Dom 21.03.2010

EL PAíS  › REPORTAJE A RUBEN DUNDA, QUE EN 1973 INVESTIGO AL CORONEL TORTURADOR

“Sarmiento era un especialista en la picana”

Presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe en 1973, a los 26 años, Rubén Dunda contó a este diario por qué creó la Comisión Bicameral que investigó el secuestro, tortura y asesinato del estudiante Angel Brandazza. El caso había conmovido a Rosario en 1972. Un patrón de conducta que volvería masivamente en 1976 y una figura clave: el coronel Luis Sarmiento.

› Por Martín Granovsky

A los 63 años, Rubén Dunda sigue recomponiendo piezas sueltas de su vida y recuerda siempre un nombre, el del coronel Luis Alberto Sarmiento, que en 1972 ya revistaba en la inteligencia militar y luego del golpe de 1976 siguió haciéndolo gracias a su especialidad: era un experto en el interrogatorio con picana eléctrica.

Dunda, sociólogo, juez comunal santafesino en Fighiera, una localidad próxima a Rosario, docente de la materia Liderazgo y Creatividad en la carrera de Relaciones Laborales, fue presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe en 1973, a los 26 años. Una de sus decisiones fue crear y alentar el trabajo de una Comisión Bicameral que ese mismo año decidió investigar el secuestro y asesinato del estudiante universitario Angel Brandazza.

–¿Por qué formaron la Comisión? –preguntó ayer Página/12 a Dunda.

–En noviembre de 1972 la provincia de Santa Fe fue conmovida por un hecho. Un joven logró abrir la tapa del baúl en el que lo llevaban y gritó: “¡Soy Brandazza y me secuestran!”. Era en el centro de Rosario.

–¿En un lugar concurrido?

–Muy concurrido: Boulevard Oroño y Córdoba. Pleno centro.

–¿De noche o de día?

–De día. Encima de día...

–¿Y pudieron socorrerlo?

–No, nadie pudo. Las fuerzas que lo llevaban lo metieron en el baúl de otro auto y siguieron. Fue un gran escándalo y todo el mundo se enteró en Rosario y en la provincia.

–¿No pudieron averiguar nada?

–Los parientes trataron de encontrarlo y de saber qué había pasado, y nada.

–¿Cuántos años tenía Brandazza cuando lo secuestraron?

–Tenía 21 años. Un pibe de la Juventud Universitaria Peronista. Bueno, quedó la denuncia en la Justicia y todo siguió igual hasta la recuperación de la democracia.

–Estamos hablando del 25 de mayo de 1973, cuando Héctor Cámpora asume como presidente de la Nación y Carlos Sylvestre Begnis como gobernador de Santa Fe en la fórmula del Frente Justicialista de Liberación.

–Exactamente.

–¿Y cuántos años tenía usted en el ’73?

–Yo, 26. Fui electo diputado provincial por el peronismo. El caso obviamente seguía resonando y nosotros nos sentíamos muy dolidos por el secuestro de Brandazza y muy comprometidos con su esclarecimiento. Lo de Brandazza había pasado hacía muy poco tiempo. Entonces decidimos constituir una Comisión Bicameral del Parlamento santafesino. La presidió Juan Lucero, peronista, y el vicepresidente era Domingo Pochettino, el mismo que fue secretario de Derechos Humanos de Santa Fe cuando Jorge Obeid era gobernador. También estaba Rubén Martínez, un radical.

–¿La figura de la Comisión Bicameral les parecía más efectiva?

–Nos parecía la forma más confiable de reconstruir lo que había pasado, aunque después le tocara a la Justicia la evaluación de indicios y el juzgamiento de los responsables. Y, la verdad, tuvimos mucho apoyo del gobierno de Santa Fe, del gobierno nacional, de nuestros legisladores nacionales, aunque chocamos con los obstáculos con los que siempre se enfrentan las comisiones investigadoras del Parlamento. ¿Qué facultades tiene? ¿Hasta qué punto puede allanar? ¿Qué validez tendrán después los elementos que recoge? Si la Justicia falla que las cosas se hicieron fuera de la ley, ¿qué pasará con los legisladores? La Corte Suprema de Justicia de la Nación nos dijo que la Comisión Bicameral no podía avanzar más sobre el personal militar. Establecieron que el personal militar identificado debía ser denunciado al fuero castrense. Invocaban al artículo 108 del Código de Justicia Militar.

El artículo 108 establecía un verdadero fuero castrense. Bajo Raúl Alfonsín fue reformado para que fuese obligatoria la instancia civil en delitos que estuvieran tipificados en el Código Penal. Matar dejaba de ser una falta militar para ser sólo, plenamente, homicidio, con los tribunales y las penas correspondientes. El Código de Justicia Militar fue derogado hace menos de dos años, en septiembre de 2008.

–La Corte Suprema nos remitió a un caso de 1971, Guil, Joaquín y otros –relata Dunda–. Así nos iban a sacar del caso y ya nos amenazaban con demandarnos a los legisladores por supuesto exceso de autoridad. Ibamos a terminar presos los investigadores y no los que habían secuestrado y matado. Fue la primera Comisión Investigadora en Santa Fe. La queríamos hacer funcionar plenamente en la misma provincia de donde era senador Lisandro de la Torre cuando investigó el comercio de carnes.

Por encima de los obstáculos

Nacido en 1868, cofundador del radicalismo, en 1935 el ya demócrata progresista De la Torre había llegado a descubrir, en los libros de la Sociedad Anónima Frigorífico Anglo, un fraude contra el Estado nacional por parte de los frigoríficos ingleses. Su investigación lo enfrentó con el entonces presidente, Agustín P. Justo, con el ministro de Hacienda Federico Pinedo y con el ministro de Agricultura Luis Duhau y en el medio se produjo el asesinato del senador Enzo Bordabehere. Efectivamente, tal como cuenta Dunda, Anglo, Armour, Sansinena, The Smithfield & Argentine Meat Co., Wilson y Swift se negaron a facilitar la investigación. Sólo tras la autorización del Senado a la Comisión que indagaba, entre otros temas, sobre los precios de novillos exportados, acerca del efecto de la devaluación de 1933 sobre los ganaderos, los legisladores pudieron examinar los libros contables y allanar domicilios recurriendo a la policía. Fue entonces que se produjo el famoso descubrimiento de papeles contables ocultados por Anglo en el buque Norman Star bajo el rótulo de “Corned beef”. Por ese episodio fue apresado Richard Tootell, presidente del Anglo. Para que no quedaran dudas sobre el vínculo entre la investigación, el protagonismo de De la Torre y la reforma que encaraba el gobernador demoprogresista Luciano Molinas en Santa Fe, Justo intervino la provincia en 1935.

En 1973 la Cámara de Diputados de la Nación formó comisiones investigadoras (los teléfonos fueron un tema, y también la electricidad y la empresa Italo) con similares dificultades a las que enfrentó De la Torre. La Comisión santafesina combinaba ese obstáculo con el que derivaba de investigar un hecho de la represión de la dictadura que entre 1966 y 1973 encabezaron Juan Carlos Onganía, Roberto Levingston y Alejandro Lanusse. En 1973 habían pasado 38 años desde la investigación de Lisandro de la Torre. Mucho tiempo, pero no tanto como para que no quedaran rastros y protagonistas directos en la cultura política santafesina. También pasaron 38 años de 1972 a hoy. Mucho, pero no tanto. Hoy Dunda sigue atando las piezas de su vida y recomponiendo las piezas del caso Brandazza y del plan sistemático de exterminio que comenzó después del golpe de 1976.

La Comisión de Dunda avanzó en la investigación:

–Por lo menos logramos descubrir muy rápido qué personal policial estaba de revista el día del secuestro de Brandazza, y cuál era la forma. La estructura era el SAR, Servicio Area Rosario, dirigido por el Ejército y con la participación de personal no sólo militar, sino de la policía provincial y la Policía Federal. Un grupo así secuestró a Brandazza.

–¿Dónde lo llevaron?

–A una dependencia del SAR, la comisaría quinta, calle Dorrego al 800. De las indagatorias que efectuamos surgió que a Brandazza le habían robado el reloj. Seguimos la pista. Mandamos un avión a buscar al sospechoso, Angel Jesús Farías, agente policial, a Villa Gesell y lo trajimos. Como ustedes publicaron en Página/12, Farías se fugó con su cuñada y la esposa entonces denunció que Farías había participado del secuestro y se había quedado con el reloj para venderlo. El padre de Brandazza tenía la factura, así que fue fácil comprobar que se trataba del mismo aparato y que había sido robado a Brandazza. Eso dejaba claro que Brandazza, de quien al principio las fuerzas de la represión habían negado su presencia, sí había estado allí. Ese fue un dato importante. Otro, que en las declaraciones aparecía una figura muy extraña.

–¿Quién?

–Le voy a leer textualmente lo que declara Farías, el subordinado en el grupo del SAR. Escuche: “Preguntado para que diga si se lo torturó (a Brandazza) mientras el dicente (Farías) estaba de guardia, tiene entendido que había un militar llamado Sarmiento, que era muy eficiente para ‘pasar la máquina’. Cuando el dicente cuidaba no se sentían quejidos, nada. Al tipo lo han parrillado en el horario en que el dicente no estaba”.

–O sea que Farías sabía que Sarmiento era el torturador, pero decía que no había sido testigo de la tortura.

–Sí. Esa es su versión. Escuche esto otro: “Preguntado para que diga qué quiere decir ‘parrillado’, responde que quiere decir pasarle la picana eléctrica”.

–Esas eran las preguntas de la Comisión Bicameral.

–Exacto. Sigo con otra parte: “Preguntado para que diga si le pasaban directamente los 220 voltios, responde que Sarmiento era un mago, que venía con una valijita, que en esa valijita hay un aparato que regula la tensión de la picana eléctrica, que Sarmiento era un especialista en el asunto, que la valijita, mejor dicho el aparato, era igual al que se ve en la película Estado de sitio. Preguntado para que diga si vio dicha película, responde que sí, que el coronel Sarmiento entraba con una valijita así (hace gestos con las manos indicando la dimensión de la misma, aproximadamente 40 por 30 por 20 de profundidad)”.

Dunda certificó entonces la copia de la declaración como presidente de la Cámara de Diputados.

La película Estado de sitio, del griego Costa-Gavras, se estrenó en 1972. La protagonizó Yves Montand en el papel de Dan Mitrione, un agente de la CIA que operaba en Uruguay. Una escena muestra la enseñanza de la tortura como forma de interrogatorio por parte de militares norteamericanos a discípulos de América latina.

–Volví a ser diputado en 1991 –cuenta hoy Dunda–. Fui a buscar aquella copia que certifiqué, y por supuesto había desaparecido. Pero tengo en mi poder una copia de aquella copia, y todavía recuerdo de manera muy nítida algunas sensaciones.

–¿Por ejemplo cuáles?

–Recuerdo la liberación que sentían los custodias del SAR al poder contar las historias de Sarmiento. Cuando hablaban de Sarmiento, decían que era el único que manejaba la picana.

–Sarmiento nació en 1925. En 1972 tenía 47 años y era coronel. Normalmente los torturadores eran menores y tenían grados inferiores.

–Así es. Por eso tuve y tengo la impresión de que Sarmiento era un especialista. Aparecía repetidamente en las declaraciones que “la máquina” era la picana, y que “el coronel Sarmiento venía con una valijita”. Otro dato que recordaban los testigos era que siempre asistía a Sarmiento un médico, un mayor del Ejército que tenía un tic nervioso. Nunca pudimos identificarlo.

–¿Y qué pasó con Branda-zza?

–Sabemos que cuando lo bajaron del auto en el SAR estaba bien. Pero aún ignoramos cómo lo mataron y qué hicieron con su cuerpo.

–¿Cuánto tiempo trabajó la Comisión Bicameral?

–Desde 1973 hasta 1975. Después, tanto Lucero como yo terminamos presos. Yo estuve casi tres años en el penal de Coronda. Y volaron mi casa.

–¿Después del golpe militar del 24 de marzo de 1976?

–No, antes, el 10 de marzo. Yo todavía era presidente de la Cámara de Diputados. A la mañana me llama el jefe de policía, de apellido Soldado, pero policía, y me dice: “Váyase porque lo van a matar”. Yo le dije: “Bueno, gracias, mañana me voy”. Y él me contesta: “No, no, váyase ya de su casa porque no le puedo sostener más la custodia”. En 1998 a mí me nombraron defensor del Pueblo en la provincia de Santa Fe. Empecé a buscar a Soldado. Estaba en Sastre. Me vino a ver junto con su hijo. Le regalé una lapicera de oro por el gesto y él me contó qué había pasado ese día. Me dijo que estaba circunstancialmente en el comando del Segundo Cuerpo de Ejército, con asiento en Rosario, y que un coronel le dijo: “Hoy lo matamos a Dunda”. Salió, se fue a un bar y me llamó. Y así me salvé.

–¿Y Lucero?

–Cuando estaba preso a disposición del Poder Ejecutivo pidió salir del país. Nunca más supe de él. Yo sigo pensando en el caso de Brandazza, porque queda al descubierto todo el método que se usaría después: la integración de los cuerpos de represión, las jerarquías, el robo de los bienes de los secuestrados, el secuestro, el ocultamiento de pruebas, el asesinato... Para eso necesitaban especialistas como Sarmiento. ¿Sabe quién reemplazó a Soldado? Feced.

El comandante de Gendarmería Agustín Feced, ya fallecido, fue otro de los especialistas de la represión de la dictadura en Rosario. Respondía a una estructura que remataba en la cúspide regional en el general Ramón Genaro Díaz Bessone, luego ministro de Jorge Videla, fue jefe del Segundo Cuerpo de Ejército acompañado por el general Otto Paladino, un miembro del grupo fascista Propaganda Dos que luego ocuparía la Secretaría de Inteligencia del Estado. Sarmiento, el mago de la picana, ya había pasado a ser jefe de Inteligencia en Misiones.

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