EL PAíS › OPINIóN
› Por Rubén Dri *
“Las medidas que anunciamos nunca les alcanzan”, exclamó Chepi, refiriéndose a la Mesa de Enlace, como si ésa fuese una novedad recién descubierta, cuando en realidad ésa es la historia desde que comenzó el lockout patronal. A cada concesión del Gobierno siempre hubo un nuevo avance patronal.
El nudo de la cuestión es que nunca el problema fue el de las retenciones en sí y menos todavía el de su segmentación, como cierto diputado “progresista” parece haber creído. De hecho, las concesiones hechas por el Gobierno durante el conflicto se asemejaban mucho a la susodicha segmentación. Todo fue rechazado de plano por la Mesa de Enlace, apoyada por el coro opositor formado por una verdadera arca de Noé.
Por suerte, el jefe de los Panzers del desabastecimiento, Eduardo Buzzi, dijo con claridad a quien quisiera escucharlo de qué se trataba y de qué se trata actualmente el denominado “conflicto del campo”, es decir, de “desgastar al Gobierno”, para lo cual se había “pintado la cara”. Eso recibe diferentes nombres, como “clima destituyente” o “golpe suave”. Claro está que, con el desgaste del Gobierno, el camino queda abierto para la desaparición de todas las retenciones, como sueña la inefable Carrió.
Las medidas que tomó el Gobierno no necesariamente son las mejores, pero no se puede dudar de que las bajas en las retenciones de trigo, maíz, frutas y verduras son medidas que favorecen la producción de elementos que son absolutamente necesarios para el consumo de la población. Se puede discutir sobre el alcance de esas medidas, pero lo que no se puede hacer es rechazarlas de plano como lo hace la denominada Mesa de Enlace.
Esta mesa hace algo más que rechazar las medidas. Directamente, afirma que “en lugar de estimularlo, desincentivan al productor, harto ya de ofensas y mentiras”. La mesa lucha para que se rebajen las retenciones, pero cuando éstas se rebajan, afirma que “desincentivan” al productor, agregando lo de “ofensas y mentiras” que no se especifican.
En la rebaja de retenciones no está contemplada la soja. Esta es, tal vez, la mejor medida que ha tomado el Gobierno, porque la sojización del campo es una de las peores pestes que azotan al país, y bajar las retenciones a ese producto es lo mismo que impulsarlo. El Gobierno, pese a sus errores anteriores al respecto, no puede impulsar la sojización que ya nos ha hecho tanto mal.
Las tropas de Alfredo De Angeli, las mismas que pintaron de negro el busto de Evita, recomenzaron con los cortes de ruta, la gimnasia que más les gusta. En De Angeli aparece con claridad una de las contradicciones de que está lleno el lockout patronal. Efectivamente, por una parte lidera la Asamblea de Gualeguaychú que se opone a la contaminación de la pastera Botnia, pero, por otra, contamina los campos de la zona con la soja. La muerte de los pájaros en esa zona no se debe a Botnia, sino a la soja.
La UCR, el PRO y la Coalición Cívica, heterogéneo agrupamiento de derecha, en sus incursiones de apoyo a las corporaciones agrarias, esperando de ello una buena acumulación de votos, han recurrido a la psicología para explicar las medidas que toma el Gobierno. “Son insuficientes y realizadas desde el rencor”, es su dictamen psico-político.
Lo que a esta altura del conflicto debe estar claro es que para las corporaciones agrarias, que se autodenominan “campo”, no hay solución por más medidas que se tomen a su favor, porque lo que se busca es el sometimiento no sólo del Gobierno, sino del Estado, Buzzi dixit.
* Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
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