EL PAíS
El optimismo es cauto y además está en una meseta
La sensación de problemas no crece, pero tampoco sube el optimismo. Las muertes de chicos por hambre deprimieron el dólar y la inflación; calman un poco los ánimos.
› Por Raúl Kollmann
Las expectativas sobre el futuro del país son hoy más positivas que hace tres meses, pero en noviembre no se verificó un crecimiento del optimismo, sobre todo a raíz de las revelaciones de los casos de muerte por hambre y la falta de un acuerdo con FMI. No aumenta el pesimismo, pero tampoco crecen los niveles de confianza sobre la salida de la crisis. Paralelamente, la población está muy dividida respecto de qué hacer con los pagos de la deuda externa, aunque una clara mayoría cree que el país debe desarrollar un programa propio, aunque desacuerde con el FMI.
Las conclusiones surgen de la última encuesta realizada por la conocida consultora Graciela Römer y Asociados. En total se entrevistaron 461 personas en sus domicilios de Capital Federal y Gran Buenos Aires, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Römer sostiene que “a pesar de los esfuerzos del Gobierno por reconvertir el escepticismo de los argentinos, sólo una pequeña proporción de la opinión pública parece haber tomado nota del alegado cambio en las tendencias económicas. Apenas un 15 por ciento cree que Argentina empieza a salir, una amplia mayoría no percibe cambio alguno e incluso casi cuatro de cada diez creen que las cosas están empeorando”. Todo indica que las imágenes sobre desnutrición reinstalaron un cierto pesimismo que había empezado a amainar tenuemente en octubre. Lo que evita que las expectativas sean aún peores son las percepciones tranquilas sobre dólar e inflación. Uno de los puntos controvertidos del panorama nacional es la cuestión de los pagos de la deuda externa y el FMI. “Mientras que un 48 por desacuerda con la idea de que nuestro país pague su deuda, un 43 cree que Argentina debe honrar sus compromisos. En los sectores de menos recursos, más de la mitad está de acuerdo en no pagar, en las franjas de más ingresos, sólo el 20. A esto se suma la idea creciente de que el país debe desarrollar un programa de crecimiento propio, aún cuando esto implique no acordar con el FMI. La postura de no acuerdo con el Fondo se agudizaron en los últimos años”, concluyó la consultora.