EL PAíS › OPINION
› Por Mario Wainfeld
Los medios que le son afines regañan (cada vez más a menudo y con más fastidio) a los integrantes del autodenominado Grupo A. Les recriminan la falta de habilidad o de punch para noquear al kirchnerismo. Varios comunicadores se indignan ante el internismo de “su” dirigencia política, aunque viven mirando el rating “minuto a minuto” para competir con sus pares.
Se repara menos pero es igualmente conspicuo el pobre desempeño institucional del arco opositor. Se suponía que el baluarte del Frente del Rechazo era la convicción republicana, que sus integrantes eran dialoguistas y tejedores de amplios consensos. En menos de un cuatrimestre han perdido interlocución aun interna y poco han hecho por tramar acuerdos. Trataron de imponer mayorías contingentes a como hubiera lugar. Fueron desaprensivos respecto de los reglamentos, los tiempos y los usos parlamentarios. Si esas irregularidades hubieran servido para batir al enemigo habrían sido disimuladas o santificadas ya que los ciudadanos, los medios y (ni qué decir) los formadores de opinión son resultadistas. Pero (ay) ni siquiera es ése el caso.
Una mancha más afea al tigre desde el martes pasado. Ese día, la Sala IV de la Cámara Federal en lo Contencioso Administrativo puso en negro sobre blanco una conducta afrentosa de una jueza afín, Claudia Rodríguez Vidal, que salpica también a legisladores de la oposición. La Cámara revocó una medida cautelar de esa magistrada que frenaba el Decreto de necesidad y urgencia (DNU) que instituyó el Fondo de Desendeudamiento (Fondea). Recordemos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dictó ese DNU tras derogar uno anterior, que creaba el Fondo del Bicentenario (Fobi).
El rechazo de la Sala IV fue lapidario con Su Señoría, cualitativamente distinto a una discrepancia de interpretación. Los camaristas fulminaron la sentencia revisada como “nula de nulidad absoluta e insanable”. El procedimiento, escribieron en jerga técnica, produjo una “frontal vulneración de las reglas que otorgan transparencia a la adjudicación del juez de la causa”. Dicho en lenguaje más llano, la jueza se arrogó el manejo de una causa en la que no debía intervenir, usurpó su “jurisdicción”. En lunfardo forense, eso se apoda forum shopping. Es una praxis ilegal y aviesa: elegir sin derecho un juzgado amigable, salteando las normas, usualmente un sorteo. Revocar de prepo ese método para cambiarlo por la designación a dedo, de eso estamos hablando.
Un proceso es una contienda, como un partido de fútbol. Como en ellos, un juez bombero desequilibra durante todo el de-sarrollo del juego, no sólo en sus momentos cumbre. Puede ir minando a un equipo cargándolo de tarjetas amarillas, sancionando faltas menores con doble standard, inclinando la cancha. Análogamente, un juez (o jueza) elegido por una de las partes no sólo lubrica una sentencia amigable, también inclina la cancha, burlando el principio de igualdad ante la ley.
La Cámara dejó a Rodríguez Vidal a punto de caramelo para el juicio político. No le atribuyó error o disintió con su razonamiento, la acusó de haber obrado con favoritismo y desprecio por las reglas.
Se suele debatir si es lícito intentar destituir jueces por el contenido de sus sentencias. El cronista cree que es aceptable en ciertos casos, pero es un asunto polémico. No es ésa la situación de Rodríguez Vidal, quien no se equivocó. Violó la ley.
El desapego a las reglas implica también a los legisladores que escogieron esa jueza. Una confesión tácita de su parte releva de más prueba: todo indica que no irán por vía del recurso extraordinario a la Corte Suprema. No los anima un súbito arrepentimiento por su compulsión judicializadora sino el ansia de evitar otro traspié. Hay casi plena certidumbre de que la Corte Suprema confirmará lo dispuesto por la Cámara.
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En otra disputa política trasplantada a Tribunales, el diputado peronista federal Enrique Thomas trasladó a su Mendoza un recurso contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Esa migración es un despropósito. Si se hiciera costumbre, podrían proliferar 23 reclamos análogos en las restantes provincias del país.
Los jueces de Mendoza son incompetentes. Thomas hace forum shopping, sin asidero en los códigos procesales, pero sí en los consejos del Viejo Vizcacha. Busca jueces amigos, un palenque ande ir a rascarse, por supuesto, de local. Eso es más sencillo, máxime si se comparte esa condición con el Grupo Vila Manzano.
Los integrantes de la Corte y muchos jueces honestos deploran las maniobras de forum shopping, pero son demasiado parcos para hacerlo en público. Los Supremos deberán expedirse sobre la medida cautelar otorgada por pedido de Thomas, una ocasión propicia para desautorizar ese vicio, con todas las letras, como lo hizo la Cámara en lo Contencioso Administrativo.
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Cerrada la aventura judicial, la oposición retorna al Congreso buscando rechazar al zarandeado DNU en ambas Cámaras. Para hacerlo, se harán los distraídos sobre una pintoresca movida de los diputados del Grupo A.
Días atrás exhumaron el extinto Fondo del Bicentenario, votaron su nulidad absoluta y pontificaron que esa proclama virtual se extendía también al DNU que implanta el Fondea. La Corte Suprema, casi al unísono, sentenció a favor del principio de identidad: dos decretos diferentes no son lo mismo. La Cámara coincidió.
La jugada opositora adolecía de falta de seriedad y de legalidad. En comparación con los formidables desaguisados recorridos en esta columna, cabe ser piadoso. El forum shopping es un acto de corrupción. Una sesión maratónica para anular un decreto ya derogado, apenas una parodia.
La diputada Elisa Carrió fue artífice de ese arrebato de creatividad legislativa. Sus aliados la acompañaron a regañadientes, casi de modo culposo, a sabiendas de que votaban una entelequia. Prefirieron gambetear la discusión interna a ser serios. También ansiaban distraer acerca de miniderrotas padecidas ese mismo día en Tribunales y en Senadores. Magra era su ambición, nula fue su cosecha. Nadie dejó de percibir que su maniobra era endeble y buscaba eclipsar reveses tácticos.
Ahora, silbando bajito, olvidarán su desliz, llevarán al pleno lo que alegaron haber zanjado per secula seculorum. Los números le dieron entonces, seguramente contarán otra vez con los votos necesarios, día más o menos.
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En la otra Cámara (la apodan “Alta”) la porfía siempre es más reñida. Al archipiélago opositor le cuesta juntar a sus 37 integrantes. La conducción del bloque del Frente para la Victoria supone que los senadores que presentaron proyectos de ley autorizando el uso de fondos del Banco Central para cancelar deuda (los pampeanos Carlos Verna y María Higounet, la correntina Josefina Meabe) no bancarán la derogación del DNU que posibilita transitoriamente una operatoria idéntica. Las posibilidades de demorar un pronunciamiento son mayores que en Diputados y las chances de un rechazo, menores.
La reunión de Labor Parlamentaria a realizarse martes o miércoles será para alquilar balcones. Se discutirá hasta (desde) el orden de tratamiento de los asuntos: el pliego de Mercedes Marcó del Pont, la reforma a la ley de impuesto al cheque. Según los oficialistas, no están dadas las condiciones para que el DNU llegue al pleno de la Cámara. La oposición piensa, ya se sabe, lo contrario.
El final es abierto, se aceptan apuestas.
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La oposición, un colectivo de existencia espasmódica, perdió cohesión, atractivo y poder en estos meses. Su reflejo parece ser reincidir, recorrer los mismos trayectos, repetirse. No consigue proponer una agenda distinta a la del oficialismo, sincerar diferencias intestinas y apuntalar la gobernabilidad. Congreso, Tribunales, forum shopping, su ruta. Tal su recorrido, que por ahora no la ha llevado a ningún destino interesante.
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