EL PAíS • SUBNOTA
“Nuestro objetivo es que el Estado, a través de su responsabilidad institucional con la sociedad, cumpla su cometido y sentencie y ponga (a los responsables) donde deben estar, que es la cárcel”, afirmó Ragnar Hagelin, padre de Dagmar, en diálogo telefónico con una radio porteña desde Estocolmo. “Uno no puede decir que sea un éxito que (los asesinos) estén en el banquillo después de 32 años, que recién están indagando por primera vez a Acosta y Astiz por mi hija”, advirtió con marcado pesimismo. Hagelin remarcó que los defensores de los represores “siempre encontraron algún resquicio técnico para postergar que se haga justicia con los crímenes que cometieron”. Y destacó el pronunciamiento de la Corte Suprema en contra de ese “bicicleteo judicial” para los familiares de desaparecidos. “Va a pasar como con (el dictador chileno Augusto) Pinochet, que murió sin ser condenado por ninguno de los crímenes que cometió, al margen de que los familiares no podemos saber qué es lo que sucedió, cómo liquidaron a nuestros seres queridos”, planteó. Hagelin contó que nunca pudo confirmar qué había pasado con su hija. “Desgraciadamente lo único que podemos constatar es que la mataron; sabemos que estuvo con vida dos o tres semanas (después del secuestro), pero luego se pierde toda información”, dijo. Y mencionó tres hipótesis, aunque aclaró que ninguna está confirmada: que el asesinato y cremación de Dagmar fue en la ESMA, que la chica había sido lanzada desde un avión en alguno de los denominados “vuelos de la muerte”, y en una tercera que el cuerpo está enterrado como NN en algún lugar desconocido.
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