Mar 20.10.2009

EL PAíS  › LA JUSTICIA COMPROBó QUE EL ESPíA JAMES LLAMó 150 VECES A UN CELULAR QUE PERTENECE A UNA AGENCIA DE SEGURIDAD DE FINO PALACIOS

Un cable conductor que se corta por lo más fino

Las llamadas se produjeron en el mismo período en que fue pinchado el teléfono de Sergio Burstein, de Familiares de Víctimas de la AMIA. El juez Oyarbide allanó además oficinas del Ministerio de Educación porteño y del jefe de la Metropolitana.

› Por Irina Hauser y Raúl Kollmann

El juez federal Norberto Oyarbide comprobó que el espía, abogado y policía Ciro Gerardo James se comunicó cerca de 150 veces con un celular perteneciente a la agencia de seguridad ARPA, que maneja el comisario retirado Jorge “Fino” Palacios, en el mismo período en que fue pinchado ilegalmente el teléfono de Sergio Burstein, de Familiares y Amigos de las Víctimas del atentado a la AMIA. No sólo eso: también pudo establecerse que James hablaba permanentemente utilizando la antena más próxima a la Policía Metropolitana y al Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, lo que hace suponer que trabajaba allí –tal como anticipó Página/12– pese a que desde el gobierno de Mauricio Macri lo vienen negando sistemáticamente. El magistrado allanó ayer las oficinas del Fino Palacios, dos dependencias del Ministerio de Educación de la ciudad –donde James tenía un sospechoso contrato– y el estudio jurídico del titular de la policía porteña, Osvaldo Chamorro.

Entre las pruebas que ya juntó Oyarbide hay cerca de cien llamados hechos desde el celular de James hacia un teléfono Nextel de ARPA Organización de Seguridad SRL y unos cincuenta que salieron de la agencia ARPA hacia el teléfono de James, según informaron a este diario allegados al caso. La sigla junta las iniciales de los apellidos del Fino y su esposa, Palacios y Ares. Tiene una oficina en Olivos, en Ugarte 3058, y otra en Capital, en Sarandí 296. Ambas fueron allanadas ayer, igual que la empresa Security Consulting –una consultora–, en Maipú al 200, en el microcentro. En el procedimiento, la policía secuestró las computadoras en busca de información que pudiera vincular a James con trabajos de espionaje y seguridad. En las instalaciones de ARPA en Olivos había gran cantidad de diplomas y condecoraciones a Palacios colgadas en la pared, un dato que no dejaba lugar a dudas de su vinculación con la compañía.

Las comunicaciones detectadas entre James y ARPA, concentradas entre agosto y septiembre últimos, coinciden con el período en que el teléfono de Burstein fue pinchado por orden del Juzgado de Instrucción 1 de Posadas en base a una pista trucha proporcionada por James en un expediente por el homicidio de un contador. En la misma causa se dispuso la intervención del teléfono del empresario Carlos Avila por lo menos desde marzo. James se ocupaba en persona de retirar todas las grabaciones de una dependencia de la SIDE, como corroboró el juzgado.

James se comunicaba con el celular de la agencia de Palacios desde la “celda” que utiliza la antena de Nextel correspondiente a la zona donde se encuentran el Ministerio de Seguridad porteño y la Policía Metropolitana. Esto ocurrió por lo menos en los últimos tres meses. Desde que se desató este escándalo, sin embargo, el ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, sostuvo públicamente que James se había presentado como cualquier otro aspirante a la Policía Metropolitana y no estaba designado: “Dejó su currículum y estaba en etapa de preselección (...) igual que otros 1800 tipos –dijo–. No trabajó bajo ninguna modalidad”, insistió.

La semana pasada, los diputados porteños Aníbal Ibarra y Eduardo Epszteyn aseguraron que James tenía una oficina en la Metropolitana y concurría allí diariamente. Ellos sostienen que se estaba armando un área de inteligencia de la policía porteña. Fueron a verlo a Oyarbide y se comprometieron a aportar pruebas. “Con la información que está apareciendo, Montenegro está pasando de ministro a encubridor. Está claro que James trabajaba allí. Mauricio Macri también debería dar explicaciones, de lo contrario su silencio es cómplice”, atacó Ibarra.

Según consta en la causa, James revistaba en la Policía Federal desde 2003, donde trabajó con Palacios como auxiliar de inteligencia. Pidió la baja a comienzos de agosto porque se incorporaría a la Metropolitana y lo haría de la mano del Fino, según él mismo contó en su indagatoria ante el juez. También lo confirmó Chamorro, el actual jefe de la nueva fuerza, al declarar como testigo. Pero además el abogado-espía-policía tenía ya desde el año pasado un contrato en el Ministerio de Educación porteño, donde reportaba a la jefa de Gabinete de la cartera, Roxana Barroso, y había tenido un breve paso por la unidad de Auditoría, a cargo de Roberto Ayub. Ni Barroso, ni Ayub ni el propio ministro Mariano Narodowski dieron precisiones al testificar sobre qué hacía James allí. Lo máximo que dijo Barroso fue que era un asesor legal en cuestiones relativas a licencias y ausentismo laboral, pero ni siquiera hacía dictámenes o recomendaciones por escrito. Por lo demás, nadie sabe nada.

Los allanamientos

En los allanamientos de ayer, los agentes de Asuntos Internos de la Federal se llevaron todo el contenido de las computadoras de las oficinas del “área ministro” de la cartera educativa y del área de Auditoría con la idea de verificar si existe alguna constancia de tareas realizadas por James en todo este tiempo y con quién se contactaba. Barroso había dicho que se comunicaba con él incluso por e-mail. Los investigadores también rastrearon documentación en el estudio jurídico del comisario Chamorro. Cuando fueron a concretar el procedimiento se llevaron una sorpresa: su oficina particular está pegada a la empresa Security Consulting de Palacios. Son los departamentos D y C del piso siete.

Chamorro podría estar a las puertas de un problema judicial, ya que declaró bajo juramento que sólo habló con James dos veces y que lo hizo personalmente. Una, cuando se lo presentó el Fino Palacios, que gestionaba el ingreso del espía a la Metropolitana. Otra, para proyectar sus funciones en la fuerza. Pero, según fuentes de la investigación, en la lista de cruces telefónicos dice otra cosa: allí figuran por lo menos una decena de llamados entre James y Chamorro.

La vinculación de las escuchas a Burstein con Palacios estaría cada vez más nítida para los investigadores judiciales. Fueron realizadas en la misma época en que la Justicia debía definir la situación procesal del Fino en la causa AMIA, en la que finalmente resultó procesado por su participación en el encubrimiento de la investigación del atentado. Simultáneamente, crecía la presión de los familiares de las víctimas –Burstein entre ellos– y de organismos de derechos humanos para que fuera desplazado de la jefatura de la nueva Policía Metropolitana, un cargo que finalmente dejó a fines de agosto. Una hipótesis es que el objetivo del espionaje telefónico era conocer detalles de la situación procesal de Palacios y quizá recusar al fiscal Alberto Nisman, que ahora es parte en la investigación de Oyarbide.

James y Palacios trabajaron juntos en la Federal. James hizo decenas de viajes a Misiones y tuvo más de veinte entradas y salidas por la Triple Frontera en los últimos años. En esa zona, Palacios montó una dependencia de la Unidad Antiterrorista. Los cruces de llamados en poder de Oyarbide también dan cuenta de comunicaciones entre James y un teléfono que usaba el ex comisario a cargo de esa poderosa oficina, Roberto Ontiveros, quien entró con Palacios a la Metropolitana. En la causa de Oyarbide están detenidos tres policías misioneros –uno de ellos un comisario general, Rubén Quintana– por haber facilitado las escuchas a Burstein. En el expediente varios ex jefes de James de la Federal declararon que el espía se jactaba de su relación estrecha con el Fino y decía que le daría un cargo muy importante en la fuerza porteña.

Así como James va camino a un procesamiento por varios delitos, Palacios estaría rumbo a ser llamado a indagatoria, según dicen cerca de Oyarbide. Por ahora, sin embargo, no está tan claro qué hay detrás de las escuchas al empresario Avila, aunque se cree que tenían relación con la crisis entre la AFA y su vieja empresa Torneos y Competencias y su carácter de hombre de consulta de la Casa Rosada en cuestiones sobre las transmisiones de fútbol.

En el juzgado de Oyarbide analizan con quién más se comunicaba James y qué otras líneas fueron intervenidas en forma irregular por el juzgado de Misiones, cuyo titular, el juez Horacio Gallardo, y el subrogante José Luis Rey –ambos con lazos con Ramón Puerta– también están bajo sospecha. Apuntan a establecer qué otros clientes tenía James y quién le daba instrucciones. La magnitud de esta trama de espionaje y la lista de todos sus protagonistas todavía son un gran misterio.

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