“Intenté cruzar por Gualeguaychú, había una barrera muy pesada con candado, muy grande, me acerco, pido que me permitan el paso. Me dicen que no, que es un corte de Gualeguaychú por Botnia, les dije que tenía el derecho constitucional de cruzar.” El ingeniero argentino Sebastián Beláustegui relató ayer una y otra vez las escenas de ese incidente. “Saqué una filmadora que tenía encima –agregó– y empiezo a filmar y eso fue lo que los puso un poco nerviosos.”

El sábado, después de las dos de la tarde, el ingeniero se topó con los asambleístas cuando decidió cruzar el puente internacional a Fray Bentos. El corte permanece sobre la ruta internacional y de forma intermitente desde hace dos años, pero como si no lo supiera, Beláustegui estacionó el auto, dejó a su mujer adentro y se bajó para abrirse paso. Al cabo de unos minutos terminó con heridas. El se las adjudicó a una “feroz” golpiza de los asambleístas, en Gualeguaychú no dijeron lo mismo. Allí aseguraron que el hombre se golpeó solo con la “punta de un hierro” y que exageró el escándalo para estigmatizar la protesta.

“Nosotros googleamos su nombre y ahora sabemos que encima trabajó para el gobierno uruguayo”, dice Jorge Fritzler, de la asamblea de autoconvocados a PáginaI12. Desde que Beláustegui difundió su denuncia, los asambleístas comenzaron con una metódica investigación muy casera, como suelen hacerlo cada vez que tienen problemas. En este caso, se pusieron a ver quién era Beláustegui. Según los primeros datos de Google, el ingeniero aparece remotamente relacionado con el gobierno uruguayo por el año 2000, cuando una página oficial lo menciona entre un enorme listado de especialistas convocados a dar un curso sobre el agro. También aparece cerca del gobierno argentino, con alguna charla en el INTA.

“Lo que pasó es que de repente el hombre se pone a insultar a las mujeres –dice Fritzler–, rompe algunos elementos como las barreras, carteles, tira unas cosas en el Arroyo Seco.” Más allá de las razones, la asamblea dice que durante la última semana se sintieron nuevas emanaciones de olor de la pastera uruguaya. Por eso creen que el escándalo es una excusa para tapar el olor.

Fuera de eso, en el gobierno argentino se escucharon otras voces. El ministro de Justicia, Aníbal Fernández, calificó la agresión como una “desproporción” e instruyó a la Gendarmería Nacional para que aporte “la mayor cantidad de información a la Justicia argentina”.