EL PAíS › REPORTAJE A LA MINISTRA DE DESARROLLO SOCIAL, ALICIA KIRCHNER
Después de varios años sin dar entrevistas relacionadas con su gestión, la funcionaria habló con PáginaI12. Destacó la importancia de promover la economía social. Ante el reclamo de aumento de los montos de los planes, dice que lo están estudiando.
› Por Martín Piqué
La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, tiene la voz finita y no levanta la voz para hacerse oír. Entonces hay que hacer un esfuerzo para seguir sus argumentaciones sobre los resultados alcanzados, sobre lo que falta, sobre la dinámica –y no por eso menos inquietante– realidad social del país. En su discurso hay espacio para la valoración de los aspectos centrales de su gestión (“territorialidad y política de derechos”, los define), también hay lugar para el debate con quienes impulsan la inmediata universalización de los planes sociales. Aclara que “no está en contra” del proyecto, pero que primero hay que realizar otras políticas que lo hagan factible. Su planteo es que la asistencia es imprescindible pero que lo central, una vez que lo inmediato está cubierto, debe ser la organización comunitaria. “Yo no niego la asistencia, porque sería dar un salto en el vacío como decía (Norberto) Alayón. Pero cuando se perpetúa la asistencia aparece el asistencialismo y el clientelismo”, argumenta en la entrevista con PáginaI12.
La mención a la voz finita de la cuñada de la Presidenta y hermana de Néstor Kirchner no es un dato irrelevante. Desde 2003 a esta fecha son pocos los periodistas que la escucharon responder preguntas, que pudieron hacerle una entrevista y conversar sobre la política social. La ministra reconoce esa poca disposición a aparecer en los medios. Defiende su decisión de vedar a las cámaras el registro de la ayuda directa (“La pobreza ya es discriminatoria. Y cuando alguien tiene que recurrir a una cama y un colchón, que encima le saquen una foto... Me parece bastante poco grato”) pero al mismo tiempo no descarta equivocaciones en la comunicación. “Hay muchos que no saben lo que estamos haciendo ni cómo estamos trabajando.” Ese aspecto, particularmente, le ha valido algunas críticas a su ministerio desde espacios afines, como Carta Abierta. “Por ahí tenemos cosas que corregir. Pero siento que la gente ha tomado el proyecto y ha incorporado las políticas sociales de esta manera.”
Durante la entrevista aparecen inevitablemente dos temas delicados. Si debe aumentarse el monto de los planes sociales (la política de Alicia Kirchner está basada en tres programas: el Familias, el Manos a la Obra y la Seguridad Alimentaria) por efecto de la suba de precios, y el debate sobre la asignación universal por hijo. Sobre el primer punto, la ministra dice que se “ha incrementado” el monto destinado al Plan de Seguridad Alimentaria y desliza que se está evaluando otros cambios. “Estamos estudiando algunas cosas pero cuando buscan resolver el tema de la pobreza sólo por el ingreso, yo digo que tengo mis reservas”, dice. A la polémica sobre la universalización de los planes sociales la afronta con más tiempo, se explaya en sus argumentos citando cifras. Dice que entre el Plan Familias (cuyo monto es 300 pesos) y las pensiones a las madres de más de siete hijos (que rondan entre 590 y 690 pesos), el Estado está cubriendo el ingreso de 1.400.000 familias con un promedio de cuatro hijos.
–Usted dice que el empleo es el mejor organizador social. Esa confianza en la generación de empleo desde el sector privado, ¿no es una nueva versión de la teoría del derrame?
–Nada que ver. El derrame era algo que querían hacerlo visualizar como mágico pero acá está comprometida la persona, las organizaciones, los gobiernos, buscando entre todos una puesta en común de organización del empleo. Con la economía social hemos creado el monotributo social. Eso le permite a la persona inscribirse como monotributista y le permite acceder a la obra social con su familia, que es la mejor manera para empezar a estar incluido. La economía social no mueve la aguja de la economía, pero crea toda una organización social, una organización comunitaria, una organización de la familia. Eso no tiene nada que ver con el derrame. Porque crea vínculos en el tejido social.
–A la economía social se la asocia generalmente con los emprendimientos de pocos recursos. ¿No es un prejuicio pensar que es una economía para pobres?
–No, no. En estas tres décadas quedó mucha gente a la vera del camino. Sin haceres y sin saberes. La economía social lo que busca es instalar capacidades y después incluye. La economía debe ser social. En realidad toda la economía debe ser social. Pero no hablamos de una economía para pobres porque lo que pretendemos precisamente es que la gente se incluya. Le damos el monotributo social como le decía recién. ¿Cuál es el plan para estos tipos de proyectos? Primero tenemos que ver la sustentabilidad. La sustentabilidad está en la capacidad o en la capacitación de cada uno. Pero a la vez en la sustentabilidad del proyecto en la región. Si es una región que tiene que ver con el trigo, los proyectos de la economía social hay que asociarlos al trigo y algunos de servicios siempre va a haber. Recién a partir de ahora se empiezan a ver los resultados después del trabajo que estuvimos haciendo. Ahora la gente ha comprendido, ha internalizado nuestra manera de entender la política social, intendentes, también algunos gobernadores, que entienden que la política social no pasa sólo por la asistencia.
–¿Esa es una autocrítica sobre la falta de comunicación de las políticas del ministerio?
–Por ahí tenemos cosas que corregir. No digo que esto sea lo mejor, pero realmente siento que la gente ha tomado el proyecto y ha incorporado las políticas sociales de esta manera. No sé contestar si nosotros hemos logrado visibilizar lo que hacemos. Aparte hay un cuidado y un respeto ético que debemos tener, un respeto al trabajo del otro. Tal vez preferí mantenerme al margen, pero los cambios no se producen de un día para otro, es un trabajo de mucho tiempo. A veces en la Capital se mira la realidad de Capital y no se mira la realidad del interior.
–¿Qué rol les cabe a las organizaciones sociales en la política del ministerio?
–Con las organizaciones sociales trabajo permanentemente. Es más, discutimos de política social. Y en función de eso vamos trabajando, articulando y corrigiendo en cada lugar. Todas las semanas me reúno con distintas organizaciones sociales. Nos ponemos de acuerdo dónde están las debilidades, dónde están las fortalezas. Y además acordamos qué nos pueden dar ellos también. Porque ¿quiénes salieron más a trabajar sobre la crisis que las organizaciones que surgieron entre 2001 y 2002?
–Usted tiene incorporados a representantes de esas organizaciones en su ministerio. ¿Qué aportaron?
–Me encantan. Aportaron su realidad, su territorialidad. Y trabajar en lo que estoy diciendo: que la política esté dirigida al tejido social, que tenga sentido en el desarrollo humano y que tenga sentido de una comunidad organizándose.
–El presupuesto del Ministerio para 2008 fue 7200 millones de pesos, ¿a esta altura del año qué porcentaje se ejecutó?
–Estamos con una ejecución muy buena, el año pasado ejecutamos el 98 por ciento. Cuando me hice cargo del ministerio se ejecutaba el 80, 81 por ciento. Ejecutar el presupuesto es muy fácil pero hay que seguirlo y controlar que realmente vaya a dónde tiene que ir. Nosotros hacemos seguimiento de los distintos proyectos. Si hablan con organizaciones, les consta que hay todo un seguimiento. Cada proyecto es un expediente que tiene que mostrar lo que está pasando en el territorio.
–Con la crisis internacional pueden bajar los ingresos fiscales. Se habla de que quizá haya un recorte de presupuesto, ¿qué va a pasar con el monto destinado a las políticas sociales?
–Mire, el gobierno tanto de Néstor Kirchner como de Cristina Kirchner es un proyecto nacional, popular. Está absolutamente comprometido con el pueblo y sabe bien poner las prioridades donde tiene que ponerlas.
–La Mesa de Enlace agropecuaria está pidiendo que se paguen precios plenos para la leche, carne y harinas. Que los precios locales se equiparen con los precios internacionales y el Estado pague subsidios a los pobres para que los puedan consumir.
–La Mesa de Enlace dijo muchas cosas. No voy a contestar. Discúlpeme.
–Desde la política social, ¿cómo ve la posibilidad de que se apliquen esas medidas que ellos están pidiendo?
–Mire, la seguridad alimentaria de un país pasa por ser solidarios todos. El Estado en este momento está presente con un Plan de Seguridad Alimentaria. Hay sectores que deberían tener mayor responsabilidad social y mayor compromiso con la gente.
–Cuando fracasó la votación sobre la Resolución 125, ¿se perdió la posibilidad de construir hospitales y viviendas populares?
–Se perdieron esas posibilidades.
–¿Y no se podrán realizar?
–Vamos a poner todo para que se hagan porque acá hay un Estado presente y ya vamos a encontrar los caminos para hacerlo. Cuando uno está convencido, lo intenta. Nuestra mirada es de ir buscando soluciones. Y ojalá muchos se sensibilicen y entiendan que el Estado somos todos.
–En los últimos años mejoraron los indicadores sociales. ¿Ahora están empeorando?
–Hubo un problema determinado cuando el campo prácticamente nos paralizó con las rutas. Y eso generó, aunque algunos no lo quieren ver, una sacudida. Con toda la fe en este país, que tiene mucho para crecer, vamos a lograr salir.
–Usted no está a favor de la universalización de las políticas sociales. ¿Cuál es su argumento?
–Yo no tengo un argumento en contra pero lo que digo es que si tenés 9 mil millones para darle, por ejemplo, cien pesos por niño por qué no emplearlos en desarrollar más trabajo, más escuelas, que le dan otro tipo de calidad de vida a la gente. Hoy tenemos más de 1.400.000 familias que reciben todos los meses ingresos a través del Plan Familias y de las pensiones para madres. Las pensiones son 590 o 690 pesos. Y el plan familias, 300 pesos el promedio. Entonces, hay 1.400.000 familias protegidas de todo el país que reciben un ingreso social. A esa cifra habría que multiplicarla por una media de niños por familia. Hay miradas que son simpáticas pero son reduccionistas. No es que yo estoy en contra de la universalización.
–Así como los sindicatos están pidiendo el reinicio de la negociación salarial, también se reclama un aumento de los montos de los planes sociales. ¿Usted cree que tienen que aumentar?
–Estamos estudiando algunas cosas, pero no es tan así. Cuando buscan resolver el tema de la pobreza sólo por el lado del ingreso, verá que tengo mis reservas. Pero obviamente tenemos planes complementarios y hay mucha gente que, además del plan de ingresos, recibe otros planes. El Plan de Seguridad Alimentaria llega a 1.350.000 con la tarjeta en todo el país. Obviamente es un complemento que lo hemos incrementado después de lo que pasó, que todos conocemos, para ayudarle más a la gente.
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