Mar 11.11.2008

EL PAíS  › RAFECAS ELEVó A JUICIO LA CAUSA POR LA REPRESIóN EN AUTOMOTORES ORLETTI

Guglielminetti y Ruffo, en el banquillo

Los represores que actuaron en el centro clandestino de detención emblemático de los secuestros y desapariciones del Plan Cóndor tendrán que enfrentar al tribunal. Los seis militares y ex agentes de inteligencia están detenidos.

Seis militares y ex agentes de inteligencia irán a juicio oral por los crímenes cometidos en el centro clandestino Automotores Orletti, emblema del Plan Cóndor. Así lo dispuso el juez federal Daniel Rafecas en una resolución que los responsabiliza de seis homicidios y 65 secuestros y torturas. Entre quienes están encaminados al banquillo por estos casos figuran el ex personal civil de inteligencia del Ejército Raúl Guglielminetti, alias Mayor Guastavino, y el ex agente Eduardo Ruffo, alias Zapato.

Automotores Orletti fue un centro de torturas y extermino de la Secretaría de Inteligencia del Estado que funcionó desde junio de 1976 en un taller mecánico de Floresta. Estuvo al mando del entonces jefe de la SIDE, el general Otto Paladino, y mantenía una coordinación de acciones con el Servicio de Informaciones de Defensa de Uruguay y con la Dirección de Inteligencia chilena. Por Orletti pasaron más de 300 personas, entre argentinos, uruguayos, bolivianos y cubanos privados ilegalmente de su libertad en el marco del Plan Cóndor, la coordinación represiva de las dictaduras sudamericanas.

Los seis acusados están detenidos. Guglielminetti –quien, reciclado en democracia, había sido custodio del ex presidente Raúl Alfonsín– fue apresado en agosto de 2006 en su quinta de Mercedes. Eduardo Ruffo, mano derecha del fallecido agente Aníbal Gordon, había sido condenado en los ochenta por la apropiación de una hija de una de sus víctimas y estuvo prófugo hasta su captura en octubre de 2006, mientras caminaba por Barrio Parque. La resolución de Rafecas, de casi 600 páginas, impulsa también el enjuiciamiento del comodoro Néstor Horacio Guillamondegui, el coronel Rubén Visuara y el general Eduardo Rodolfo Cabanillas, jefes de Operaciones Tácticas de la SIDE. Además será juzgado el ex agente de inteligencia Honorio Martínez Ruiz, alias Pájaro, preso también por el robo de las cajas de seguridad del Banco Nación.

Uno de los asesinatos señalados por el juez es el de Marcelo Ariel Gelman, hijo del poeta Juan Gelman. Su cadáver, junto con los demás, fue encontrado en octubre de 1976 en el río Luján, en la localidad de Tigre. Los cuerpos estaban desnudos y sedimentados con cal y cemento en tambores de 200 litros. Otro de los asesinados fue el contador Carlos Santucho, hermano del líder del ERP, Mario Roberto Santucho.

Entre los 65 casos de privaciones de la libertad y torturas descriptos, la mitad eran militantes uruguayos que fueron interrogados en Orletti y luego trasladados a centros de detención en el país vecino. Los habían secuestrado para robarles un botín de 10 millones de dólares, que luego repartieron en la SIDE. Desde 2006 Rafecas espera la extradición solicitada a Uruguay y Brasil de represores vinculados con ese centro clandestino en el marco del Plan Cóndor. Ellos son el capitán Jorge Alberto Silveira y el comisario inspector Hugo Campos Hermida, vinculados al Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) uruguayo; los mayores José Nino Gavazzo y Manuel Cordero, y el teniente Luis Alfredo Maurente Mata, del Servicio de Informaciones de Uruguay.

La investigación sobre los crímenes cometidos en Orletti es parte de la megacausa sobre el Primer Cuerpo de Ejército, del cual dependía. Rafecas fue elevando a juicio el expediente por tramos. Ya lo hizo con los secuestros y desapariciones de los campos de concentración conocidos como “Atlético”, “Banco”, “Olimpo” y “El Vesubio”. El fiscal Federico Delgado había pedido llevar a juicio oral el capítulo de Orletti en diciembre del año pasado.

Automotores Orletti operó como centro clandestino entre mayo y noviembre de 1976, hasta que dos detenidos consiguieron arrebatar las armas de sus secuestradores y huyeron desnudos, disparando. La investigación tuvo un hallazgo crucial hace dos años, cuando en una inspección ocular del juzgado se encontraron partes de inteligencia que se habían utilizado para tapar agujeros de bala en una pared.

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