La comisión de enlace entre el ARI y el Partido Socialista (PS) se reunió ayer para intentar destrabar las diferencias que pusieron a la coalición en una virtual fractura. El clima fue cordial y hubo acuerdo en torno del armado conjunto del programa de gobierno y la elección del candidato a vicepresidente. Sin embargo, los dos socios no lograron ponerse de acuerdo en un punto esencial: los socialistas quieren crear una coalición permanente, con órganos para discutir cada decisión, mientras que Elisa Carrió busca preservar su libertad de movimientos. Las cosas, entonces, siguen más o menos igual: aunque no logran llegar a un consenso, ninguno quiere aparecer como el responsable de la fractura.
Por el ARI estuvieron los diputados Rafael Romá, Alberto Piccinini y Elsa Quiroz, y por el PS se sentaron Rubén Giustiniani, Oscar González y Héctor Bravo. En las oficinas de una fundación cercana al Congreso, los legisladores conversaron durante dos horas, pero no lograron una coincidencia alrededor de la cuestión fundamental.
Las diferencias son claras. Desde que, dos años atrás, Carrió abandonó el radicalismo para formar el ARI, los socialistas vienen pidiendo el armado de una sociedad más orgánica, con una mesa de conducción que debata el rumbo de la coalición. El reclamo se fue profundizando a medida que la chaqueña crecía en imagen y se independizaba progresivamente de sus socios, que nunca digirieron la decisión de armar su propio partido, el PARI.
En el encuentro, los tres dirigentes socialistas insistieron en la necesidad de institucionalizar el acuerdo. “Queremos una coalición permanente”, fue la frase que utilizaron.
Los dirigentes del ARI pidieron tiempo, dijeron que la mesa del ARI aún no está constituida, que se reunirá por primera vez en unos diez días y que recién ahí podrán llegar a una respuesta más formal. “Nosotros entendemos el reclamo, pero todavía no lo discutimos dentro de la fuerza”, dijeron, como si el suyo fuese un partido antiguo y orgánico y no un grupo de dirigentes amontonados alrededor del liderazgo de la chaqueña.
En realidad, el argumento no es más que una excusa para postergar definiciones. Carrió no piensa ceder en este punto, convencida de que atarse a una estructura más o menos formal sólo serviría para cerrar puertas y complicar sus aspiraciones. “Tenemos que abrir el espacio, no cerrarlo”, sostienen cerca de la diputada. Y aseguran que la discusión con el PS esconde diferencias más profundas, vinculadas al proyecto estratégico de cada uno. “Nosotros queremos formar un movimiento abierto a diferentes sectores sociales y políticos para construir un verdadero proyecto de poder. Ellos quieren fortalecer un partido de oposición y obtener más cargos legislativos”, explican en el ARI.
Sin posibilidades de llegar a un consenso, los diputados aprovecharon el resto del encuentro de ayer para avanzar en los otros temas pendientes: coincidieron en que dirigentes y técnicos socialistas se sumarán a los del ARI para debatir en los talleres el programa de gobierno. Y coincidieron en que, aunque aún hay tiempo para definir el tema, la elección del compañero de fórmula de Carrió se realizará a través de una ronda de consultas.
Por más acuerdos que haya, las diferencias alrededor de la cuestión central parecen insuperables. Los integrantes de la comisión de enlace quedaron en reunirse a principios de la semana que viene para seguir conversando: aunque se niegan a ceder en sus posturas, los dos socios son conscientes de los riesgos de un quiebre, y ninguno quiere aparecer como el responsable de una ruptura definitiva.