EL PAíS
› EL DUHALDISMO ESTA DISPUESTO A
ROMPER EL PJ SI MENEM TENSA MAS LA CUERDA
Todos preparados para la guerra a muerte
Sin puntos de contacto con el menemismo, en el Gobierno apostarán a cambiar a la junta electoral y el cronograma desde el Congreso del PJ. Ya hay en la Rosada quien cree que Duhalde debería ser candidato. Pedido de encuestas.
› Por Sergio Moreno
Con los congresales partidarios contados (aproximadamente 600 de entre 900), el duhaldismo –y el Gobierno– se preparan para la guerra contra Carlos Menem. Bajará al campo el martes y cambiará, en la reunión del Congreso Nacional Justicialista, la junta electoral del PJ y el cronograma de comicios internos. “Si fuese por mí, tensaría la cuerda hasta romper el partido: yo no toleraré el regreso de Menem y ésta es una pelea de poder”, dijo ayer a Página/12 un duro ministro nacional, bonaerense él. En armonía con tales belicosos ánimos, ya hay en la Casa Rosada quien sostiene que, ante la orfandad de postulantes que lleven los colores del Presidente, el candidato de Eduardo Duhalde debe ser el propio Duhalde. Incluso, han solicitado las primeras encuestas.
El Presidente y sus centuriones no se resignan a la oquedad que les produce carecer de pupilo. Por ello se han dado a mil alquimias para crear el golem que se empecina en no nacer. La más reciente combinación de elementos apuntaba a erigir al gobernador Néstor Kirchner en “el hombre”, y la idea del Presidente era acoplar a la fórmula a José Manuel de la Sota. Pero fue el propio santacruceño quien el jueves, en una reunión que mantuvieron en Olivos, le dijo a Duhalde que no quería la compañía del cordobés. “Me desperfila”, ensayó el patagónico, quien sueña con un partenaire bonaerense, a la sazón, el ministro de Justicia Juan José Alvarez o alguno de los intendentes: Alberto Balestrini, de La Matanza, o a Julio Alak, de La Plata.
Las palabras quedaron flotando en el aire, la indefinición intocada y la ansiedad en aumento.
En el variopinto abanico del Gobierno cada funcionario tiene un santo de devoción, pero este fin de semana comenzó a cristalizar una idea que, por vergonzante, no salió a la luz antes (no obstante constituir la gran fantasía de varios). “Todos quieren encontrar al candidato oficial, todos timbean nombres. Yo creo que el candidato de Duhalde tiene que ser Duhalde”, confesó ayer un importante secretario de Estado a este diario. El Presidente resiste tal posibilidad. De hecho ha gesticulado con elocuencia el envío de su renuncia al Congreso, etcétera, etcétera. No obstante, en la Rosada saben que, finalmente, el cronograma electoral quedará en manos de la Justicia –el menemismo impugnará todo lo que salga del Congreso– y que es muy poco probable que el Parlamento deje ir a Duhalde el 25 de mayo si para esa fecha no hay otro presidente electo.
Pero hoy, domingo 27 de octubre, las fechas son bien distintas que esas para los habitantes de Balcarce 50. Las cavilaciones están puestas en el Congreso partidario que el duhaldismo realizará el martes a como dé lugar –si no media un milagro de conciliación mañana–. Los ingenieros del encuentro dan por sentado que contarán con más o menos 600 congresales partidarios, de un total de 900, con lo cual no tendrían inconvenientes para sesionar. Las armas están afiladas.
En el Congreso se decidirá cambiar la junta electoral dominada por el menemismo y modificar el cronograma electoral interno, postergándolo para enero de 2003.
Ambas medidas serán un leve reflejo del caldo que se cuece en la marmita del duhaldismo. Así lo explicó ayer un importante ministro, ponderado por el Presidente, a Página/12: “Lamentablemente, la discusión en la Argentina pasa por el peronismo porque la oposición no existe. Entonces, debemos discutir a la Argentina desde el peronismo y yo no quiero que Menem vuelva a gobernar la Argentina. Esta es una pelea de poder y soy de los que creen que hay que llegar hasta el final, incluso a partir el partido si no hay otra alternativa. Ojalá que no sea necesario, pero estamos dispuestos. Con Menem no negocio medio tranco de pulga”.
El funcionario maceraba su enojo en palabras de otro de sus compañeros de Gabinete, que tiraba sapos y culebras contra el gobernador santafesino Carlos Reutemann: “Es un cagón –lo describió sin ambages–; (Rubén) Marínle mandó una carta y se cagó, literalmente. El podría haber sido garante de la transparencia en el Congreso y consensuar seis o siete puntos de agenda de Estado, pero arrugó. Siempre ha sido funcional a Menem. Es un mediocre”, remató.
Reutemann no fue el blanco excluyente de los dardos oficiales de esta semana. La jueza María Servini de Cubría también ocupó ese sitio. “Es un cuadrazo menemista; si alguien tenía alguna duda ya la ha despejado. Ella, que dijo que no tomaría medidas políticas, es la que está definiendo las candidaturas en la Argentina”, rumiaba con bronca otro secretario de Estado.
Encuestas
En las oficinas linderas al despacho presidencial no quieren dejar más cosas al azar de las que ya hay. Han solicitado una encuesta nacional cuya pregunta central será: “Para usted, un posible gobierno de Rodríguez Saá (o Kirchner, o Menem, o De la Sota, o Carrió, o López Murphy), ¿será mejor, igual, o peor que éste?”. Confiados que la bajísima intención de voto que tienen quienes encabezan los sondeos y el crecimiento del voto a nadie (ver página 8), en el Gobierno se ilusionan con que a Duhalde no le iría tan mal en este trabajo.
En época de anomia, de desinterés electoral, toda esa abulia bien podría tributar a un pasar más prolongado del Gobierno en el poder, al menos hasta que –como anhelan en la Rosada– la economía comience a revertir la tendencia a la pauperización y florezcan algunos síntomas de mejora. Como ilusión es grande, pero los competidores escasean.