EL PAíS › LAS CENIZAS DE MABEL GUTIéRREZ FUERON ESPARCIDAS EN EL RíO DE LA PLATA
Unas 300 personas participaron del homenaje a la presidenta de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, fallecida el viernes. “Se ha ido sin saber dónde está Alejandro, pero vamos a seguir exigiendo saber qué hicieron con él y los 30 mil desaparecidos”, dijo su hija.
Las cenizas de Mabel Gutiérrez, presidenta de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, fallecida el viernes, fueron esparcidas ayer en las aguas del Río de la Plata, su último deseo. La ceremonia se hizo en el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, que incluye el nombre de su hijo Alejandro, desaparecido en 1978, y concluyó cuando las 300 personas que se acercaron al Parque de la Memoria para despedirla arrojaron claveles al río.
Ama de casa, madre de cuatro hijos y concertista de piano hasta sus 47 años, cuando secuestraron a Alejandro, Mabel Gutiérrez se convirtió desde entonces en una de las máximas referentes de los organismos de derechos humanos. Por su capacidad reflexiva y lucidez, hasta sus últimos días delegaron en ella la redacción de documentos.
Alejandro, de 25 años, fue secuestrado el 24 de julio de 1978 en Tolosa, cerca de La Plata, donde militaba. Fue visto por última vez en el centro clandestino La Cacha. De inmediato su mamá abandonó el apellido de soltera, pasó a llamarse Mabel Gutiérrez para hacer público el orgullo por su hijo, y se integró a Familiares, el primer organismo de allegados directos de víctimas del terrorismo de Estado. “Alejandro me había hablado de Familiares, me mostró el camino”, contó alguna vez. Pese a que su hijo nunca fue legalizado en una cárcel, Gutiérrez comprendió desde el comienzo que eran razones políticas la causa tanto de miles de detenciones de la época como de los secuestros en centros clandestinos, y luchó a la cabeza de Familiares por la libertad de los presos políticos de la dictadura.
La despedida de ayer estuvo a su altura. Concurrieron al Parque de la Memoria sus hijos y nietos, representantes de organismos de derechos humanos, ex presos políticos, los nietos recuperados y hoy legisladores Juan Cabandié y Victoria Donda, y el ex subsecretario de Derechos Humanos Rodolfo Mattarollo. Ningún pudo evitar quebrarse al evocarla. Lita Boitano recordó que “este monumento fue uno de los sueños por los que luchó Mabel y contribuyó para que se concretara”. La despidió anhelando “salud para poder seguir viendo cómo se concretan sus sueños”. Mattarollo la definió como “una figura central del movimiento de derechos humanos en el país y en Latinoamérica”, recordó que “unía dos pilares básicos: el corazón y la razón” y destacó su papel en la Federación Latinoamericana y Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
“Le preocupaban los problemas de la infancia, la vivienda, la discriminación y pedía mayor capacitación para los organismos de derechos humanos”, resaltó María Elena Naddeo. “Quería llegar al Bicentenario con todos los represores en cárceles comunes”, se lamentó Juan Argüello en nombre de los ex presos políticos. Su hija Ana destacó que “se ha ido sin saber dónde está Alejandro, tenemos ese dolor, pero vamos a seguir exigiendo saber qué hicieron con él y con los 30 mil detenidos desaparecidos”.
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