EL PAíS › JORGE “EL TIGRE” ACOSTA Y ALFREDO “EL CUERVO” ASTIZ DESCONOCIERON LA REPRESION EN LA ESMA
Trasladados desde la prisión, los represores de la Armada llegaron a tribunales para ser interrogados por el asesinato de la estudiante sueca Dagmar Hagelin. Astiz se mostró sorprendido cuando le preguntaron sobre los vuelos de la muerte.
“No sé de qué me está hablando”, contestó Alfredo Astiz cuando el juez federal Sergio Torres lo interrogó sobre los vuelos de la muerte que partían desde la ESMA con prisioneros que eran arrojados vivos al mar, y sobre la falsificación de documentos para los integrantes de esos grupos de tareas. El represor y su superior, el ex capitán Jorge “Tigre” Acosta, fueron indagados ayer en ese juzgado por el caso de Dagmar Ingrid Hagelin, la joven suecoargentina baleada secuestrada en 1977 y llevada con vida a la ESMA. Allí fue vista por última vez antes de ser víctima, se presume, de uno de los “vuelos de la muerte” de los que Astiz dijo no tener noticias.
El llamado “Angel Rubio” está acusado de haber integrado la patota que la secuestró luego de haberla baleado en plena calle, en un caso de enorme repercusión internacional que produjo uno de los primeros reclamos de gobiernos extranjeros a la dictadura por derechos humanos.
Asistido por su defensor, Juan Aberg Cobo, Astiz adujo que ya fue sobreseído por la Cámara Federal en 1987 a raíz de la aplicación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. En diciembre pasado, la Corte Suprema ordenó reabrir el caso siguiendo un dictamen de la Procuración, que estableció que el crimen de Hagelin está enmarcado en los delitos de lesa humanidad y debe ser considerado imprescriptible. Fue la culminación del persistente reclamo de Ragnar Hagelin, padre de Dagmar, y su abogado Luis Zamora.
Acosta, procesado también por cientos de crímenes y con prisión preventiva en el penal de Ezeiza, se negó directamente a declarar, mientras que Astiz aceptó ser interrogado sobre los delitos que se le imputan en la megacausa ESMA. En su declaración, según fuentes judiciales, Astiz negó haber integrado los grupos de tareas y dijo haber sido “apenas un administrativo”, con el cargo de secretario del jefe de instrucción de la Escuela Naval. También negó haber pertenecido al cuadro de oficiales de la ESMA cuando dijo haber estado asignado en Río Santiago y, luego de 1979, cuando fue agregado naval en Sudáfrica.
Según el expediente, Hagelin, de 17 años, fue baleada y secuestrada el 27 de enero de 1977 en El Palomar cuando iba a visitar a una amiga que había conocido ese verano en Villa Gesell: Norma Susana Burgos, quien fuera esposa del dirigente montonero Carlos Caride y que había sido privada ilegítimamente de su libertad el día anterior. Testimonios sobre el secuestro refieren que encabezaba el operativo un hombre “alto, rubio, atlético y de ojos celestes” que posteriormente identificaron como Astiz, y que el objetivo del procedimiento era capturar a otra supuesta militante de esa organización “de aspecto similar al de Dagmar, pero un poco más alta”.
A Dagmar y Burgos las había presentado el padrastro de la primera, Eduardo Waissmann, que trabajaba de abogado y había defendido a Caride, uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Peronistas. Los marinos montaron una guardia en los alrededores de la casa de Burgos, ubicada en la calle Sargento Cabral 317 de El Palomar, pensando que asistiría allí María Antonia Berger, dirigente de Montoneros y sobreviviente de la Masacre de Trelew. Al ver venir a Dagmar pensaron que se trataba de Berger, pues ambas eran rubias y de aspecto nórdico, e impartieron la voz de alto. Dagmar, que era atleta, salió corriendo velozmente, pero Astiz partió detrás de ella, puso rodilla en tierra, apuntó y disparó su pistola. Un balazo en la cabeza hizo caer a la joven boca abajo sobre la vereda. Los marinos pararon un taxi, se apoderaron del vehículo y la metieron a Dagmar en el baúl, que aún estaba viva, ya que trató de evitar con sus manos que la encerraran, según recordaron algunos testigos. Cuando llegó a la ESMA seguía viva pero había quedado paralizada por el impacto en la cabeza. Desde entonces permanece de-saparecida.
El caso Hagelin formó parte de los 700 casos investigados durante el juicio a las Juntas Militares, sustanciado en 1985 y en el cual los ex dictadores fueron condenados, aunque en 1990 recibieron el indulto del entonces ex presidente Carlos Menem. El padre de la joven, Ragnar Hagelin, chileno pero nacionalizado sueco, movió cielo y tierra para averiguar qué ocurrió con su hija, incluso consiguió que el gobierno de Suecia, el Vaticano y el gobierno de los Estados Unidos reclamaran a la dictadura militar. Y aportó su testimonio en el Juicio a las Juntas.
Más allá del caso Hagelin, en la megacausa ESMA sólo dos de la enorme variedad de crímenes cometidos en ese centro clandestino hace más de tres décadas están listos para ser ventilados en un juicio oral, posiblemente a partir de septiembre. Se trata del caso del secuestro de las monjas francesas en la puerta de la iglesia de Santa Cruz junto al grupo fundador de las Madres de Plaza de Mayo, en la que según los sobrevivientes Astiz participó como “entregador” simulando ser hermano de un desaparecido. El otro es el caso del secuestro y asesinato del escritor y periodista Rodolfo Walsh, hecho en el que también se asigna a Astiz participación en el grupo operativo, aunque ayer insistiera que no tuvo nada que ver con esos crímenes.
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