EL PAíS
“Los extremistas crean más violencia en el mundo”
Mark Weitzman es un experto en extremistas de derecha y coordina el seguimiento de sus actividades en todo el mundo. Una charla sobre un peligro que a veces parece lejano y menor.
› Por Sergio Kiernan
Mark Weitzman es el director de varios de los trabajos “contra el odio” que mantiene el Centro Simon Wiesenthal. Entre otras cosas, es un atento observador de las acciones, alianzas e ideas de los grupos extremistas en el mundo entero. Para este tipo de investigación es la muy original y extensa base de datos que mantiene el Centro sobre los sitios neonazis, extremistas y racistas de Internet. La base de datos es una fuerte herramienta para el seguimiento de sus actividades, “aunque para saber seriamente qué hacen estos grupos no hay que quedarse solamente con lo que ellos publican. Tenemos gente que sigue otros contenidos y acciones, va a actos y recitales”. Estos esfuerzos sirven para crear herramientas educativas, asesorar a fuerzas policiales y prevenir tendencias en el mundillo del neonazismo. Weitzman también dirige el trabajo educativo del Centro Wiesenthal, que es la razón por la que visitó Buenos Aires: vino a ayudar a entrenar al primer grupo de docentes argentinos que comenzará a educar contra la discriminación. Es que la Argentina es parte de la organización internacional contra el odio que fue creada en Estocolmo hace dos años.
–Mucha gente piensa que los grupos neonazis son desagradables pero inofensivos, marginales. ¿Qué peligro presentan?
–No es cuestión de tamaño. Una tendencia que encontramos en los últimos años, claramente en Estados Unidos y cada vez más en otros países, es que la propaganda y las ideas de estos grupos se filtran a personas sueltas o grupos pequeños que luego actúan por su cuenta. Ocurrió en el atentado en Oklahoma, en Yemen, en Francia, en Alemania, en las Torres Gemelas: grupos pequeños que usan bombas. O sea, no importa el número, importa el fanatismo.
–Es la doctrina del “lobo solitario”.
–Eso, la doctrina de la resistencia sin líderes que usan los neonazis.
–¿Hay casos de grupos que influencien el discurso político general?
–Vimos casos de ideas antipolíticas, como la campaña contra la globalización. Las ideas antiglobalizantes son perfectamente legítimas, forman parte del libre debate de ideas, pero hay grupos alemanes que movilizan contra la globalización afirmando que es una lucha contra las multinacionales norteamericanas, lo que quiere decir Wall Street, lo que quiere decir los judíos. En su doctrina, para ser antiglobal, hay que ser antisemita. Repito, no digo que todos los antiglobalizadores piensen esto, digo que algunos tratan de legitimizar su antisemitismo. También vemos cada vez más un esfuerzo de unir grupos europeos, americanos y musulmanes en una agenda antisemita, antijudía y antioccidental, para legitimar la negación del Holocausto, atacar Israel, desacreditar a los judíos.
–La violencia que generan estas ideas, ¿está aumentando?
–Sí, en muchos países del mundo. Uno tiende a ignorar lo que pasa en Filipinas, en Chechenia. Hay un fenómeno multinacional de violencia de grupos pequeños o individuos. Vemos mezquitas en Gran Bretaña predicando la violencia, vemos el caso de dos extremistas musulmanes detenidos en Alemania hace dos años, en un departamento lleno de propaganda neonazi, vemos grupos en EE.UU. que aplauden la violencia extremista en otros países y tratan de hacer alianzas.
–¿Cómo hacen los grupos neonazis, que racialmente consideran inferiores a los árabes, para apoyar un ataque contra su propio país?
–No les resulta fácil. Hay algunos grupos que aplauden el ataque a las Torres porque opinan que cualquiera que ataque Wall Street ataca a los judíos, por lo tanto es un héroe. Hay otros que piensan lo mismo pero igual lo ven como un ataque contra el país. Y hay los que quieren hacer ambas cosas, como David Duke, que dice que fue un horrible ataque contra EE.UU. pero que la culpa es de los judíos, que obligaron al país a apoyar a Israel por eso causaron el ataque. Como sea, la culpa es de los judíos.
–Estos esfuerzos para aliarse a los extremistas musulmanes, ¿tuvieron éxito? –No mucho. Excepto por la negación del Holocausto y el uso de argumentos antisemitas occidentales, los extremistas musulmanes no tienen demasiado interés en neonazis cristianos, en seguidores de la Identidad Cristiana. Para ellos son paganos, idólatras.
–¿Cuáles son los centros mundiales de ideologías extremistas?
–Estados Unidos y los países árabes son los que dan el mayor apoyo material, de donde sale el dinero. Estados Unidos es el centro de la industria de la música neonazi, por ejemplo, y muchos grupos internacionales tienen sus sitios de Internet ahí por la protección a la libertad de expresión. Rusia está apareciendo como un lugar importante, con muchos sitios que se mudan allí y con David Duke que pasa seis meses al año allá, en un ambiente afín. Pero Alemania es todavía el lugar más significativo, tierra sagrada. No es nada más que nostalgia, hay una corriente alemana que trata de volver a los tiempos de Otto Strasser, de subrayar la parte socialista del nacionalsocialismo. Son justamente los que militan contra la globalización y tienen muchas figuras que comenzaron en la izquierda militante.
–Su visita a la Argentina no es por este tipo de actividades...
–De hecho, estoy aquí para cosas más agradables. Hace dos años se creó una “fuerza de tareas” contra el odio por iniciativa del gobierno sueco. Más de 15 países se comprometieron a aportar fondos para difundir qué pasó en el Holocausto por medio de museos, memoriales y esfuerzos docentes. La Argentina es un miembro reciente y vine junto a expertos del Yad Vashem de Jerusalén, el Museo del Holocausto de Nueva York y el Museo Imperial de Guerra de Londres a entrenar a los primeros 15 docentes, que a su vez entrenarán a otros docentes.
Subnotas