EL PAíS › EMPEZO LA RONDA PREPARATORIA DE LA CUMBRE DEL G-20. ARGENTINA RECLAMO REGULAR LOS MERCADOS
Carlos Fernández llevó la posición argentina al cónclave en San Pablo. Advirtió por el riesgo de agudización de la crisis. Hubo diferencias de enfoque con Brasil sobre las soluciones.
“La actual crisis financiera ha puesto en evidencia las debilidades de un sistema monetario internacional sustentado en la supuesta capacidad de autorregulación de los mercados”, definió ayer el ministro de Economía, Carlos Fernández, al exponer ante sus pares del Grupo de los 20 en San Pablo, en la reunión preparatoria de la cumbre de ese nucleamiento del próximo viernes y sábado en Washington. El encuentro fue inaugurado por el presidente brasileño, Lula da Silva, y contó con la participación de autoridades económicas de las naciones más poderosas, integrantes del G-7, y de los emergentes que presionan por mayor injerencia en la toma de decisiones en los organismos internacionales. La reunión fue para discutir soluciones conjuntas a la crisis global. Más allá de los discursos diplomáticos, quedaron claras posiciones divergentes entre los países centrales y en desarrollo, e incluso entre estos últimos. La diferencia de enfoque más visible fue entre la Argentina y Brasil.
Mientras Fernández cargó las tintas en las debilidades regulatorias de los mercados financieros, la ineficiencia del FMI y la necesidad de aplicar correcciones urgentes en estos aspectos para evitar la propagación de la crisis, Lula reclamó evitar “la tentación del proteccionismo” y aprovechó para insistir en que se reflote la Ronda de Doha. El mandatario del socio más importante del Mercosur se refería a las negociaciones sobre las reglas de comercio internacional de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que naufragaron hace dos meses por el rechazo, entre otros, de la Argentina y la India por la falta de concesiones de los países industrializados.
Esa discusión en la OMC provocó un cortocircuito en la relación con Brasil, ya que el gobierno de Lula consideró que era mejor un acuerdo limitado con los países desarrollados que ningún acuerdo. Brasil estaba dispuesto a aceptar que esas naciones apenas bajaran sus aranceles y subsidios a la producción agropecuaria, mientras que exigían que los países emergentes redujeran sensiblemente su protección a bienes industriales. Finalmente las negociaciones fracasaron y ayer Lula utilizó la nueva cumbre internacional para pedir que se las reviva.
El punto en que coinciden la Argentina y Brasil es en la necesidad de reformular el FMI y el Banco Mundial. Supuestamente, la cumbre que empezó ayer y se coronará a fines de semana en Washington es para acordar esa nueva estrategia fundacional. “Esta es una crisis global y exige soluciones globales. Este es el momento de formular propuestas para un cambio sustantivo en la arquitectura financiera mundial”, sostuvo Lula en su discurso. Estados Unidos estuvo representado por el subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro, David McCormick, un funcionario de segunda línea, lo que fue interpretado como un gesto de escasa disposición del gobierno de Bush a avanzar con cambios profundos en este momento.
Fernández y Martín Redrado, presidente del Banco Central, llevaron la posición del gobierno argentino. El titular de Economía advirtió que si no se toman medidas urgentes, “existen altas probabilidades de que la situación actual dé lugar a una fuerte y prolongada recesión de la economía mundial”. “El mundo requiere –detalló– acciones expeditivas y a gran escala, tendientes a promover políticas contracíclicas, mecanismos flexibles de asistencia financiera para los países en desarrollo y una mayor y mejor regulación de los sistemas financieros.”
El ministro admitió que “los países de América latina no son inmunes a esta crisis”. Sin embargo, aclaró, se encuentran menos expuestos que a experiencias similares anteriores. Fernández le dedicó un párrafo lapidario al FMI, que en la cumbre de presidentes del 14 y 15 próximos estará bajo todas las miradas. “Esta crisis no es independiente de las deficiencias (...) en el rol de los organismos multilaterales de crédito, en particular del FMI. En las crisis más recientes que afectaron a las economías en desarrollo, la asistencia financiera del FMI probó ser insuficiente, no estuvo disponible de manera oportuna y se concedió sujeta a condicionalidades cuya instrumentación tendió a empeorar, en lugar de a revertir, las crisis”, acusó.
“Resulta necesario modificar la regulación y supervisión del sistema financiero internacional”, agregó. El ministro sostuvo que se requiere transparentar los activos de los bancos, exigir mayores niveles de capitalización y poner límites a sus inversiones en activos de alto riesgo.
El G-20 está integrado por los países del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia), además de Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, más la Unión Europea (UE) como bloque.
Lula, por su parte, dijo que “Brasil cree que se debe evitar la tentación del proteccionismo financiero y comercial como artificio para superar la crisis. Es necesario más integración, más comercio, menos distorsiones y menos proteccionismo”, subrayó. La Argentina, en cambio, viene aplicando medidas para evitar una avalancha de importaciones, entre otros países, de Brasil. Para Lula, “es el momento para el impulso final de la Ronda de Doha”. Los presidentes del G-20 se verán las caras en cinco días para debatir una solución a una crisis cada vez más extendida.
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