Mar 22.06.2010

EL PAíS  › EL EX JEFE DE LA METROPOLITANA OSVALDO CHAMORRO DECLARA HOY EN LA CAUSA POR ESPIONAJE PORTEñO

El pecado de denunciar al clan Macri

En los pedidos de informes que realizó Chamorro a través de la base de datos Nosis apareció Pablo Litardo, quien se había presentado a la Justicia para que se siguiera investigando a la empresa Calcaterra, de la familia del jefe de Gobierno, por sobreprecios.

› Por Nora Veiras

Pablo Sebastián Litardo es un abogado de 30 años militante radical. Su vida transcurre, sin demasiados sobresaltos, entre los municipios bonaerenses de Pilar y Luján. De pronto su nombre empezó a circular como uno más en la lista de elegidos por el ex comisario Osvaldo Chamorro, ex jefe de la Policía Metropolitana y socio de Jorge “Fino” Palacios, para indagar sobre su patrimonio a través de la base de datos Nosis. La información había aparecido en las computadoras secuestradas en las oficinas de Chamorro en los allanamientos por el espionaje porteño. “Yo soy un Don Nadie y resulta que aparezco en esos pedidos de informes con fecha 4 de septiembre de 2009, diez días después de que me había presentado en la Justicia para que se siga investigando una causa que involucraba a Calcaterra Construcciones, de la familia Macri, por sobreprecios en obras en el Hospital Santojanni y que podía complicar al gobierno de la ciudad”, explicó Litardo a Página/12. El abogado acaba de pedir ante el juzgado de Norberto Oyarbide su actuación como querellante para tener acceso al expediente. Hoy, a las 10, Chamorro tiene cita a indagatoria con el juez.

El procesamiento del jefe de Gobierno Mauricio Macri por escuchas ilegales se funda, especialmente, en el espionaje a su cuñado Daniel Leonardo. El parapsicólogo casado con Sandra Macri tenía pinchado el teléfono por orden de un juez de Misiones, a partir de una denuncia falsa. ¿A quién le podía interesar escuchar a Leonardo?, es la pregunta recurrente de los investigadores y la respuesta cae de lleno en las belicosas y taimadas disputas del clan Macri. En el 2007, Franco Macri cedió a su sobrino, el arquitecto Angelo Calcaterra, hijo de su hermana María Pía, las constructoras e inmobiliarias en las que Mauricio era el director ejecutivo. De inmediato, Iecsa se asoció con la italiana Ghella y reactivó las contrataciones públicas. La pregunta ahora es a quién le podía interesar averiguar sobre la identidad y el patrimonio de un ignoto abogado que había pedido que se siguieran investigando las condiciones de contratación de una obra realizada por Calcaterra.

Pasando revista

“En agosto del año pasado leí en la revista Veintitrés primero y después en Noticias que una causa por supuestos sobreprecios en obras en el Hospital Santojanni, que involucraba a la constructora Calcaterra, había sido archivada por el entonces juez federal Guillermo Montenegro. Y resulta que apenas dos meses después, en diciembre de 2007, asume como ministro de Justicia y Seguridad. Me dio bronca y me presenté para que se siguiera investigando. Ya el fiscal general Germán Moldes y la Sala 1 de la Cámara Federal (en julio del año pasado) habían considerado apresurado el cierre de la causa y pedían que se siguiera adelante”, recuerda Litardo.

–¿Hizo pública la denuncia? –le preguntó este diario.

–Jamás lo di a la prensa. Junté los recortes de diarios y revistas y los presenté en la Justicia. No hice trascender nada. Yo, desde diciembre, soy presidente de la Juventud Radical de Luján, pero en ese momento era un simple militante. No hablé con nadie del partido ni nadie me llamó. Ahora, en distintos blogs salió que (Ricardo) Alfonsín o (Elisa) Carrió podrían estar interesados en el tema. O no leen los diarios o no les interesa, a mí nadie me llamó.

–El que evidentemente quería saber quién era el comisario retirado Chamorro.

–Cuando salió el tema de los informes que había pedido Chamorro, se me vino la única vinculación que yo tenía en Capital: esa denuncia. No estoy muy fogueado pero la tenía fresquita en la cabeza. A los diez días que hago la presentación para que se investigue la causa que había cerrado Montenegro, Chamorro pidió mis antecedentes en Nosis.

La sucesión temporal es llamativa: el 25 de agosto del año pasado, Litardo hace la denuncia. El 16 de septiembre tenía fecha para ratificarla. La eficiencia de Chamorro queda en evidencia porque ya el 4 de septiembre apareció en su computadora la consulta a Nosis para saber quién era y cuál era la situación patrimonial del joven que pretendía hurgar en los negocios de la familia Macri-Calcaterra.

La presentación por supuestos sobreprecios en la obra de remodelación del Hospital Santojanni, del barrio de Mataderos, había empezado el 22 de mayo de 2006, a partir de una investigación de la Oficina Anticorrupción. El entonces titular de la OA, Abel Fleitas Ortiz de Rosas, puso la lupa sobre el plan de “Reforma Piloto de los Hospitales Públicos”, financiado con un crédito de 101.400.000 pesos del Banco Mundial del programa Pressal, aprobado en 1995 durante el menemismo. El reacondicionamiento del Santojanni era una de las obras en tela de juicio. El trabajo había sido ganado por Calcaterra a pesar de que ya había habido denuncias por irregularidades en otro contrato por reformas en el Colegio Nacional Avellaneda y de que había presentado la oferta más cara. En junio de ese año el entonces fiscal Carlos Stornelli ordena una serie de medidas de prueba y en octubre de 2007, Montenegro archivó todo porque “los sucesos denunciados por la OA no pueden ser considerados como delito”. La Cámara luego ordenó continuar con la investigación.

Disco duro

Palacios renunció a la jefatura de la Policía Metropolitana cuando despuntaba la causa por las actividades ilegales del espía Ciro James, uno de sus hombres recomendados para ingresar a la nueva fuerza de seguridad, vedette del proyecto macrista. Jaqueado además por su inminente procesamiento por encubrimiento en la causa por el atentado a la AMIA, El Fino tuvo que alejarse del gabinete porteño el 26 de agosto pasado. Macri calificó su renuncia como “un acto de grandeza” fundado en “razones personales”. Otro hombre de Palacios, Osvaldo Chamorro, con quien había compartido años en la Federal, quedó como su sucesor. Duró poco: el 16 de noviembre Macri ordenó desde España su alejamiento. Los peritajes de las computadoras secuestradas en Maipú al 200, donde Chamorro compartía oficinas con Palacios, habían sacado a la luz las investigaciones a legisladores y a Litardo, entre otros. El escándalo opacó el viaje con el que el líder de PRO pretendía empezar a cimentar su proyección internacional: la reunión con el rey Juan Carlos de Borbón le quedó casi como un recuerdo íntimo.

Pablo Sebastián Litardo.

Los investigadores que allanaron el estudio de Chamorro se llevaron una primera sorpresa al comprobar que su oficina particular de abogado está pegada a la empresa Security Consulting, de Palacios. Son los departamentos D y C del piso siete. La segunda sorpresa provino del hallazgo de una carpeta llamada “Osvaldo” en una PC en la que figuraban los informes pedidos a Nosis. El listado incluía, entre otros, al propio jefe de Gabinete de Macri, Horacio Rodríguez Larreta, y a los legisladores porteños Diana Maffía, Silvia La Ruffa, Gonzalo Ruanova y Patricio Datarmini. En ese archivo es donde apareció Litardo.

Desde aquel 16 noviembre en que el ministro Montenegro calificó como “una falta ética, no un delito” a la avidez investigativa de Chamorro la causa por espionaje siguió avanzando. Palacios y James están procesados y con prisión preventiva ratificada por la Cámara Federal de Apelaciones. Macri y su ex ministro de Educación, Mariano Narodowski, procesados como integrante y encubridor de una asociación ilícita. Fueron destituidos los jueces de Misiones José Luis Rey y Horacio Gallardo, quienes siguen procesados por haber autorizado las escuchas a partir de denuncias falsas a Sergio Burstein, familiar de las víctimas de la AMIA y a Daniel Leonardo, entre otros.

Chamorro declaró bajo juramento como testigo que sólo había hablado dos veces con James y que lo había hecho en forma personal. Una, cuando se lo presentó el Fino Palacios, que gestionaba el ingreso del espía a la Metropolitana. Otra, para proyectar sus funciones en la fuerza. Pero, según fuentes de la investigación, en la lista de cruces telefónicos aparece otra cosa: allí figuran por lo menos una decena de llamados entre James y Chamorro. Y otras sesenta comunicaciones por el teléfono fijo de la oficina.

Hoy por la mañana, el comisario que tuvo que dejar la Policía Federal en 2004 junto con Palacios tiene cita con Oyarbide. No ya como testigo, sino como imputado, tendrá que elaborar argumentos para explicar por qué mantuvo tantos diálogos con James y qué interés despertaba en él el joven Litardo.

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