EL PAíS › MOYANO CON TOMADA, COSCIA, AMOR Y GONZáLEZ EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
El secretario general de la CGT participó de un debate organizado por las 62 Organizaciones. Mencionó a Borges, a las “palabras raras” que se usaban en los ’90 y criticó “las amenazas de un discurso absurdo” que reúne a opositores y ruralistas para referirse a la pobreza.
› Por Alejandra Dandan
A esta altura, dijo Horacio González, no es “inhabitual” la presencia de Hugo Moyano en la Biblioteca Nacional. “Se puede decir que ha venido muchas veces.” Con su campera de cuero, el líder de la CGT no parecía a sus anchas: “No es de los espacios que más me gustan”, se sinceró. “Me siento más cómodo en las tribunas.” Moyano, que con su presencia reforzó el primer plenario de cultura de las 62 Organizaciones Peronistas de Capital, se sentó en medio de una larga mesa en el auditorio Jorge Luis Borges. “Yo me pregunto qué pensaría Jorge Luis –arrancó– de que los negritos y los morochitos estemos justamente hablando en un salón que lleva su nombre.”
Como empezó a suceder con la marcha de antorchas que el 26 de julio sacó a la calle a los militantes gremiales para el aniversario de la muerte de Eva Perón, la regional porteña de las 62 lleva adelante una serie de plenarios por áreas para apuntarle por un lado al gobierno de Mauricio Macri y, por otro, para abrirse espacio y sacudir al PJ porteño, ganar la calle, y a los sectores medios ante la próxima pelea electoral.
El inmenso cartel en la entrada al auditorio intentaba una síntesis del encuentro en el que ganaron la sala militantes y delegados de los sindicatos alineados a la regional: ferroviarios, mecánicos, petroleros, taxistas, calzado y educadores privados. “Ni buenos ni malos –decía la leyenda–: ¡incorregibles!”, en alusión al modo con el que Borges definió al peronismo y del que el peronismo parece hacerse cargo. “Somos incorregibles porque somos peronistas”, tronó en la voz de alguno de los integrantes de la mesa.
Hugo Moyano y Horacio González se habían visto en la CGT, cuando en los primeros meses del año el espacio Carta Abierta, del que participa el director de la Biblioteca Nacional, armaba un documento de consenso con distintos sectores sobre el Bicentenario. “Estoy muy complacido de que estés acá”, le dijo ayer González. “Y es el ámbito adecuado.” La cultura es trabajo, explicó, y las historias de los movimientos obreros son los lugares más prósperos para pensar la creación artística, el pensamiento de los intelectuales, las vanguardias.
Cuando Moyano arrancó, la mesa ya había dado sobradas razones de ese vínculo entre los trabajadores y la idea de identidad. Hablaron el secretario de Cultura, Jorge Coscia; el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y el dirigente de las 62 Organizaciones Alejandro Amor, que detalló la grilla del programa de cultura con el que intentarán sacudir a Buenos Aires durante 34 días, desde el 17 de octubre (ver aparte).
“Yo me digo –dijo Moyano enseguida, volviendo a las referencias a Borges–, si no le gustaban el mate, el fútbol, el tango y no se había casado, ¡qué va a ser peronista! ¡No puede ser peronista!”
Ya a gusto, después de dejar en claro su lugar ante ese todopoderoso nombre de la sala, comentó la foto de la apertura de la Rural y la cena de peronistas opositores en casa de Héctor Magnetto, CEO de Clarín. Le recordó a Tomada que todavía hay “atrasos en los salarios”. El ministro lo codeó. Relajado, contó historias de militancia, como quien convierte notas de costumbres en apuntes políticos.
“En los ’90, nos la pasábamos escuchando palabras raras”, dijo. En línea con una idea de Tomada sobre la reaparición de palabras que habían caído en desuso, Moyano mencionó cosas como “flexibilización laboral” o “polivalencia funcional”. Una vuelta, contó, “había una lucha larga en una empresa, y yo dije: ‘¡Cómo van a dejar a la gente en la calle!’. ‘Son los efectos no deseados de la economía’, nos dijeron”.
Sobre la imagen de opositores y ruralistas: “Con la Exposición de la Rural, yo vi una foto que en principio me sorprendió, pero después me di cuenta de lo que se trataba: en la Rural hay vacunos, equinos, ovinos, pero descubrí que había una nueva especie, esa especie a la que los peronistas estamos acostumbrados”. Como al paso, mencionó al peronismo federal y la reunión en la casa de..., dijo, sin terminar la frase. La tribuna cantó el nombre de Magnetto: “Muestran las amenazas de un discurso absurdo –aclaró– que habla de los pobres sin ponerse colorados”.
En un momento, apareció una referencia a la clase media, pudo ser un guiño a ese sector o, tal vez, a una parte del PJ que discute el ascenso de Moyano en el partido y sostiene que el movimiento obrero es sólo una de las tres partes del justicialismo. “El peronismo sembró la conciencia de clase media”, dijo en referencia a las aspiraciones que empezaron a florecer entre los obreros durante el gobierno de Perón. “Yo veo que en otros países no hay esto, ganas de mandar a los hijos a la universidad, la pelea permanente para vivir con dignidad.” Un movimiento obrero, dijo, que se sabe consciente de sus derechos.
¡Ey!, lo pararon en la puerta. Y Moyano paró a sacarse unas fotos.
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