EL PAíS
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El regreso del Chacho
Por Enrique M. Martínez *
Chacho Alvarez ha vuelto, con el discurso enérgico de quien cree lo que dice. Eso es bueno. Hizo autocrítica escrita, que sintetiza verbalmente, invitando a reflexionar sobre el pasado y el futuro. Eso también es bueno. El problema es que el pasado solo se puede retorcer y desarmar en pedazos hasta la exasperación. Pero no cambiar. Por eso es posible que al explicar aparezcan los vacíos, que para otros protagonistas o aún para cuidadosos observadores necesiten más respuestas. Una: ¿Por qué no explicar la paradoja de enfrentarse a un Senado corrupto para defender una ley injusta? Chacho no explica por qué apoyó una ley a todas luces contradictoria con los principios del Frepaso, apoyo que llegó hasta avalar la presión al bloque de Diputados para votarla, que sólo resistimos cinco diputados. En aquel pasado inmodificable se nos dijo que se garantizaría la gobernabilidad. ¿No fue eso un error? Si ese error no se hubiera cometido, la corrupción del Senado –o de otros ámbitos– podría haber sido más nítida y hasta doblegable, ya que hubiera salido a la luz cuando se discutieran leyes transformadoras y no el engendro laboral.
Dos: Chacho califica de máximo error a retirarse solo, en lugar de pasar en bloque a la oposición. Hace tiempo que antiguos compañeros sostienen lo mismo. ¿Qué es un partido de oposición? Chacho, y nosotros con él, siempre creímos que hacemos política para ayudar a transformar la sociedad en un sentido positivo. Para lograr eso, el objetivo no puede ser constituirse en oposición o en oficialismo. Sólo vale acceder a espacios de gestión, cuanto más importantes mejor, y una vez en ellos ejercer acciones que beneficien a los compatriotas. Eso vale desde un vicepresidente de la Nación hasta el último concejal. Lamentablemente la cultura política vigente hace que un concejal “progresista” que está en minoría dedique todo su tiempo a denunciar los curros del intendente y nunca a presentar proyectos útiles para un cambio. Por eso se pudo proponer operadores políticos como ministros y postular –ayer y hoy– que no había más remedio. Eso no es cierto. ¿No es un error –grave– haber creído y creer hoy eso con tanta firmeza? Si tal era la situación, ¿para qué buscar el poder? ¿Para aprender desde allí? ¿Para terminar creando la fábula de que se podría usar a Cavallo para recuperar a la Alianza? Quienes hoy siguen sosteniendo que estar en un cargo es aferrarse al sillón, le hacen un flaco favor a la política, y dolorosamente justifican su impotencia. Bienvenido Chacho. Pero discutamos a fondo y de verdad.
* Ex diputado (Frepaso). Funcionario en varios cargos durante el gobierno de la Alianza. Preside el INTI.