“La crisis económica, política y social de la Argentina continúa profundizándose, mientras el canciller de ese país viajó a Washington para plegarse a las exigencias de la administración norteamericana, incluyendo entre las monedas de cambio el ataque abyecto y bochornoso a Cuba”, denunció ayer Granma, el diario oficial del gobierno de Cuba. Fue la respuesta de la administración de Fidel Castro a la decisión argentina de votar en contra de su país en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Y, por si no había quedado claro, se anunció la realización de una “Mesa Redonda Informativa”, que será transmitida por radio y televisión a todo el país, y cuyo título no deja margen para las dudas: “La crisis argentina y la política lamebotas de la Cancillería de ese país”.
Apenas asumió, Eduardo Duhalde recibió una carta de Fidel Castro, en la que lo felicitaba calurosamente por su nuevo cargo. Pero las cosas han cambiado: el martes, el canciller argentino, Carlos Ruckauf, dijo tras un encuentro con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, que trabajaría con Washington “para que el pueblo cubano sea libre”.
Con esta declaración (y otra de su segundo económico, Martín Redrado), Ruckauf anticipó que la Argentina votará condenando la situación de los derechos humanos en Cuba. El año pasado, la Comisión de la ONU aprobó con 22 votos a favor, 20 en contra y 10 abstenciones una moción de la República Checa que condenó al gobierno de Castro: le recomendó democratizar el sistema político vigente en la isla y respetar los derechos humanos de los ciudadanos.
El momento no es casual. Ruckauf formuló el anunció ayer, en medio de las negociaciones del Gobierno argentino con los organismos internacionales de crédito: la posición que adopte el Tesoro norteamericano es una de las claves para que se apure la asistencia financiera a la Argentina, y el Gobierno cree sin fundamentos que esa asistencia depende del voto sobre Cuba.
Luego del anticipo de la administración duhaldista, la réplica cubana no demoró en llegar. “¿Qué puedo decirles? Que Dios los ayude”, se limitó a decir Fidel Castro, consultado por los periodistas en una cumbre por la paz que reúne en La Habana a representantes del gobierno y de la guerrilla colombiana.
Más tarde, el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, denunció la existencia de presiones norteamericanas para obtener un nuevo voto de condena contra su país. “Sabemos que están en marcha intensas gestiones desde Estados Unidos con los gobiernos de América Latina para tratar de que este año la resolución contra Cuba la presenten uno o varios países latinoamericanos”, dijo Pérez Roque, y mencionó a la Argentina entre las naciones más permeables a la influencia de Estados Unidos.
Pero la reacción más fuerte fue la del diario Granma, el órgano de difusión del Gobierno cubano, que en su primera página calificó de “ataque abyecto y bochornoso” la actitud argentina. El periódico contenía el anuncio de un debate televisado sobre la decisión, a la que tildaba de “lamebotas”.
Fue exactamente la misma expresión que utilizó Fidel Castro hace un año, cuando también llamó “lamebotas” al entonces gobierno de Fernando de la Rúa. Como consecuencia del conflicto, la Argentina llamó a consultas a su embajador en La Habana y lo retiró por tiempo indefinido. Hasta ahora no lo ha repuesto, y todo indica que seguirá así.