EL PAíS › RODOLFO CANICOBA CORRAL, JUEZ FEDERAL
› Por Irina Hauser
A los 63 años, Rodolfo Canicoba Corral es uno de los jueces federales nombrados en el menemismo que sorteó varios gobiernos sin moverse (o ser movido) de su despacho. Está en Punta del Este, donde mantiene la tradición de veranear. Pasa una hora en el mar con su hija de cinco años, Mía, y después habla con Página/12 de la causa AMIA, la del Indec, las presiones, su inclinación peronista, la inseguridad, la excarcelación de represores y su rechazo a los concursos para ser juez o camarista.
–De Carlos Menem en adelante, usted ya pasó varios gobiernos como juez federal porteño. ¿Cuál fue su secreto para sobrevivir?
–Ya pasé siete presidentes, ¿quizá por ser equitativo? Me lo pregunto. Hay gente en la Justicia que se cansa, que no soporta la presión de tener expedientes complicados. Yo no. Me refiero a la presión de los medios, que todos los días esperan novedades. Los tiempos de la Justicia son otros.
–¿Existe algo así como la servilleta de los Kirchner?
–Ya la servilleta de (Domingo) Cavallo era una estupidez. ¡Eso era un mantel! Cada juez que tuvo que investigar a Cavallo apareció en la servilleta. Yo lo condené por calumnias e injurias y me incluyó enseguida. Sí hay una impronta K en los jueces más nuevos, en rigor han pasado por todo un sistema de concurso que se supone que garantiza independencia y transparencia. Aunque es un sistema que no comparto, porque implica una exhibición en el terreno político que al final no garantiza nada. Todos los gobiernos intentan designar gente con ideas políticas afines.
–Usted siempre se dijo peronista. ¿A quién votó la última vez?
–Voté a Cristina (suspira). Soy un peronista progresista. En las próximas elecciones voy a tener que hacer un análisis más exhaustivo.
–¿Y por qué no concursa para ascender? ¿No le gusta el sistema?
–Después de haber sido juez federal 15 años, no creo que tenga que dar un examen. Es humillante que algunos de los que los toman nunca tuvieron un preso delante suyo. En otras condiciones me hubiera gustado ser camarista.
–¿Que cambió en el fuero federal con la renovación de los últimos años?
–Cuando yo entré a la Justicia federal, no estaba tan mediatizada ni politizada. Ahora, si algún político no tiene los votos en el Congreso, aparece en tribunales. Hacer denuncias es un estilo de ejercer la política.
–Algunos colegas suyos dicen que el Gobierno los presiona. ¿Es así?
–El sistema no favorece la independencia de los jueces. Cualquiera denuncia a un juez, el Consejo de la Magistratura le mantiene el expediente abierto sine die, casi sin término, y eso implica una presión.
–¿Es la única modalidad? ¿Podría contar alguna experiencia?
–No que me haya dado cuenta. En reuniones sociales hay gente que te pregunta qué pasa con tal o cual tema. Pero a mí no me llama el ministro de Justicia para preguntarme cosas. A (Carlos) Stornelli le salió el tiro por la culata (como fiscal en el caso Skanska le dijo Aníbal Fernández que se “cargaría” a dos funcionarios; el diálogo quedó en un decreto.)
–Usted tiene la causa sobre la alteración de los índices de precios del Indec. Pasaron casi dos años, ¿por qué no hay procesados?
–No tengo probado un delito, independientemente de lo que diga el fiscal (Manuel) Garrido. Como no hay ninguna normativa legal que establezca el modo en que se debe hacer el relevamiento de datos, entonces difícilmente pueda haber una violación de alguna normativa. Nunca la hubo, y según la investigación judicial la manera de recabar información siempre se retocó. Desde el punto de vista penal, podría haber violación de secreto, quizá de algún funcionario del Indec, pero no de (Guillermo) Moreno, porque no forma parte del organismo. Y al no haber normativa, y si alguien sabe cuál era que me diga, no puede haber un incumplimiento.
–O sea que la causa va camino al cierre.
–No, porque todavía queda por saber si fueron alterados los datos. O sea, si alguien borró números y puso otros. Es muy difícil de establecer. Recién ahora conseguimos que la Universidad Tecnológica haga una pericia.
–¿De qué causas podría decirse orgulloso?
–Procesé a Videla, Massera y Agosti por el Plan Cóndor. Fui el primero en dictar procesamientos en las coimas del Senado.
–¿Y haber metido presa a María Julia?
–No me da orgullo meter gente presa, sí la investigación.
–Usted hablaba de represores. ¿Acuerda con las recientes excarcelaciones?
–Pienso que mientras no haya una sentencia firme pasado cierto tiempo, dos años dice la ley, nadie tiene que estar preso, sea un represor o un violador o quien sea. La prisión no puede ser una pena anticipada. Desde ya que el Estado debería hacer algo para que no se demoren los juicios.
–Desde que usted interviene en la causa AMIA, apuntó a la conexión internacional. ¿Alguna vez se conocerá la conexión local?
–Tengo dudas de que haya habido una conexión local tal y como se la comenta. Sí creo que hubo un Estado poderoso atrás, Irán. La investigación sobre ciudadanos argentinos sigue su curso, pero aún no hay nada. Y si hubo encubrimiento del Estado argentino, se está juzgando por otro lado.
–¿Los jueces deberían pagar Impuesto a las Ganancias?
–Si a la gente le irrita que no paguen, sí. Es un beneficio extra. Pero habría que cambiar la Constitución sin alterar la intangibilidad salarial.
–¿Y acuerda con difundir su patrimonio?
–Tenemos que justificar el patrimonio, pero ante los organismos pertinentes. La difusión por parte de una ONG ha sido un negocio editorial.
–¿La inseguridad es una sensación o es realidad?
–Los delitos violentos aumentaron en todo el mundo. Debería ser un tema prioritario el seguimiento de delitos con armas, lesiones, los homicidios. Pero tampoco es cuestión de agravar las penas. La cárcel, como es hoy, no mejora ni a un pibe de 12 años ni a un boludo de cuarenta.
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