EL PAíS
› UN MAPA DE LA INTERNA PERONISTA Y LAS INTENCIONES PROFUNDAS DE SUS JUGADORES
Cuál es el juego que cada cual atiende
Los movimientos aparentemente contradictorios de Duhalde. La pila de Kirchner. Las maniobras de Menem. Entradas y salidas de Rodríguez Saá. El fantasma de Chiche y las broncas de Solá. Un mapa de lo que los justicialistas llaman con orgullo “el lugar donde se discute el poder”.
› Por Martín Piqué
No atrapa a multitudes, ni le quita el sueño a nadie. Pero detrás del bajo perfil y del aislamiento de las mayorías, la interna del peronismo esconde una pelea trascendental para el futuro del país. Como lo destacan con cierto orgullo los propios peronistas, en el PJ “se está discutiendo el poder en la Argentina”. Un poder ajeno a la indiferencia y el hastío de la sociedad, pero que aspira a ser gobierno para definir los intereses que se privilegiarán en los próximos años. En la discusión intervienen, por supuesto, los dos ex compañeros convertidos en rivales desde fines de los ‘90: Eduardo Duhalde y Carlos Menem, que sueñan con sacarse de carrera mutuamente. “Tanto Menem como yo –dijo ayer Duhalde– tenemos que dejar paso a las nuevas generaciones. Menem no lo entiende, pero yo sí”.
Los dos enemigos protagonizan la pelea junto a otros dirigentes del PJ: Adolfo Rodríguez Saá, Néstor Kirchner, Felipe Solá, Chiche Duhalde, Ramón Puerta, José Manuel de la Sota, Carlos Reutemann, por nombrar a los personajes principales. El objetivo es llegar a la Presidencia –o garantizar que la ocupe un candidato que asegure la “continuidad”–, para luego reacomodar las fichas hacia dentro del PJ, como ocurre en todo movimiento verticalista que se precie de tal. La pelea transcurre en escenarios múltiples –partidario, legislativo, judicial, mediático–, y se definirá recién con los comicios presidenciales.
A continuación, un mapa de los intereses, los objetivos y las estrategias de los protagonistas de la interna del PJ. Una saga crucial para el futuro político del país, aunque, por cierto, mucho menos “apasionante” (para usar una definición de Duhalde) que el asesinato de María Marta García Belsunce y el encubrimiento posterior al crimen.
- Eduardo Duhalde: Aunque a veces desconcierta hasta a sus propios allegados, Duhalde tiene un objetivo claro, que da sentido a todas sus iniciativas, aun cuando éstas puedan ser contradictorias. Quiere que la transición que le encargó la Asamblea Legislativa se convierta, para él, en un capital político que lo deje con poder real en el peronismo. Y, también aspira a que su gestión lo convierta en un eventual “presidenciable” para un futuro mandato. Claro que su deseo también incluye el opacamiento de Menem, a quien gustaría ver jubilado.
Para lograr esa meta, Duhalde optó por armar una “corriente renovadora” del PJ e impulsar desde allí la candidatura de Kirchner. Después de alentar por acción u omisión varias movidas que fracasaron (el “Operativo Clamor” y la ley de lemas que lanzó Eduardo Camaño), el Presidente se muestra decidido en su respaldo al patagónico. Ayer lo definió como “el abanderado del espacio renovador” y lo juzgó “el candidato mejor posicionado” dentro de esa corriente. Pero a pesar de su convencimiento, sus adversarios y hasta varios de sus aliados internos –como el gobernador Felipe Solá– sospechan que Duhalde no descartaría ser candidato si llegaran a postergarse las elecciones del 27 de abril.
Las sospechas se valen, además, del reciente acercamiento en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que permitiría que el Gobierno pueda desentenderse por un tiempo de la prolijidad institucional (y así alentar, de algún modo, la suspensión del cronograma electoral vigente). En el Ejecutivo, sin embargo, desmienten enérgicamente esa acusación: “Es una pavada. Ahora ya no hay vuelta atrás con Kirchner”, remarcó ayer el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, en diálogo con Página/12. Luego de aclarar que Duhalde no cambiará de estrategia, el funcionario adelantó que la semana próxima –”entre el 17 y 24 de enero”– se reunirá el Congreso del PJ, y que ese órgano decidirá aplicar la ley Romero para que los candidatos puedan competir por separado, con “neo-lemas” y sin sumatoria de los votos.
- Carlos Menem: El riojano sabe que funciona como destinatario imaginario de las iniciativas del Gobierno. Y que el escenario ideal para el oficialismo es unir a todos los votantes “antimenemistas”, sean éstos delPJ, independientes o de otras fuerzas partidarias. “Pareciera que Menem es el hombre a vencer, cuando lo ideal sería saber qué propuesta tienen los otros candidatos”, aseguró ayer Alberto Kohan, uno de los coordinadores de campaña de Menem. El funcionario menemista aprovechó para lanzarse contra Kirchner, quien había prometido que “terminaría con Menem”. “Nunca creí que en democracia se podía terminar con alguien, sino ganarle a alguien”, retrucó el ex secretario general de la Presidencia.
Mientras empieza a cargar contra quien se perfila como uno de sus rivales más fuertes hacia dentro del PJ, el menemismo analiza los detalles de su estrategia. Que consiste, por un lado, en chicanear al duhaldismo por “no querer elecciones”, para lo cual es crucial mantener hasta último momento las internas del 23 de febrero para presionar por su realización. Los asesores del riojano confían en que el juez federal Norberto Oyarbide –quien ya pidió garantías al Ejecutivo sobre la celebración de la interna– ejercerá alguna presión en ese punto.
Otro de los aspectos fundamentales de la estrategia menemista es impedir que el duhaldismo aplique la variante Romero de la ley de lemas. Ese mecanismo electoral (que autoriza a los candidatos del PJ a presentarse con sublemas separados, pero sin que el más votado sume los votos de los demás) dejaría a Menem casi sin ninguna chance de llegar al ballottage. En ese punto, los intereses del riojano parecen expresarse a través de otros dirigentes, como el senador Ramón Puerta. El misionero se negó a apoyar a Kirchner a pesar de los esfuerzos de Duhalde, que viajó hasta Misiones con alguna esperanza de sumarlo. Ahora está más cerca del menemismo, o por lo menos no tiene problemas en defender un sistema que favorece a Menem.
- Adolfo Rodríguez Saá: Después de un tiempo de ausencia en los medios –sus asesores defienden una táctica a la que llaman “entrar y salir”–, el puntano reiniciará esta semana su actividad de campaña. Todos sus aliados y dirigentes se reunirán mañana en San Luis para realizar un encuentro del comando superior del Movimiento Nacional y Popular, que impulsa la candidatura del ex gobernador. Allí se debatirá cómo salir a responderle al Gobierno, a Duhalde y a Kirchner, que con la propuesta de una “corriente renovadora” del PJ aspiran a competir por el votante antimenemista del PJ. Para Rodríguez Saá, la apuesta es de vida o muerte: sabe que para ganar la Presidencia –al igual que Kirchner– tendrá que aglutinar a los votantes que miran con antipatía a Menem.
A finales de la semana pasada, el “adolfismo” exhibió cierto optimismo por la bendición oficial a Kirchner, a quien consideran un candidato que no impacta fuertemente en la provincia de Buenos Aires. El principal recurso para desgastarlo será aprovechar la performance en las encuestas del ex carapintada Aldo Rico. El intendente de San Miguel encabeza las encuestas de intención de voto para candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Y tanto los menemistas –que intentaron seducirlo a través de Daniel Lalín– como el Gobierno, saben que Rico puede ser un obstáculo para sus planes. “Si pierde Kirchner, Rico será gobernador de la provincia”, analizó ayer un ministro que está alineado con el primero.
- Néstor Kirchner: En el entorno del patagónico se descubre bastante optimismo. La bendición que le otorgó Duhalde funcionó como un lanzamiento que lo colocó en el centro de la agenda. Pero lo más importante es que con la creación de una “corriente renovadora” del PJ, Kirchner logró resolver el dilema que lo acuciaba en los meses previos: cómo recibir el apoyo (económico y electoral) del duhaldismo sin perder al votante de perfil progresista porteño y de clase media. La alternativa de construir un espacio con “dirigentes jóvenes” ha sido una buena solución, opinan tanto los allegados a Kirchner como los dirigentes que ofician de nexos con el Presidente. Cerca de la Rosada hasta se descubre una euforia que parece anticipada: “Kirchner le va a ganar a Menem en la segunda vuelta”.
Por lo pronto, para aspirar a un triunfo, el patagónico aún debe designar al candidato a vice que lo acompañará en la fórmula. Ayer dijo que se tomará “dos semanas” para decidir, mientras que un funcionario conlealtades repartidas –entre Duhalde y Kirchner– informaba a Página/12 que la elección quedó restringida entre la terna compuesta por el secretario de Deportes Daniel Scioli, y los intendentes Julio Alak (La Plata) y Alberto Balestrini (La Matanza).
- Felipe Solá: El gobernador del principal distrito del país es un caso extraño para el Gobierno y para la interna del peronismo. Luego de la fuga de Carlos Ruckauf, Solá asumió la provincia dispuesto a pagar todos los costos. Claro que no faltó mucho para que pensara que podría aspirar a un beneficio, el de presentarse a la reelección. Tuvo que soportar la resistencia de los ultraduhaldistas “de paladar negro” y la impasibilidad del Presidente, que dejaba hacer. Pero últimamente Solá estaba conforme, porque Duhalde le había prometido que sería “el candidato a gobernador”. Eso fue hasta el viernes, cuando Chiche Duhalde sugirió por primera vez que podría competir por la gobernación bonaerense.
Con esos dichos volvieron las dudas de Solá, que se irritó profundamente por las declaraciones de la primera dama. “Si quieren internas con Chiche, las hacemos”, decían ayer desde La Plata. Preocupado por la amenaza de pelea entre el gobernador y la primera dama, un funcionario del Gobierno advirtió que eso podría facilitar el triunfo de Rico en la provincia de Buenos Aires. “La mejor fórmula sería Solá-Chiche”, concluía el portavoz del Gobierno, que sabe que el duhaldismo no puede perder de ninguna forma la elección provincial. De eso depende la supervivencia del jefe.
Subnotas