EL PAíS › CON LA ESPERANZA DE TENER APOYO PERONISTA
› Por Santiago Rodríguez
Eduardo Duhalde no llega, Francisco de Narváez no puede y Carlos Reutemann no quiere. Así piensa Mauricio Macri y por eso decidió concentrarse en la construcción del PRO a nivel nacional y multiplicar sus visitas al interior del país. El jefe de gobierno porteño considera que esos son los únicos hombres del PJ disidente que pueden hacerle sombra, pero que ninguno de los tres se anotará en la grilla final de candidatos a la Presidencia. Eso lo lleva a suponer, a su vez, que sin otra figura con chances de derrotar al kirchnerismo, los peronistas terminarán encolumnados detrás de su candidatura. Decidido a apostar al premio mayor en 2011, Macri debe resolver también su sucesión en la ciudad de Buenos Aires.
Cerca de Macri despejan cualquier duda en torno de la candidatura del jefe de Gobierno a la Presidencia. “No tiene marcha atrás”, afirman.
En línea con lo que analiza su jefe, los macristas sostienen que Duhalde se bajará de la carrera. “Es el candidato del establishment. Los empresarios y los banqueros nos dicen que lo mejor para el país sería que fuera presidente, que Mauricio siguiera en la ciudad y que Francisco gobernara la provincia. Pero más allá de ese círculo, Duhalde no tiene cabida; entre la gente le juega en contra su imagen negativa.” A De Narváez tampoco lo ven como un competidor porque están seguros de que la Justicia no lo habilitará para postularse. En cuanto a Reutemann, son terminantes: “Nunca va a ser candidato; no quiere”. Felipe Solá y Mario Das Neves ni siquiera entran en los cálculos del macrismo.
Macri tampoco ve un obstáculo en su procesamiento por el caso del espionaje ilegal –“la Cámara Federal lo va a revocar”, repiten a su alrededor– y no se detendrá en su afán por cubrir los “100 pasos” que separan su despacho de la Casa Rosada por más que ahora el peronismo disidente no lo acompañe. Cree que 2011 es su oportunidad y confía en que tarde o temprano los peronistas vendrán a golpear su puerta y le pedirán que sea su candidato.
A la espera de ese hipotético día, Macri sale de gira por el país cada fin de semana de acuerdo con lo estipulado en el plan de campaña que puso en marcha hace dos meses. Desde entonces visitó Entre Ríos, Córdoba y varias ciudades de la provincia de Buenos Aires y Santa Fe. También multiplicó sus apariciones vinculadas con la gestión porteña y explotó al máximo la reinauguración del Teatro Colón durante los festejos del Bicentenario.
Macri sigue al pie de la letra lo que le indica el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba y todos sus movimientos con miras a 2011 son coordinados por el titular de la Corporación del Sur, Humberto Schiavoni, a quien designó como su jefe de campaña. Otro hombre clave es Miguel Braun, un ex directivo del Cipecc que ahora desde la Fundación Pensar está al frente de la elaboración de un programa de gobierno que Macri tiene previsto presentar a fin de año.
Schiavoni es un peronista vinculado con el misionero Ramón Puerta y como tal tiene también la misión de tender puentes con los disidentes. El otro nexo con el peronismo es el ministro de Espacio Público porteño, Diego Santilli, quien esta misma semana participó de la reunión de los peronistas “sub 45” que el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, organizó en esa provincia.
En el equipo de campaña macrista están, además, el bonaerense Jorge Macri, a cargo de todo lo relacionado con el armado en esa provincia clave; el jefe del bloque PRO en Diputados, Federico Pinedo; y el secretario General del Gobierno porteño, Marcos Peña, quien conduce al grupo que maneja las comunicaciones 2.0 del macrismo. Gabriela Michetti se junta cada diez días a hablar de política con el jefe de Gobierno y también viaja al interior del país para apuntalar su candidatura presidencial.
Aquellos que le susurraban a Macri que era preferible que gobernara otros cuatro años la ciudad de Buenos Aires y consolidara una buena gestión local antes de intentar el salto a la Presidencia ya se dieron por vencidos. “Está convencido de que la única forma de cambiar las cosas es desde el gobierno nacional”, cuentan.
La candidatura de Macri a la Presidencia deja vacante su puesto de jefe de Gobierno. Michetti se prepara para ocuparlo. Algunos sugieren que en caso de una ruptura definitiva con De Narváez sería más útil si se postulara en la provincia de Buenos Aires, pero eso no entra en sus planes. El otro aspirante a la sucesión es el jefe de Gabinete de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, quien no se cansa de recorrer los barrios porteños: ayer mismo estuvo de charla con los vecinos de Balvanera y San Cristóbal en el Café de Los Angelitos.
Michetti también hace lo suyo y armó la fundación Suma, donde prepara su propio programa de gobierno. Trabaja con la hipótesis de que la elección porteña del año que viene será separada de la presidencial y que se dirimirá entre ella y Fernando “Pino” Solanas. De un tiempo a esta parte se mostró, además, en varias ocasiones con Santilli, uno de sus posibles compañeros de fórmula. La otra alternativa que maneja para completar su boleta es el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi. “Hay que ver qué agrega cada uno”, analizan sus colaboradores. Su impresión es que Santilli, por ser peronista, tiene llegada con los gremios y aporta a la gobernabilidad. A favor de Lombardi juega la buena consideración de la gestión cultural que –según afirman– tienen los porteños.
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