EL PAíS › CON EUFEMISMOS, EL REPRESOR RECONOCIO VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS EN LA ESMA
Ante la Justicia, el ex oficial de Inteligencia Antonio Pernías reconoció haber integrado el grupo de tareas de la ESMA, justificó las torturas como “interrogatorios reforzados” y se refirió a “los traslados” de detenidos.
El ex oficial de Inteligencia Antonio Pernías volvió a hablar en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA y reconoció que el grupo de tareas que integró en ese centro clandestino tenía como práctica realizar “interrogatorios reforzados” a los detenidos. El represor justificó las sesiones de tortura –“aún hoy se los sigue aplicando en países como Irlanda o Israel”, sostuvo–. También argumentó que las condiciones de detención en Capucha, donde permanecían los secuestrados por el grupo de tareas de la ESMA, “no se diferenciaban demasiado de las cárceles del pueblo”.
La de ayer fue la segunda vez que Pernías, que está siendo juzgado junto a otros dieciocho represores, pide declarar. Subió al estrado con un bolso lleno de libros, que viene usando para desmentir las declaraciones de los sobrevivientes que atestiguan en las audiencias. Así, lee un párrafo de La Voluntad o de Mujeres guerrilleras a los jueces con la intención de confrontar los dichos de tal o cual testigo con lo publicado. Usa también La Masacre de San Patricio, de Eduardo Kimmel, y Cuando el poder perdió el juicio, de Luis Moreno Ocampo.
En tono autojustificatorio, el represor dijo que el país pasó por “una guerra” y adjudicó sus “horrores y errores” a “la obediencia debida” y “la emoción” que le causaron, dijo, “los crímenes cometidos por los jóvenes idealistas/terroristas/guerrilleros”. Como si fuera una novela por entregas, prometió “explicar la posición de Perón” en su próxima declaración.
Más allá de la puesta en escena, para los abogados querellantes la declaración aportó algunos puntos útiles. Lo principal es que Pernías reconoció haber sido personal permanente del grupo de tareas de la ESMA y, al mismo tiempo, admitió que la tortura era una práctica del grupo. Por otra parte, blanqueó que el represor Julio César Coronel, que también está siendo juzgado por los crímenes cometidos en ese centro clandestino, utilizaba el apodo de Maco.
Pernías reconoció que Rodolfo Walsh fue llevado a la ESMA, negó haber participado en el secuestro y la desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y se refirió de manera indirecta a los vuelos de la muerte, al sostener que ni los oficiales ni los suboficiales decidían “los traslados” de detenidos. “Todo estaba decidido en esta guerra. Ningún oficial ni suboficial tenía que tomar decisiones sobre los traslados”, declaró, ya que se trataba de “una guerra cruel”.
Al aludir a sus funciones como interrogador mediante la aplicación de tormentos, usó el eufemismo de “interrogatorios reforzados” que, apuntó, “todavía son legales” en países como Israel e Irlanda, argumentó. “Pero no había ensañamiento, porque nosotros éramos personas de bien”, sostuvo en otro tramo de su declaración, lo que levantó murmullos de indignación entre los asistentes, en su mayoría familiares de las víctimas o sobrevivientes del terrorismo de Estado. En el mismo sentido, sostuvo que “lo que hacía el grupo era sacar información, no había ensañamiento” y que los interrogatorios “eran por quince minutos, y si no se sacaba información después de ese tiempo, ya no servía”.
El juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada está a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 5. En la audiencia de ayer, después de estar varias jornadas ausente, reapareció el ex jefe del grupo de tareas Jorge “el Tigre” Acosta; también estuvo Ricardo Miguel Cavallo.
Las audiencias se iniciaron el 14 de diciembre del año pasado; fueron escuchados ya más de un centenar de testigos, algunos por vía de teleconferencia dado que viven exiliados desde que fueron liberados de la ESMA. Los hechos que se juzgan son 85 casos de delitos de lesa humanidad, incluidos el secuestro y desaparición de Rodolfo Walsh, de las monjas francesas Duquet y Domon, y del grupo fundador de las Madres de Plaza de Mayo que integraban Azucena Villaflor, Mary Bianco y María Esther de Careaga.
Junto con Pernías, los imputados en este tramo de la causa son Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Astiz, Juan Antonio Azic, Carlos Capdevilla, Ricardo Cavallo, Julio César Coronel, Adolfo Donda, Juan Carlos Fotea, Manuel García Tallada, Pablo García Velazco, Alberto González, Oscar Montes, Jorge Rádice, Juan Carlos Rolón, Raúl Scheller y Ernesto Weber.
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