EL PAíS › UN TENIENTE CORONEL NO SE PRESENTó ANTE LA JUSTICIA
Buscado por la Justicia de Tucumán para ser indagado por la desaparición de un obrero en 1977, Héctor Schwab desapareció de sus domicilios. El padrino de Cecilia Pando, en problemas.
› Por Nora Veiras
El teniente coronel retirado Héctor Schwab desapareció de los lugares que solía frecuentar: no se presentó ayer en Tucumán a la segunda citación en la causa en la que está imputado por la desaparición en 1977 de Carlos Rocha. “Estamos estudiando el expediente”, dijo a PáginaI12 el juez federal subrogante Daniel Bejas, tras recibir la notificación oficial de que el militar no había sido localizado por la comisión policial que lo buscó en uno de sus domicilios porteños. Schwab actuó bajo el mando de Antonio Domingo Bussi, tiene pedido de captura internacional dictada por el juez español Baltasar Garzón y está en condiciones de sumar otro de la Justicia argentina. Reciclado como empresario de seguridad y, más recientemente, de gastronomía, se mantuvo fiel a los mandatos de la dictadura y devino en financista y referente de los grupos que claman por la libertad de los represores presos por delitos de lesa humanidad.
Quienes lo conocen arriesgan que puede haber apelado a sus contactos en Miami, Estados Unidos, para instalarse en ese territorio y recuerdan que tiene un pasaporte suizo. En la Justicia, descreen de esa alternativa porque el pedido de Garzón lo puede transformar en una presa fácil fuera de las fronteras del país. Desde que por esa orden de detención estuvo preso a mediados del 2003, Schwab tuvo que resignar sus veraneos en Punta del Este y realizó un oportuno cambio de manos de su empresa de seguridad Scanner S.A. a nombre de su esposa y de una de sus hijas. A la dirección de esa empresa en Florida 868, pisos 6 y 8, habría llegado a preguntar por el militar la comisión policial enviada desde Tucumán y gestionada a través del juzgado porteño de Julián Ercolini. Hay por lo menos otra media docena de domicilios en los que Schwab puede ser buscado en el país. Uno de ellos es el paquete piso de Arcos al 2200 que comparte con su esposa y cuatro de sus hijos María de las Nieves, María Victoria, María Constanza y Federico.
Durante la intervención de Bussi en Tucumán, Schwab fue director de Parques y Jardines de la capital provincial. Rocha, obrero del área de ingeniería, fue secuestrado en la mañana del 27 de abril de 1977 cuando trabajaba en una demolición que estaba bajo la supervisión de Schwab. Se lo llevaron delante de sus compañeros. La denuncia original fue presentada por la hermana de Rocha, Susana. La mujer declaró ante la Justicia que el día posterior a la detención, el esposo de su madre, Carlos Virgilio González, fue a buscarlo a la obra donde estaba asignado. Allí le preguntó a Schwab qué había pasado y le contestó que él no tenía nada que ver, que había actuado la policía de la provincia. Ese mismo día, González fue a la Brigada de Investigaciones, donde pudo ver a Rocha, custodiado por soldados del Ejército. Cuando insistió con su reclamo ante Schwab, la respuesta fue: “Si sigue molestando, lo hago detener a usted y a toda su familia”.
Otro hermano de Carlos Rocha, Ramón, prestaba servicios en el Ejército en aquel momento. Por eso se animó a ir a la casa de Schwab para ver qué pasaba. Un testigo presencial de ese encuentro, Juan Enrique Rodríguez, confirmó que el entonces teniente le contestó que él lo había mandado a detener. Rocha sigue desaparecido.
Schwab eludió a la Justicia gracias a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, la reactivación de las causas tras la nulidad de esas normas lo puso en alerta. En Tucumán, la investigación más avanzada es la de Rocha pero está mencionado en varios expedientes. El desafío ahora es ubicar a este hombre que en democracia se especializó, entre otras cosas, en encontrar a maridos y esposas infieles o “disuadir” a empleados que buscaban una indemnización acorde por el trabajo que habían realizado demandando a empresas. Schwab fue denunciado por intento de extorsión por ex empleados de Movicom a quienes habría intimidado para que dejaran sin efecto la denuncia contra la telefónica.
Como activo defensor de la dictadura el teniente coronel retirado impulsó a Cecilia Pando y a su hija María Pía para organizar la asociación que reclama la “libertad de los presos políticos”. Las mujeres, uniformadas con remeras blancas y el logo de una bandera argentina encerrada detrás de barrotes carcelarios, empezaron a movilizarse frente a los tribunales para gritar por justicia para los represores. El apoyo se extendió al esposo de Pando, el mayor Rafael Mercado, que recaló en Scanner apenas fue pasado a retiro en el Ejército. Pando, incluso encontró cobijo en uno de los domicilios de Schwab en el barrio de Belgrano.
Desde Scanner supo tejer sólidos vínculos con el ex titular de Aerolíneas Argentinas, el empresario español Antonio Mata, y también con un importante gestor inmobiliario de Miami. Para ambos hombres de negocios, Schwab actuó como asesor en temas de seguridad. Después diversificó sus emprendimientos y en los últimos años despuntó el vicio con dos restaurantes en Costanera Norte. Por ahora sigue gozando de libertad pero sus incursiones públicas se desdibujaron: quedaron como postales de sus buenos tiempos las reuniones con el ex obispo castrense Antonio Baseotto.
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