EL PAíS › MARX, TOLSTOI, EL CINE, LA VIDA Y EL OPTIMISMO
–Usted acaba de pedir al MI5, el organismo de seguridad interior del Reino Unido, que desclasifique los archivos sobre su vida y se los dé. ¿Por qué?
–No hay razón para que no los pueda ver. Es un poco absurdo. Hay hasta cartas privadas mías dando vueltas por ahí que salieron de otros archivos que sí fueron desclasificados, lo cual genera una contradicción ridícula. Mire, no es extraño que existan los archivos de seguridad, y no es extraño que yo esté. Lo que no entiendo, a esta altura, es por qué no me lo dejan ver. Soy curioso.
–La parábola del historiador, ¿no? Usted obviamente conoce su propia vida, pero incluso conociéndola quiere los documentos.
–Puede ser. Y además en mi caso ni siquiera es historia reciente. Pasaron alrededor de 70 años.
–¿Qué lee hoy, profesor, 70 años después?
–Diarios, por supuesto. Revistas. Libros. Estos días leo L’invention du peuple juif, de Shlomo Sand. Trata sobre el concepto de pueblo judío, hurga en el Talmud, se mete con la idea de pueblo-nación. Es un tema que me interesa. Todavía no lo terminé de leer, así que aún no puedo sacar conclusiones. Sí tengo claro qué es ser judío en mi vida. De pequeño me decían: “Debes decir que eres judío y jamás sentir vergüenza”. Siempre lo hice así. Lo hago incluso cuando no estoy de acuerdo con políticas concretas del gobierno de Israel. Sigo confiando en el ser humano y estoy orgulloso de ser judío.
–¿Qué le gustó últimamente en cine?
–Me impactó mucho Man on wire.
–¿La historia de Philippe Petit?
–Sí. La película cuenta cómo hizo Petit, en 1974, para cruzar en un cable los 60 metros que separaban una torre gemela de Nueva York de la otra. Me interesó por la naturaleza humana: un hombre intentaba hacer algo que parecía imposible. Y lo hizo. Es un buen motivo de reflexión en un momento de tensiones políticas y sociales.
–¿Cuál es su novela preferida?
(Golpea rítmicamente el brazo de la silla con todas las uñas de la mano derecha durante casi un minuto.) –Ana Karenina, de León Tolstoi. Una novela maravillosa. La más grande que leí en mi vida. Y no sé si podré leerla de nuevo. Ya que hablo con un latinoamericano le digo que me gusta mucho Gabriel García Márquez, en especial Cien años de soledad. Captura inmediatamente tu atención y toda tu vida. Y siempre leí mucha poesía.
–¿Qué obra de Marx recomienda leer?
–El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Un gran análisis de la sociedad y la política. Un gran trabajo de historia. Una gran obra del periodismo. Todo eso junto a veces produce resultados extraordinarios.
–Marx y Tolstoi son del siglo XIX.
–Y bueno, no se olvide de que originalmente yo soy un historiador del siglo XIX. ¿No seré también un hombre del siglo XIX? A fines de ese siglo la gente creía en el progreso técnico y moral. Tenía esperanzas en un mundo educado y civilizado que estaba aboliendo la tortura y la esclavitud. Yo creo en esa idea de progreso moral. Pero no soy necio, y sé que es difícil mantenerlo. Y ya que hablamos de Marx, obviamente el socialismo era optimista por naturaleza. Creía en la posibilidad cierta del cambio. Ya ve para qué sirven los historiadores: recuerdan lo que otros quieren olvidar.
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