Jue 14.08.2008

EL PAíS  › APARECIERON MUERTOS EN GENERAL RODRíGUEZ TRES JóVENES COMERCIANTES QUE DESAPARECIERON EL JUEVES

Triple crimen con el sello de una vendetta

Dos de las víctimas estaban vinculadas con el negocio de los medicamentos. El tercero era publicitario. Los mataron el lunes en el lugar donde fueron hallados. Las hipótesis de los investigadores apuntan a deudas impagas o al manejo de precursores.

› Por Horacio Cecchi

A la altura del kilómetro 11, de la ruta 6, en General Rodríguez, a la vera de un camino de tierra y envueltos en un halo de niebla y otro tanto de misterio, aparecieron los cuerpos de tres hombres jóvenes. Tenían las manos atadas y, según describieron fuentes de la investigación, dos de ellos habían recibido balazos en la cabeza y la espalda. Los crímenes ocurrieron en el lugar, donde fueron llevados a pie o a la rastra presumiblemente el lunes por la noche. Crímenes mafiosos. Aunque al momento del hallazgo la certeza científica no formaba parte de ningún informe, luego fuentes periciales aseguraron que se trataba de tres empresarios jóvenes desaparecidos desde el jueves pasado después de reunirse a desayunar dos de ellos en Pilar y luego con el tercero en un restaurante de Liniers, donde algunas versiones señalan que jugaban al paddle. Dos de los empresarios se dedicaban al rubro de los medicamentos, y el tercero sería hijo de un vendedor de publicidad. Aunque por el momento son todas versiones, susurros y pasillos, los motivos del triple crimen y los de la desaparición de los tres empresarios se ocultan entre diversas historias: unas apuntan al rubro de los medicamentos truchos. Según un investigador, uno de los jóvenes tendría cheques millonarios en descubierto. Otra versión mencionaba fuertes deudas de algún familiar del joven vinculado a la publicidad. La tercera apunta a una venganza vinculada con el narcotráfico o, más precisamente, el comercio de precursores químicos para la elaboración de drogas ilegales.

Sebastián Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35) se conocían entre sí, aunque sus familias no estaban enteradas. Los dos primeros se dedicaban al rubro de medicamentos –Forza tenía una farmacia y distribuidora en Capital y Ferrón era vendedor–, como distribuidores en droguerías. Las versiones sostienen que el tercero era publicista de una publicación anual. “Leo Bina sería hijo de un vendedor de publicidad callejero y un familiar suyo tendría fuertes deudas”, mencionó una fuente a este diario.

El jueves de la semana pasada, Forza y Ferrón se reunieron a desayunar en el bar Open, de Pilar. Después, los dos se encontraron para almorzar con Bina en un restaurante de Liniers. Tras conversar durante un buen rato, alrededor de las dos de la tarde pagaron y se retiraron. Fue la última vez que los vieron.

El mismo jueves, alrededor de las ocho de la noche, la Suzuki Vitara 4x4 roja de Ferrón apareció en Galicia 2700, de Flores. No la hallaron de casualidad. Alguien la dejó en el lugar y le prendió fuego. Después de la acción de los bomberos, dentro de la Suzuki encontraron una pistola sin cargador ni balas. La pistola pertenecía a Forza.

Alrededor de las once de la noche del mismo jueves, en Solís al 1000, en Constitución, la policía encontró el Peugeot 206 de Forza. Estaba intacto y con las llaves puestas. La investigación la inició la fiscal porteña Ana María Yacobucci por averiguación de paradero y privación ilegal de la libertad. Del trío de amigos, ni un rastro. Gastón Ferrón, hermano de Damián, dijo que su hermano nunca le había hablado de los otros dos empresarios, hasta hace un mes. “A mi hermano se lo tragó la tierra –dijo ayer por la tarde, antes de conocerse la noticia del hallazgo de los tres cuerpos–. Nos daban la hipótesis de que se hubieran ido tres días de joda y para que se vayan tres tipos de joda, no va a aparecer una camioneta quemada. No sabemos qué pensar.”

“Mi hermano lo conocía a Sebastián de hace un mes. A Sebastián Forza lo conozco por este hecho. Yo tengo una muy buena relación con mi hermano y él jamás me comentó de esta relación con Sebastián –señaló Gastón–. Lo mismo que el nombre del otro muchacho Leopoldo, lo cual me entero yo a partir de la denuncia. Son nombres que al menos nosotros no los escuchábamos. Tengo entendido que Forza tiene una droguería y mi hermano trabaja para una farmacia visitando hospitales y geriátricos. El maneja la parte de ventas, hace la relación pública de la farmacia”, señaló. Y la madre de Ferrón, Rosa Cristano, ayer se mostraba desconcertada por la desaparición de su hijo. “Mi hijo es un chico trabajador que nunca estuvo en ningún conflicto, ni cosas raras, no sé, la verdad que para nosotros esto es terrible”, comentó la mujer. Y desconocía que hubiera recibido ningún tipo de amenazas. “Si las recibió jamás nos lo dijo”.

“Después de que apareció quemada la camioneta esto ya tiene olor a mafia”, dijo un federal a PáginaI12. Y las hipótesis se volcaron sobre el negocio de los medicamentos truchos, aunque en principio también se barajó la línea de los piratas del asfalto. Cómo instalar a las tres víctimas en medio de una movida con toda la apariencia mafiosa resulta difícil de saber y más difícil de explicar. Una fuente señaló que Ferrón tendría “varios cheques muy grosos rechazados. Alguien no se quedó conforme”, sopló el investigador con aires de Philip Marlowe.

Ayer por la tarde, un llamado telefónico alertó sobre la aparición de tres cuerpos en General Rodríguez. Estaban vestidos de sport, con zapatillas, y habían sido arrojados a un zanjón junto a un camino de tierra, cercano al kilómetro 11 de la ruta 6, que une Pilar con Luján. Arrojados es un decir. Según confió el mismo investigador, “tenían las manos atadas”. A la hora de comunicación con esa fuente, los peritos habían revisado dos de los tres cuerpos. Uno de ellos tenía dos balazos en la cabeza y dos en la espalda. El otro, dos en la cabeza y uno en la espalda. Cuando se recibió el llamado todas las sospechas confluyeron sobre la búsqueda de los tres desaparecidos. Pero por lo bajo, los investigadores sabían que se trataba de ellos: la última llamada rastreada de uno de sus celulares indicaba que se había realizado desde General Rodríguez. Después, las coincidencias: uno de ellos, Ferrón, había sido reconocido por un tatuaje y sus ropas.

“Los mataron ahí donde los encontramos. Los llevaron caminando hasta el lugar. Tienen entre 24 y 48 horas. Creemos que pasó el lunes a la noche”. Telegráfico pero denso, el murmullo de la fuente dio los últimos datos.

“No es una venganza, No fue por un tema comercial”, intentó aclarar Rubén Ramírez, abogado de Forza.

La versión más fuerte que siguen los investigadores de la Federal (el caso está en manos de la Justicia porteña) se centra en la mafia de los medicamentos truchos y en su distribución en farmacias. Otras fuentes trabajan sobre la hipótesis de otras drogas, las ilegales. Los familiares prefieren decir que habían sido amenazados y que estaban denunciando a una mafia. Por el momento, esas denuncias no constan en la causa.

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