la Federación de Centros y Cámaras de Comercio, Federación Agraria Argentina, el ARI, PS, Autodeterminación y Libertad, Izquierda Unida, Corriente Clasista y Combativa, APYMES, asambleas vecinales y agrupaciones de piqueteros. “Ante la presión de las operadoras de las empresas públicas privatizadas que pretenden un incremento de hasta un ciento por ciento, y ante la aceptación oficial de este acoso, el Comité contra el Tarifazo afirma que no debe reconocerse ningún tipo de aumentos de los servicios”, explicaron en un comunicado de prensa, donde además reclaman que se detengan los cortes de luz, gas y agua potable para aquellos usuarios –jefes de familia– que se han quedado sin trabajo.
El titular de FEDECAMARAS, Rubén Manusovich, declaró que “es una locura pretender aumentos de servicios, que en algunos casos llegan al ciento por ciento. En un país con más de 19 millones de pobres, lo que buscamos además es que tanto el Gobierno como las empresas que fueron privatizadasse den cuenta de que se acabó la paciencia de la gente”. Por su parte, el secretario general de la CTA, Víctor de Gennaro, señaló que “las empresas privatizadas se han desnacionalizado y hoy pretenden nuevamente un aumento de tarifas, dejando fuera de la discusión su propio incumplimiento de los contratos, donde estaban anunciadas las inversiones que nunca se hicieron”.
La protesta, sin embargo, no tuvo el alcance de otras similares, como la que se realizó hace pocos días contra la violencia y por la paz. Algunos de los organizadores señalaban que la convocatoria tampoco había sido tomada y difundida de la misma manera por los canales de televisión y los medios en general.
Pese a que el apagón no se notó tanto, el cacerolazo se hizo sentir en los diferentes barrios de la ciudad y mucha gente salió a la calle. La convocatoria no incluía un acto central masivo y sólo algunos vecinos y organizadores se reunieron en el Obelisco (ver aparte). Otras asambleas de vecinos, como la de Palermo, salió a cortar la avenida Scalabrini Ortiz y hubo vecinos que cortaron por algunos minutos la avenida Callao. En Rosario, los pobladores se concentraron para protestar en la céntrica esquina del boulevard Nicasio Oroño y Carlos Pellegrini. De todos modos, el levantamiento de la audiencia pública para discutir el incremento de las tarifas, a raíz de una presentación judicial de la defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Oliveira, fue tomado como una primera victoria del movimiento de protesta.
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