EL PAíS › EL MINISTRO DE TRABAJO Y SU VICE ANALIZAN Y EXPLICAN LAS RAZONES QUE EXTREMARON EL CONFLICTO DE KRAFT FOODS TERRABUSI
La intransigencia de las partes fue, a juicio del ministro de Trabajo, la causa que trabó por tanto tiempo una negociación. “Un conflicto en el que la empresa decide tomarse una revancha con sus trabajadores no es laboral.”
› Por Tomás Lukin
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y su vice, Noemí Rial, aseguran que su intervención en el conflicto en Kraft Foods (ex Terrabusi) fue la misma que habrían tenido con cualquier otro sector. Los delegados gremiales le reclaman la falta de decisión para intimar a la empresa, pero los funcionarios sostienen que la situación no fue distinta a otras. “Fracasaban porque nadie quería buscar una salida”, subrayó Tomada. Criticó los dichos “sorprendentes” del presidente de la UIA y la “desmedida difusión mediática” de los cortes en apoyo del conflicto. El jefe de la cartera laboral negó haber recibido presiones desde la Embajada de Estados Unidos para alcanzar una salida: “Me preocupa mucho más la situación de un trabajador despedido, que el llamado de cualquier embajada”, señaló. Desde el lunes, cuando tras siete horas de reunión en La Plata alcanzaron un principio de acuerdo, Rial camina por los pasillos del ministerio abrazada al abultado expediente del conflicto. “Se extremaron las posiciones de la empresa y la comisión interna, y eso hacía que el planteo durante muchos encuentros fuera: todo o nada”, señaló la viceministra.
–Más allá de todas las intervenciones que ustedes describen, los trabajadores le reclaman al Ministerio que hizo poco para terminar el conflicto.
Carlos Tomada: –Lo que llaman inacción fue un trabajo permanente de varios funcionarios del ministerio para poder armar una mesa de negociaciones, a la que se negaron sistemáticamente ambas partes. Acá ha habido una actitud de intransigencia patronal muy grande, al punto tal que cuando nos sentamos a negociar el lunes por primera vez un principio de solución, se reunieron cada uno en una oficina separada en donde nosotros hacíamos de intermediarios. Habla de una actitud donde todas las reglas y todas las prácticas, que muchas veces no trascienden en los medios, fracasaban porque nadie quería buscar la salida. Lo decimos habiendo intervenido en innumerable cantidad de conflictos tan difíciles o duros como este y haber siempre encontrado un resquicio. Esta vuelta no lo encontramos.
Noemí Rial: –Ellos sostienen que deberíamos haber hecho más para que la empresa los reincorporara a su línea. Nosotros entendíamos que habíamos logrado que volvieran al establecimiento y en contacto con sus compañeros, en una forma no tan lesiva y que además se usó en otros conflictos laborales con buen resultado. Lo que pasa es que se extremaron las posiciones de la empresa y la comisión interna y eso hacía que el planteo durante muchos encuentros fuera “a todo o nada”.
–¿La participación y actitud de Ministerio de Trabajo fueron distintos durante este conflicto? ¿Faltó decisión política?
C.T: –No. Hemos transpirado desactivando conflictos con sindicatos que responden a la CTA, o de cualquier gremio barrionuevista. En los últimos años se recuperó la capacidad de arbitraje del Estado, de mediación. Pero en este caso fue imposible lograr que las partes se sentaran. No solamente tuvimos reuniones con ellos, sino que mandamos inspectores y fueron maltratados en la empresa por la comisión interna. Los trabajadores tienen sus puestos asegurados. No nos pueden decir que nos desentendemos de los temas o que no hemos actuado. Nosotros podemos cometer errores y en este tema hemos cometido alguno. Pero, que no intervenimos, que no estuvimos encima del tema, es mentira. Acá no hay un problema vinculado a una situación de crisis económica de la empresa o de condiciones de trabajo. Es otro tema. Nosotros tomamos las acciones que siempre llevamos adelante para defender los puestos de trabajo.
–Si no tiene que ver con una cuestión económica, ¿dónde se enmarca el conflicto?
C. T.: –En un conflicto donde la empresa toma la decisión de tomarse una revancha con trabajadores a los que acusa de haber roto y no permitir la salida de directivos del establecimiento. Este es un conflicto de otro orden, no es un conflicto laboral como en los que nosotros intervenimos para defender los puestos de trabajo. Los casi tres mil puestos de trabajo están asegurados, la empresa se comprometió a no tocar a nadie de los tres turnos. El conflicto tiene aristas complejas, que excede a los despidos. Es un conflicto político. En todo caso, esa calificación no tiene que ser descalificante.
–¿Qué rol jugó la embajada de Estados Unidos en el desarrollo del conflicto?
C. T.: –Todo eso es una ridiculez. Que haya sido sostenido por algunos medios es un agravio. Hemos tenido cientos de conflictos con firmas norteamericanas, alemanas, francesas. En muchos casos nos han llamado para averiguar pero para nosotros jamás ha sido una presión. A mí me presiona mucho más la situación de un trabajador despedido que el llamado de cualquier embajada. Scioli puede haber hablando con la embajada pero, ni nosotros, ni Oscar Cuartango (ministro provincial), recibimos ni la más mínima directiva vinculada a: “cerrá” o “favorecé a la empresa”. Cuando hablé con Scioli él me dijo: “Decime qué puedo hacer para apurar a la empresa que los llamo”. Durante la reunión del G-20, con la Presidenta hablábamos de cómo podíamos salir del conflicto y me dio indicaciones para agotar los esfuerzos. La doctora Rial estaba acá hasta un minuto antes del proceso de desalojo buscando una salida.
–El titular de la Unión Industrial, Héctor Méndez, advirtió que existe un “panorama muy complicado con conflictos como el de Kraft que se reproducen en distintas provincias”.
C. T.: –Me sorprendieron mucho las declaraciones de Méndez. No es lo que me dice cuando se reúne con nosotros y nos agradece las gestiones para resolver los conflictos.
N. R.: –En el curso de un escenario de crisis global del empleo se firmaron 350 acuerdos salariales, cuando nadie en el mundo habló de salarios. De todos esos, le pregunto a Méndez cuántos conflictos reales hubo. Que me nombre tres seguidos. La UOM no llegó a extremos de este tipo, petroleros privados lo resolvimos, Techint se desactivó, con el Repro (Recuperación Productiva, subsidio al salario en empresas en situación de crisis) evitamos muchísimos despidos y suspensiones. Méndez, en varias oportunidades, reconoció lo bien que le fue durante la gestión Kirchner. Más de 4 millones de trabajadores cerraron acuerdos sin conflicto. Es llamativo que la UIA tome parte tan rápido sin consultarnos antes. El conflicto de Kraft es complejo, como pasó con el Garrahan, porque se extiende en el tiempo y cuando sucede esto pierden los trabajadores. Nosotros se lo dijimos a (Ramón) Bogado (delegado). Los que menos resto tienen son los trabajadores.
–¿Cómo evalúan las repercusiones sociales que tuvo el conflicto?
C. T.: –No hay condiciones objetivas, ni económicas ni sociales para los innumerables cortes de tránsito que se están realizando. Es muy raro. No digo que estemos en el mejor de los mundos en materia social, pero tampoco estamos en el quinto infierno. En la radio, en la televisión y los diarios hablan de cortes y paros por todos lados, pero yo me pregunto: ¿Por qué no hablaban igual de los cortes cuando estaba el conflicto con el campo? Ahora están todos sacados con que no se puede vivir en la ciudad de Buenos Aires por el “caos” que significan los cortes de calles. Durante el conflicto con el campo estaban desabasteciendo el país y los mismos que ahora se quejan los justificaban.
–¿Cuáles son los resultados de la reunión del lunes en La Plata?
C. T.: –Ahí reconocimos a la comisión interna como interlocutores. Siguen siendo los delegados para nosotros. Eso es lo más importante. Esos trabajadores están despedidos, pero nosotros los sentamos a la mesa y decimos que vamos a hablar con ellos. Pero no valoran eso.
N. R.: –No sólo los reconocimos como interlocutores, sino que les facilitamos que con esta acta mañana un juez los restablezca.
–¿Qué salida puede tener el conflicto?
N. R.: –El tema se puede judicializar mucho. La empresa apuesta a conseguir el desafuero de los delegados. Mientras tanto, nosotros haremos todos los esfuerzos para que los dejen seguir cumpliendo sus roles. No sólo nos importan los 86 despidos y 38 suspendidos, sino los 3000 trabajadores de la planta que también tienen que volver a trabajar en paz. A ellos se les descontaron los salarios de la primera quincena sin determinar si estaban o no en los conflictos. Fue el Ministerio de Trabajo el que intimó a la empresa a que pagaran, no los delegados.
–Mañana la empresa tiene que informar su “evaluación” sobre los despidos y suspensiones, ¿cuáles son sus expectativas?
C. T.: –Nosotros somos optimistas, creemos que parte de las puntos que se plantearon en la reunión en La Plata van a tener comienzo de solución. Se va a comenzar con la revisión de los despidos y va a haber un retiro paulatino de las fuerzas de seguridad. Va a estar más claro el tema de los delegados de la comisión interna y concluido el pago de los haberes adeudados. Confiamos en que ambas partes se van a abstener de tomar nuevas medidas, como los cortes o despidos.
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