EL PAíS › OPINION
El nuevo diseño de Diputados, la sesión en que se cerró. Proyectos del oficialismo y de la oposición. Dilemas y debates en el centroizquierda. El radicalismo, Cobos y su correligionario borgeano. El peronismo disidente, jinetes sin cabeza. Y algo sobre ilusiones y profecías.
› Por Mario Wainfeld
La oposición, en su casi totalidad, unificó personería, superó la cantidad de votos necesarios para hacer mayoría e impuso en trazos gruesos la nueva conformación de las autoridades y de comisiones de la Cámara de Diputados. El kirchnerismo quedó en minoría (ver asimismo nota aparte). Sobre esa base, se negoció un acuerdo que tradujo la correlación de fuerzas en tanto moderó las apetencias más altas del “Grupo A” y frenó a los kirchneristas que preferían un choque frontal (aun a costa de llevar la peor parte) a un pacto.
El kirchnerismo aduce, con razón, que la mayoría lograda fue circunstancial. También es real que produjo efectos que se prolongarán por años. Mirando hacia atrás, fueron circunstanciales las mayorías con que se votaron las facultades delegadas, la prórroga económica, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA), la que reabrió el canje de deuda pública y el Presupuesto. Lo serán asimismo futuras normas: el Parlamento es pluricolor, la primera minoría no se basta para controlarlo, la oposición está atomizada en varias fuerzas que compiten entre sí.
El kirchnerismo sorprendió después del 28 de junio porque ni se diezmó ni fue un pato cojo. Impuso un abanico de leyes variadas, muñequeó las respectivas mayorías, algunas de fuerte contenido simbólico como la LdSCA en la que aglutinó a todo el centroizquierda. Transmitió una sensación de invulnerabilidad que irritó a sus adversarios y le dio excesivas ínfulas. Le exprimió todo el jugo a ese interinato, sin esmerarse mucho en construir el horizonte del 10 de diciembre. Ese día llegó, anticipado por el cronograma parlamentario, y era un mandato para la oposición dar una demostración de fuerza. Razones políticas y hasta emocionales exacerbaban ese estímulo.
Las primeras impresiones encandilan a menudo. La derrota electoral fue un revés del kirchnerismo, tal vez sea el comienzo de su salida en 2011, mas no su final abrupto. La primacía desde entonces hasta el jueves tampoco fue eterna. Con esos precedentes tan cercanos, escaldado para hacer vaticinios tajantes, el cronista señala que la foto del jueves amojona el camino futuro pero que nada asegura que la película de los próximos dos años sea igual.
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Agenda (part I): Como ya se explicó en esta columna, el aglomerado de centroderecha (UCR, peronismo, Unión PRO, Coalición Cívica) tiene una agenda institucional breve: reformas en el Indec y en el Consejo de la Magistratura, abolición de los superpoderes. Faltan precisiones acerca de los respectivos proyectos. Mientras se la espera, apuntemos que el Indec necesita una intervención y que los debates sobre el Consejo de la Magistratura son pobres: se constriñen a su composición, sin entrar a las enormes carencias que lo aquejan desde su fundación.
Nadie que hable en serio tiene en su menú a la coparticipación federal. Todos saben que es imposible conjugar la aprobación en el Congreso Nacional y todas las legislaturas provinciales. Pero la oposición podría sumar voluntades variadas cambiando la ley de cheque, elevando la alícuota correspondiente a las provincias. Ese proyecto puede interesar a gobiernos provinciales de variado pelaje y contar con un apoyo distraído del centroizquierda, con la bandera del federalismo.
La reducción de las retenciones es otro virtual planteo opositor. Los radicales lucen menos excitados que hace dos años, su colocación como principal alternativa, algo tendrá que ver. La movilización del jueves próximo, convocada por la Mesa de Enlace, busca meter pressing desde la calle, su caudal será un dato relevante.
En el peronismo federal, muy absorto en sus querellas intestinas, llama la atención una idea de Solá, que lo tiene recorriendo canales de cable. Es la de promover una ley nacional de emergencia en materia de seguridad, cuyo contenido se desconoce pero que podría, de movida, interesar al mainstream mediático.
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Agendas (part II): Hay mucha mala onda entre dos fracciones del centroizquierda, las que pilotean Fernando Solanas y Martín Sabbatella. Pino, que se plegó al grupo “A”, concitó más adhesiones que el ex intendente de Morón. Los dos sectores aseguran que tratarán de promover una agenda común del centroizquierda y que sus respectivas tácticas son las más funcionales para iniciar el camino. Los diputados de Proyecto Sur y sus allegados afirman que su alineamiento no es ideológico ni definitivo. Privilegian diferenciarse del oficialismo, frenarlo. Algunos, en voz baja, explican que acercarse al kirchnerismo es más piantavotos que sacarse la foto con el resto del grupo “A”.
Sabbatella juzga que era mejor terciar, en un bloque conjunto. La controversia, contrafactual, no es susceptible de corroboración.
El cronista opina que, actuando en conjunto, podía haberse potenciado el número del sector e introducir como condición del reparto la discusión de algunas leyes. Desde luego, no se puede probar que es así. Lo que es innegable es que, con el método elegido por la mayoría, esa discusión no existió. Un punto a su favor: su intervención dentro del grupo “A”, como se relata aparte, sirvió para moderarlo y condicionar a los halcones.
El acomodamiento en la Cámara fue el primer paso de una larga marcha, apenas. El futuro, ciertamente, es abierto y dependerá del desempeño de todo el centroizquierda y su destreza para construir dentro y fuera del Congreso. El GEN de Margarita Stolbizer participó en alguna reunión fallida del centroizquierda, se ignora aún su alineamiento, no será vertical a la Coalición Cívica ni al radicalismo.
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Agendas (part III): El, arduo, objetivo declarado del kirchnerismo se insinuó desde julio: acercar al centroizquierda mediante leyes o normas progresistas y recuperar terreno entre los más humildes con políticas sociales y jubilatorias. Kirchner desplegó esas metas ante los diputados del FpV. La traducción en Diputados, según las cabezas del bloque, es “una agenda progresista desde marzo”. La hipótesis de trabajo abarca normas de consagración de ciudadanía y derechos humanos: matrimonio gay, hasta despenalización del aborto, una materia ajena al imaginario del núcleo duro del kirchnerismo hasta ahora. En materia económica, sonaría la hora de una nueva ley de bancos y de impuestos progresivos, por ejemplo imponiendo las rentas bursátiles.
Reconquistar el favor de estamentos humildes parece ser más accesible que superar el rechazo de las clases medias, pero el voluntarismo oficialista cree que el tiempo y la dispersión opositora concursan a su favor.
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Blindaje y desplazamientos: El Gobierno se blindó bastante con leyes económicas que consolidan gobernabilidad y recursos fiscales. Ese fue su crecimiento desde las elecciones, sin traslación a la imagen pública.
La sesión preparatoria de Diputados reprodujo las posiciones relativas entre los opositores. Los radicales que la condujeron y capitalizaron eclipsando a sus aliados, son los que más prosperaron en la transición. Son segunda minoría en las dos Cámaras, en ascenso y tienen su presidenciable de amianto, Julio Cobos. El vicepresidente, a partir de sus perspectivas electorales, viene ganando la interna del partido que lo expulsó. No sólo los peronistas son leales al éxito, por lo visto. Gerardo Morales, su archirrival que le mostró tarjeta roja, no preside más el partido, le queda la conducción del bloque de senadores. Podrá desde ahí denunciar al kirchnerismo, buscar la pelea cuerpo a cuerpo. Su relación con el vicepresidente es digna de un personaje borgeano: todo lo que haga fortalecerá a su contrincante. Su enardecimiento podrá limar a los Kirchner, eventualmente, siempre fortalecerá la imagen edulcorada de “Cleto”. Cobos convoca a probados dirigentes boina blanca (Enrique Nosiglia, Leopoldo Moreau) que lo entornan, confiados en el retorno a la Casa Rosada.
El atractivo de Cobos para ciudadanos radicales o antikirchneristas en general conspira contra el despliegue de Elisa Carrió, quien sostiene su lugar de opositora más acérrima. No pudo hacerse ver en la sesión preparatoria, ya lo conseguirá en las próximas.
Mauricio Macri, por seguir con Borges, se pierde en su propio laberinto. La gestión es pésima, la Policía Metropolitana hasta ahora sólo llevó a la cárcel a sus primeras autoridades, hasta su hegemonía porteña está amenazada.
El peronismo disidente no se repone de los tropiezos que tuvo Carlos Reutemann con su propia sombra, sobre todo porque no surge un reemplazo consensuado. La ausencia de liderazgo divide y acentúa el internismo. Graciela Camaño se abrió con un bloque de seis diputados, cifra nada desdeñable en el puzzle de la Cámara baja. Fue central en las negociaciones de la sesión preparatoria, sus reflejos brillaron cuando tomó el micrófono y habilitó que la oposición capitalizara el quórum propio. Será un dolor de cabeza panperonista y una interlocutora de fuste en las negociaciones por cada ley. Su secesión desnuda la caída coyuntural de un aglomerado que en las elecciones había picado en el pelotón de punta.
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Ilusiones: El flamante, policromo, mapa de la Cámara no reconoce precedentes en la historia local ni en la experiencia comparada. A falta de referencias certeras, al cronista le resultan exageradas las ilusiones que despierta. Se habla de garantizar gobernabilidad y control, éste parece más firme que aquélla.
La solidaridad opositora tiene el mínimo común denominador de erosionar al oficialismo pero está condicionada por sus divergencias y competencias internas. Una variante criolla del TEG, si se quiere. Hay cuatro o cinco presidenciables latentes, tres o cuatro partidos que lidiarán por llegar a la Casa de Gobierno. Mucho para que dure la afectio societatis. Comisiones investigadoras y resoluciones de repudio saldrán como por un tubo, pero un programa común... mmm.
Un derrape posible, por torpeza o salvajismo, es engolosinarse con el sueño del pibe que gobierna: gastar como pródigos y bajar impuestos. Desfondar al fisco es simpatiquísimo y hay corporaciones que fungen de vanguardia de buena parte de la oposición, alentando ese curioso modo de patriotismo.
El voto generó el escenario, fue claro en su cuestionamiento al Gobierno. De ahí a que haya configurado un Congreso funcional media un campo. La democracia es insuperable porque el pueblo tiene derecho a elegir su destino, por vía ensayo y error. No porque emboque siempre en los mecanismos o en los mandatarios.
Una situación única es un reto para la “clase política” que está presente en su primer nivel. El incentivo de la alternancia puede forzar a la oposición a contener su codicia y al oficialismo a corregir sus carencias. En cuanto a las apetencias destituyentes, habrá que ir viendo. La cerca-nía al poder seguramente las morigera y la lejanía las exa-cerba, como se comprobó en alguna medida esta semana en Diputados.
Las corporaciones patronales empresarias, en tanto, se muestran más brutales y ansiosas que los dirigentes políticos, referencia de época digna de mención, máxime cuando el discurso dominante solapa toda alusión a los poderes fácticos. Pero que los hay, los hay.
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