EL PAíS › JUAN PABLO CAFIERO Y SU DESIGNACION COMO EMBAJADOR EN EL VATICANO
El ex diputado contó que la Presidenta le pidió que trabajara con “una idea de distribución de la riqueza y de la opción preferencial por los pobres”. También aseguró que, en caso de ser aceptado, va a representar “a la Argentina, no a un sector de la Iglesia”.
El candidato del Gobierno para la embajada en el Vaticano, Juan Pablo Cafiero, se manifestó ayer “conmovido” por el ofrecimiento de la presidenta Cristina Fernández y advirtió que, en caso de ser aceptado, va a representar “a la Argentina, no a un sector de la Iglesia”. El ex diputado y actual asesor del gobierno bonaerense expresó que en la Argentina “hay una inmensa mayoría católica”, pero también “libertad de creencia” garantizada por la Constitución. Destacó que “durante décadas ningún gobierno se había ocupado de la distribución de la riqueza y de la opción preferencial por los pobres como éste” y que su misión “está vinculada con la justicia social, en base a un pensamiento humanista y cristiano”.
La galería de cuadros de ex embajadores de la sede diplomática en el Vaticano incluye el cuadro de un Cafiero que nunca llegó a asumir. Antonio, histórico dirigente peronista, viajó en febrero de 1976 a Roma con su esposa y tres de sus diez hijos a presentar las cartas credenciales. Allí estaba el 24 de marzo cuando se produjo el golpe de Estado. Con el temor lógico de aquellos días, su hijo Juan Pablo, que tenía 23 años y militaba en la Juventud Peronista, fue a buscarlo a Ezeiza. En los ’90 el menemismo colgó la foto del Cafiero que no fue embajador en reconocimiento a su voluntad de ser.
Casado, con cuatro hijos y cuatro nietos, Juan Pablo Cafiero fue notificado formalmente el jueves del ofrecimiento presidencial. “Estoy conmovido por la situación y porque el gobierno de la Presidenta haya confiado en mí. Es un desafío muy grande y creo que con el apoyo del Gobierno voy a poder desempeñar bien la función, en caso de que sea aceptado”, aclaró prudente. Agregó que durante la charla con la Presidenta “la indicación fue trabajar en función de una idea de distribución de la riqueza y de la opción preferencial por los pobres”.
Consultado sobre la composición de su familia, Cafiero hizo una larga introducción en la que manifestó su “gran cariño por Alberto Iribarne”, el candidato rechazado por el Vaticano por pecar de divorciado, y destacó: “Los actos privados de los hombres están exentos de la autoridad de los magistrados. La vida privada de cada uno es algo sagrado, donde no se debe ingresar, pero en mi caso personal he tenido la fortuna de tener una compañera toda la vida”.
Cuando le preguntaron sobre su relación con sectores potencialmente progresistas de la Iglesia, aclaró que “no trabajo para un ala sino para el país, yo represento a la Argentina, no a un sector de la Iglesia”. “En la Argentina existe la libertad de creencia. Es un país en el que si bien hay una inmensa mayoría católica, la libertad de creencia que nace con el hombre, que le permite creer o no creer y que le otorga esa libertad, es una garantía de la Constitución nacional, un derecho humano fundamental y básico que debe respetarse”, remarcó.
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