Sáb 07.08.2010

EL PAíS  › NEGOCIACIóN RELáMPAGO DE KIRCHNER Y LULA PARA QUE EL CANCILLER DE CHáVEZ ESTé HOY EN LA ASUNCIóN DE SANTOS

El conflicto no es cosa de Santos, pero está más Maduro

Santos asumirá la presidencia de Colombia en medio de la crisis con Venezuela. Uribe añadió denuncias personales contra Chávez. Kirchner, como secretario de Unasur, y Lula mediaron para que hoy Nicolás Maduro, canciller de Venezuela, asista a la ceremonia. Las claves de Colombia. El clima. Y Uribe por dentro.

› Por Martín Granovsky

Desde Bogotá

Si Chile tiene un aeropuerto que se llama Torquemada y Colombia una cárcel que se llama La Picota, todo es posible en América latina: incluso lo razonable. Y siguen los nombres simbólicos en esta historia. Hoy, en la asunción del nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, como prenda de paz estará presente el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro. Venezuela y Colombia no tienen relaciones diplomáticas. Pero una misión internacional que protagonizó Néstor Kirchner logró, por un instante, santificar la madurez.

“Yo espero que Colombia y Venezuela retomen la convivencia, pero para llegar a esa situación hace falta tiempo”, dijo Kirchner en Caracas antes de viajar a Bogotá. “Necesitamos la tranquilidad y la voluntad de tomarnos el tiempo necesario para que estas cosas desaparezcan de la vida sudamericana y retomemos la convivencia de ambos pueblos”, agregó, y recordó que vio “bien” tanto al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como a Santos. Kirchner se encontró con Chávez en Venezuela, donde llegó el viernes en misión relámpago, y con Santos en Buenos Aires, por donde pasó el presidente electo en una gira sudamericana antes de asumir.

Anoche, mientras todavía no había llegado la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el ex presidente participaba en la cena de despedida de Uribe con mandatarios de todo el mundo.

En Bogotá, las reuniones se de-sarrollaron a ritmo frenético en el Hotel Tequendama, al que se llega faldeando la montaña hacia oriente. Uno de los salones utilizados por los presidentes fue el Esmeralda II. A la entrada un cartel dice: “Camine tranquilo. Este hotel está libre de tabaco”. En vano. Ninguno de los actores de esta historia se alimenta de la tranquilidad.

Kirchner, secretario ejecutivo de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), cumplió un raid que sonaba especial para quienes, cuando se postuló para el cargo, le vaticinaron el momento más bucólico de su vida. Primero se reunió en Venezuela con el presidente Hugo Chávez. A esa reunión se sumó luego el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que ya entró en los últimos cuatro meses de su mandato de ocho años (ver más información páginas 22 y 23).

Algunas razones razonables

No todo es adrenalina presidencial, sin embargo. Conviene tener en cuenta algunos elementos:

- Chávez rompió con Colombia en los últimos días de gobierno de Alvaro Uribe con el argumento de que éste falseó la realidad cuando involucró a Venezuela en el apoyo a las FARC, la antigua guerrilla de las Fuerzas Armadas de Colombia, hoy con baja legitimidad en su país y en el exterior.

- Santos fue ministro de Comercio de Uribe, negociador con los Estados Unidos por el Tratado de Libre Comercio y ministro de Defensa, pero promete un estilo diferente.

- ¿Chávez quiso hacer una marca de dureza extrema para permitir a Santos un margen de maniobra superior? ¿Lo hizo para permitirse ese margen de maniobra a sí mismo luego de la tensión entre Venezuela y Colombia?

- Salvo en las películas de Lars von Trier, las grandes fiestas familiares son un momento de alegría, momentáneo olvido de reyertas y, por eso, un marco de negociación incipiente entre copa y copa.

- Lula, su canciller Celso Amorim y su asesor internacional Marco Aurelio García suelen presentarse ante el mundo como el país más poderoso de una región estable, democrática, pacífica y sin guerras entre países desde la que libraron Ecuador y Perú y permitió el lucimiento de los tenderos argentinos.

- Kirchner, como Lula, Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o Pepe Mujica, está en las antípodas ideológicas de Uribe. Pero, en primer lugar, Uribe era hasta ayer la cabeza de un vecino importante. Y, en segundo lugar, incluso Uribe votó a favor de Kirchner como secretario de Unasur toda vez que constató que Uruguay levantaría el veto impuesto antes por Tabaré Vázquez y Mujica daría el Sí.

El fenómeno de las FARC es complejo, y resulta cada vez menos simpático a la izquierda del continente por el uso de métodos como los embarazos forzosos o la limpieza de poblados enteros. Sin embargo, con alrededor de 60 años de violencia continua, parece evidente que el conflicto entre el Estado y la guerrilla más vieja del continente (¿del mundo?) no tiene como su clave ninguna actitud de Venezuela.

Cuando las FARC comenzaron Chávez no había nacido. Y, en los últimos años, la base de sustentación financiera de la insurgencia no fue el petróleo venezolano sino el impuesto cobrado en gramos de cocaína por las FARC a los narcos colombianos.

FARC sin calidez

Muchos miembros de gobiernos del continente integraron agrupaciones de izquierda o se enrolaron en la guerrilla de manera contemporánea con una parte de la historia de las FARC. Un ex miembro de la dirección tupamara preside Uruguay y es jefe de Estado de El Salvador un ex guerrillero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Si en este momento de la historia las FARC no despiertan el calor del continente, es que ya no habrá otro momento mejor para ellas. Lo cual no cambia la certificación, por parte de las Naciones Unidas, de que el régimen de Uribe tiene graves deudas en materia de violación de los derechos humanos. En los últimos tiempos agregó un tema que resuena en la ciudad de Buenos Aires: las chuzadas. Chuzar es pinchar. Chuzadas son las pinchaduras que la Justicia investiga en relación con las actividades de la DAS, la poderosa policía de seguridad de Colombia. Santos prometió reformarla y a la vez confirmó allí al jefe de los tiempos de Uribe: otro enigma más para descifrar en los próximos tiempos.

La sigla DAS aparece en el aeropuerto y en la ciudad, naturalmente que en su aspecto visible. También es visible una fuerte presencia militar, lo cual no es raro si se piensa que la asunción de Uribe, en 2002, fue recibida literalmente con cañonazos que provocaron decenas de muertos.

Bogotá está anillada por cordones de seguridad y poblada de labradores de color negro o crema entrenados para oler droga y explosivos. No hay rastros aparentes de histeria, sin embargo. Los automovilistas parecen resignados a que el tránsito, ya obturado por las obras del subte, tenga estos días una dificultad más. Ningún negocio del centro permanecía cerrado anoche con las persianas bajas típicas de la psicosis. Y en las principales avenidas, como en 72 y carrera 12, seguía en plena actividad uno de los comercios más curiosos de Bogotá: el que permite a un tipo en una esquina ganarse la vida con tres o cuatro celulares encadenados a una mano y ofrecidos como si así se construyera un locutorio ambulante. Pudieron conseguir clientes porque la noche era fresca, con 14 grados, pero no llovía en Bogotá.

La agenda económica

La centralidad de la cuestión venezolana en la sucesión del mando de Uribe a Santos tiene que ver con la escaramuza de último momento entre ambos presidentes. Pero si hay locutorios ambulantes es porque abundan tanto el ingenio como la informalidad laboral. ¿Querrá Santos escalar con Caracas? Las relaciones de Colombia con Venezuela no tienen sólo una dimensión política. Venezuela es el segundo socio comercial de Colombia. Y es difícil que Santos encuentre un reemplazo veloz para divisas que le serán vitales en una economía con 11,6 por ciento de desempleo –la segunda tasa de desocupación en el continente después de la dominicana– y un 4,4 por ciento de déficit fiscal previsto para 2010. Un déficit así molesta al equipo de Santos por lo que pueda significar en sí mismo y también por los antecedentes económicos de Santos y sus chicos para los asuntos económicos. En una América latina que descree cada vez más de la solución por vía de quitar reglamentos y quitar Estado, Santos, como Uribe, rescata el neoliberalismo que Uribe no repudió ni siquiera cuando en la región comenzaba la contraola.

La cuestión fiscal fue uno de los temas que ocupó las reuniones de transición entre el ministro de Hacienda saliente, Oscar Iván Zuluaga, y el que asumirá hoy con Santos, Juan Carlos Echeverri. La inflación, en cambio, no es un problema. En julio hubo una deflación del 0,04 por ciento, y la inflación acumulada del 2010 es de 2,42 por ciento.

Como en el resto del continente, la clave de las exportaciones en desarrollo es China, que aumenta de manera constante sus compras de petróleo colombiano.

Tampoco la gobernabilidad parlamentaria está en cuestión para el futuro gobierno: Santos gozará de mayoría en las dos cámaras.

El tema del desempleo y la alta informalidad, con índices de pobreza que trepan al 60 por ciento, emergen como una parte de la agenda inmediata en un país donde las pymes ocupan el 80 por ciento de la mano de obra pero no son el centro de la estrategia económica, la menos por el momento.

El Consejo Gremial Nacional, nombre de la entidad que reúne a las centrales empresarias, propuso un plan para reforzar la economía en algunos sectores:

- Construcción de vivienda y de infraestructura física.

- Turismo.

- Minería y energía.

- Biocombustibles.

- Utilización agrícola de 10 millones de hectáreas, cifra que según los empresarios podría alcanzarse partiendo de los cinco millones actuales.

Entre los datos que las centrales empresarias no dan figura uno que reveló la investigadora Ana María Ibáñez, de la Universidad de los Andes. El índice Gini, que mide el nivel de desigualdad, es de 0,875 en las zonas rurales de Colombia. En el continente solo es superado por Paraguay.

El gobierno declara proponerse crear dos millones y medio de empleos en los próximos cuatro años y convertir medio millón de puestos actuales de trabajo en negro en empleos blancos. Como en el resto de América latina, junto con el efecto reactivador de la obra pública se asoma el resplandor del mercado interno. Las ventas de autos aumentaron un 25 por ciento, con un acumulado en lo que va del año de 128 mil vehículos nuevos.

Denuncia para neutralizar denuncias

El estilo que aquí llaman “microgerencial” de Uribe, con reuniones en vivo donde los vecinos reclaman y él resuelve en el acto, delante de las cámaras de televisión y retando a sus funcionarios, no seguirá con Santos. Ya trascendió que los consejos comunales, que Uribe realizaba todas las semanas en un punto distinto de Colombia, se harán una vez al mes y utilizando videoconferencias. Eso sí: quizá duren más de un día.

En este juego de aristas fuertes, Uribe deja el poder tras escalar el clima de hostilidad con Venezuela. El abogado colombiano Jaime Granados presentó ayer mismo una denuncia contra Chávez en la Corte Penal Internacional de La Haya por la presunta comisión de delitos de guerra y de lesa humanidad. También elevó una demanda contra el Estado venezolano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La Corte Penal Internacional recibe denuncias y eventualmente juzga la conducta de jefes de Estado en funciones o presidentes que acaban de serlo. Uribe sabe cómo escandalizar. Justo estos últimos días el Tribunal Penal estuvo en la primera página de muchos diarios por el caso de los diamantes en bruto que le regaló en 1997 el entonces dictador de Liberia, Charles Taylor, a la modelo Naomi Campbell. Taylor, procesado por homicidio, violación, mutilación, esclavización sexual y leva de niños para ser soldados, canjeaba esos diamantes por armas. Campbell recibió una bolsita de ellos después de una cena y dijo haberlos donado para la Fundación Infantil Nelson Mandela.

El 22 de julio último el gobierno de Uribe presentó ante la Organización de los Estados Americanos supuestas pruebas de la presencia de varios campamentos de las FARC en territorio colombiano con la presunta cobertura del gobierno venezolano.

Si Uribe apuesta a jugar carta contra carta con Venezuela, a Colombia le espera un tramo largo. Las Naciones Unidas y Human Rights Watch lanzan desde hace diez años reportes sobre violaciones a los derechos humanos que incluyen la vigencia de un alto número de paramilitares, los episodios de espionaje como las chuzadas y la relación personal del propio Uribe con sectores paramilitares desde el mismo momento de su entronización como presidente ocho años atrás. La Justicia tiene bajo investigación a 107 miembros del Congreso, y 21 ya fueron condenados por el uso de paramilitares en la búsqueda de voto para Uribe. El primer coordinador del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, Jorge Noguera, está acusado de crímenes contra sindicalistas y líderes sociales en la región de Costa Caribe.

En un perfil que no es precisamente el más crítico de los publicados últimamente por la prensa colombiana, María Teresa Ronderos, de Semana, escribió en la revista Gatopardo que “Uribe salvó a Colombia de un abismo de desesperanza, pero no supo encaminar al país hacia una paz sustentable”. Dice también su texto: “Evitó que el Estado colombiano sucumbiera, pero socavó la institucionalidad democrática que había sobrevivido todos los embates violentos del último cuarto de siglo”. Uribe, para Ronderos, es “un gran político que no creyó en las soluciones políticas sino en las militares; uno que se conectó con el pueblo mucho más que sus antecesores, pero no supo darle realmente una mejor calidad de vida”.

martingranovsky.blogspot.com

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