Lun 04.01.2010

EL PAíS  › LA ESTRATEGIA DE LAS ORGANIZACIONES GAY-LéSBICAS PARA QUE ESTE AñO HAYA MATRIMONIO HOMOSEXUAL EN LA ARGENTINA

Lo que viene después del casamiento en Ushuaia

Tras la boda de Alex Freyre y José María Di Bello, ya hay casi 40 pedidos de parejas del mismo sexo que quieren casarse. Cómo sigue la campaña. La Corte y el Congreso.

› Por Soledad Vallejos

Los últimos días de 2009 fueron sólo una muestra de lo que vendrá en 2010. El próximo paso será demostrar que no era capricho de unos pocos. Que querer casarse no fue el berretín de jóvenes urbanos aburridos de tan modernos, que la militancia LGTB tiene nombres, y que esos nombres son muchos, tantos como sus reclamos por la ampliación de los derechos civiles. Eso dicen desde la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (Falgtb), cuyo trabajo, realizado con el apoyo del Inadi, cerró el año celebrando la boda de Alex Freyre y José María Di Bello. “El casamiento de la primera pareja ya se concretó, y eso quita peso a la visibilidad de los demás”, repite Esteban Paulón, secretario general de la Federación, pocas horas después de que el retrato de Freyre y Di Bello recorriera el mundo anunciando la primera boda de Latinoamérica (“y el Caribe”, como gusta acotar Di Bello) entre personas del mismo sexo.

Los pedidos de amparo son sólo el comienzo. El juez Carlos Fayt adelantó que en los próximos meses la Corte Suprema de la Nación resolverá acerca de los casos de matrimonios denegados que llegaron a esa instancia. Tras la renovación de la Cámara de Diputados, los proyectos de ley que en 2009 quedaron pendientes de dictamen han renovado sus posibilidades de llegar al recinto. Por lo pronto, el presidente del bloque del FpV, Agustín Rossi, ya anunció que el matrimonio homosexual será uno de los temas que tratará el Congreso en 2010. “Nosotros pedimos tiempo para analizar el proyecto. Nunca fijamos posición contraria y estamos dispuestos a debatirlo”, declaró.

Gays y lesbianas militantes han optado por la estrategia de hacerse visibles con lo más contundente: en todo el país habrá parejas que pedirán turno para casarse en el registro civil que les corresponda; si se lo niegan, reclamarán judicialmente mediante un pedido de amparo. “La idea es conseguir una conciencia federal de la inconstitucionalidad de los impedimentos para el casamiento entre personas del mismo sexo”, explica Carolina von Opiela, la abogada de la Federación y el Inadi responsable de la estrategia legal que llevó a Freyre y Di Bello ante la jueza de paz fueguina Liliana Sosa, y cuya argumentación servirá de modelo a todos los pedidos de amparo por venir en lo inmediato. En algunos casos la demanda judicial ya fue presentada; en otros, lo será en febrero, apenas acabe la feria. En todos ellos se pueden adivinar cientos y miles de historias con marcas generacionales, sociales y familiares tan diversas como contundentes a la hora de trazar otros mapas posibles de la Argentina.

El precio del estreno

“Cuando todavía nadie hizo por primera vez algo, corrés el riesgo de ser el primero”, señala Esteban Paulón, que en sus años de militancia LGTB y trabajos en el mundo de la política observó de cerca los mecanismos mediáticos de la visibilidad y sus efectos posibles. “Si sos el primero, sos visible, perdiste –agrega–. Los medios te van a buscar hasta debajo de las baldosas.” Es algo que, a lo largo del año que terminó, han podido comprobar Freyre y Di Bello: el anuncio de su intención de casarse, su pedido de turno denegado, la comunicación de las alternativas legales de su demanda judicial, el casamiento frustrado el 1º de diciembre (con su consecuente manifestación festiva, en camión, por la ciudad) y el exitoso del 28, todo ello fue seguido y reproducido con fruición y puntualidad por medios nacionales y extranjeros. Por la calle son reconocidos; de tanto en tanto deben firmar autógrafos, menos frecuentemente soportar algún desplante de personas descontentas con la ampliación de los derechos civiles. A los recién casados, la propia militancia ejercida en primera persona los ha convertido, en algún sentido, en estrellas mediáticas. El año que despunta, seguramente María Rachid, presidenta de la Federación, y su pareja, Claudia Castro, vivirán una situación similar, cuando la Corte Suprema resuelva su pedido. “Ahora que Alex y José María ya están casados, y el que el caso de María y Claudia está en la Corte, más parejas se van a animar a presentarse”, vaticina Paulón, quien maneja datos concretos sobre el avance de la estrategia organizada desde la Federación y patrocinada por las delegaciones locales del Inadi. Los recién casados son “un éxito, y para la gente es importante sentirse parte de eso”.

Cuatro parejas en Santa Fe, tres en San Luis, tres en Chubut, dos en Santa Cruz, una en Tierra del Fuego, una en Tucumán, una en Mendoza, una en Córdoba, una en Salta; cuatro en Mar del Plata (una de ellas constituida por un varón y una trans), dos en La Plata; otras tantas en Vicente López, Olavarría, Quilmes, Lanús; al menos dos más en ciudad de Buenos Aires... Por ahora esos son los casos en tren de obtener de la Justicia respuestas similares a la que la jueza porteña Gabriela Seijas dio al pedido de Freyre y Di Bello, vale decir, fallos que, al considerar inconstitucional que una pareja no pueda casarse por no ser heterosexual, indiquen que ese matrimonio debe concretarse. La cantidad de consultas que la Federación recibe en [email protected], además, va en aumento, explica Paulón.

–¿Este incremento de pedidos de patrocinio y consultas puede entenderse como consecuencia del caso de Freyre y Di Bello?

–Definitivamente sí. Tuvimos una primera oleada de pedidos de patrocinio y acompañamiento cuando salió el fallo de (Gabriela) Seijas. Algunos contactos llegaron por Facebook, en el grupo que armó la Federación. Ahora que el casamiento se concretó, hay más gente que se anima porque ve que es posible. Cuando nos contactan, nos dicen “nos queremos casar, queremos nuestro derecho”, pero muchos creen que con la sola presentación pueden acceder a ejercerlo.

–¿Por qué elegir este tema como bandera ahora?

–En primer lugar, porque es una agenda que a las organizaciones LGTB les interesa. Quizá no sea prioritaria, porque hay temas más urgentes, como la situación de las personas trans, pero esto tiene tanto apoyo social que interesa trabajarlo. Da visibilidad, da agenda de trabajo; hace posible que la gente referencia como actores en defensa de la diversidad a gente del colectivo, inclusive donde antes no había referencias de la causa; permite contactar y trabajar con referentes sociales y políticos. Suma gente porque prende en la sociedad y es más tangible que otros temas: pedir el matrimonio es hablar de la familia, los hijos, la herencia, la obra social, el permiso en el trabajo...

Sí, quieren (y querrán)

Que por todo el país hayan aparecido parejas con ganas de formalizar trajo un correlato tal vez inesperado. Lógicamente, no todos los novios ni todas las novias viven en los mismos lugares ni cuentan las mismas historias. Tampoco tienen las mismas edades, ni dan los mismos motivos a la hora de contar por qué quieren casarse. Son justamente esas diferencias las que permiten trazar perfiles, en algún sentido, generacionales, que a su vez hablan de distintas militancias y definiciones políticas, tanto como de la diversidad que alberga el propio movimiento LGTB argentino.

En los últimos meses, la campaña de la Falgtb creció fuertemente a través de Internet. El tráfico de correos electrónicos fluctuó al ritmo de la aparición del tema en los medios: cuando se debatieron los proyectos en el plenario de comisiones de Diputados, llegaron cuatro mil mensajes en apoyo al cambio de ley y alrededor de treinta para oponerse; con números más discretos, la reacción se repetía con cada aparición pública de Freyre y Di Bello. La tarea también pasó por aprovechar la vidriera que suponen algunos sitios (como www.elmismo amor.org, que articula los proyectos de ley presentados y releva quiénes, en el ámbito político, se han manifestado a favor o en contra de ellos), y ante todo la dinámica viral y en perpetuo movimiento de las redes sociales. El grupo de Facebook “Yo estoy a favor de la legalización del matrimonio gay”, que cuenta con 35.000 adherentes, sirve para difundir actividades, proponer debates e impulsar acciones (como la de alentar el envío de correos de felicitación a la gobernadora Ríos, o a diputados y senadores para que traten los proyectos de ley de matrimonio). Esas plataformas virtuales, por un lado, acercaron a las práctica militante a personas que carecían de contacto (y hasta conocimiento) con ellas, al tiempo que les brindó herramientas y las puso en conexión entre sí y con organizaciones. Paulón señala que, por ejemplo desde algunas ciudades del interior (Mendoza, San Luis, Río Gallegos), fueron llegando mails de parejas que no se conocían y que, advertidas por la Falgtb de las otras, se pusieron en contacto y ahora mismo están dándose organización para ganar visibilidad.

En promedio, los gays y las lesbianas que se acercaron a la Falgtb Internet mediante tienen entre 30 y 35 años. También “hay pedidos de personas mayores, que ya agotaron las instancias administrativas de declaración sumaria, o que ya tienen hechos los testamentos cruzados, que es algo para asegurar que uno pueda heredar al otro”. Vale decir que distintos perfiles implican, a su vez, diferentes necesidades. “Hay distintas situaciones para querer legalizar”, analiza Paulón. Mientras que las parejas compuestas por personas mayores hacen foco en la regulación de bienes, necesidades administrativas y beneficios sociales y por eso hacen eje en la visibilidad, las más jóvenes “simplemente plantean que es un derecho que les corresponde”. En todos los casos, se trata de parejas cuyo entorno familiar y de amigos conoce y respeta como tales, “lo tienen resuelto”. En el interior, los padres de una pareja de varones, de 25 y 26 años, “que están enamoradísimos, muertos de amor”, están preparando la fiesta de casamiento desde ahora.

Paso a paso

Legalmente, en Argentina nada impide la celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo. El Código Civil no explicita la heterosexualidad como requisito para casarse, por lo que impedir las bodas entre mujeres o entre varones es inconstitucional. Lo que se esgrime para impedir los casamientos “es una interpretación que se hace” del texto legal, explica la abogada Von Opiela, quien insiste en que esa perspectiva es “claramente inconstitucional”. Ese, precisamente, es el argumento del que se sirvió para batallar judicialmente por el casamiento de Freyre y Di Bello, y también el que sustenta los amparos presentados por parejas en todo el país: Martín y Nicolás y María y Estela en Rosario; la de Juan Carlos y su novio en Santa Fe capital, Rafaela y Cristina en Wheelwright (ver aparte), Javier y Juan en Córdoba, Jorge y Oscar en San Luis...

En el futuro inmediato, dice Paulón, “se empiezan a derribar los armarios”, porque la ley será sólo un punto de partida que los activistas de la Falgtb se propusieron como meta hace tres años. “Empieza la lucha por la igualdad, por la visibilidad. Como pasó en España después de que sancionaran la ley de matrimonio para todos y todas, acá van a salir del armario jueces, juezas, diputados, diputadas...”

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