Mar 14.01.2003

EL PAíS  › EN UN CLARO RETROCESO INSTITUCIONAL, BRINZONI REIVINDICO A GALTIERI

Para el Ejército no fue un dictador

A contramano de la aplastante mayoría de la Argentina, el jefe del Ejército no sólo rindió honores a uno de los presidentes de la última dictadura sino que apenas lo presentó como parte de la historia y como un “soldado disciplinado”. Brinzoni, criticado de inmediato por los organismos de derechos humanos, omitió el papel clave de Galtieri en esa historia.

› Por Victoria Ginzberg

No importaron las violaciones a los derechos humanos. Ni siquiera que hace 21 años una comisión de las Fuerzas Armadas considerase que merecía ser fusilado por su incompetencia en la conducción de la guerra de Malvinas. La mejor descripción del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri que encontró ayer el jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, lo definió solo como “un soldado disciplinado”. Brinzoni habló en el Panteón Militar del cementerio de la Chacarita, al despedir los restos del “general majestuoso” que estaba bajo arresto domiciliario por la desaparición de una veintena de militantes montoneros a principios de la década del 80. “Actuó y decidió según sus convicciones. Su gestión ya está en la historia”, dijo Brinzoni. La reacción fue inmediata. Organismos de derechos humanos y diputados nacionales reclamaron la destitución del jefe del Ejército.
El texto del jefe militar, distribuido luego por el propio Ejército, revela que Brinzoni eligió las palabras con cuidado, quizá porque sabe que la sociedad argentina ya no tolera adulaciones explícitas a los dictadores ni a los represores. En el corto discurso que pronunció ante el cajón con los restos de Galtieri, prefirió dirigirse a la audiencia con eufemismos. Pero no hace falta ser un semiólogo para entender que la selección de frases nunca es neutral, y la falta de crítica a un dictador menos. No lo es, por ejemplo, calificar los años del terrorismo de Estado como “épocas de convulsión y desencuentros de la sociedad argentina”. Todo es más fácil de comprender si se recuerda que el mismo Brinzoni cuenta con una denuncia penal por su participación en la masacre de Margarita Belén, ocurrida en el Chaco mientras era secretario general de la intervención provincial.
El discurso completo de Brinzoni, que hizo subido a una tarima de madera, fue textualmente éste: “El Ejército despide hoy a uno de sus comandantes en jefe. En épocas de convulsión y desencuentros de la sociedad argentina, actuó y decidió según sus convicciones. Su gestión ya está en la historia. En estos últimos años, enfrentó con entereza las dificultades y cumplió como un soldado disciplinado todas las órdenes y las políticas institucionales dictadas por el Ejército. Que los acordes de la banda de Patricios lo acompañen en este último viaje y que Dios nuestro señor vele por la familia que él tanto amó. Señor teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, descanse en paz”.
En esta calculada despedida oficial, “dificultad” quiere decir el juicio en el que el juez federal Claudio Bonadío lo procesó por la desaparición de 18 militantes montoneros y con el que el dictador supo que haber escapado a una condena en el juicio a las Juntas y haber sido indultado por su actuación en Malvinas no significaba que la impunidad era eterna. Otra “dificultad” fue la imposibilidad de salir del país porque el juez español Baltasar Garzón había ordenado su captura internacional. O los escraches. O el proceso abierto en la Justicia italiana.
El capellán del Ejército Mario de Leone pronunció el responso. Los represores Albano Harguindeguy –ex ministro de Interior de la dictadura– y Jorge Anaya –jefe de la Armada durante la guerra de las Malvinas– rindieron homenaje al dictador. La guardia de honor del regimiento de Patricios formó en escolta alrededor del ataúd y la banda Tacuarí ejecutó las marchas militares.
Los organismos de derechos humanos reclamaron una vez más la destitución del jefe del Ejército.
“Los dichos de Brinzoni demuestran con claridad la reivindicación institucional del actual jefe del Ejército a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la última dictadura militar. Consideramos que el general Brinzoni, quien ha presionado al resto de los oficiales en favor de un emblocamiento corporativo, constituye un retroceso en la subordinación del Ejército a las reglas de la democracia y la vigencia de los derechos humanos”, asegura un documento común de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Abuelas de Plaza de Mayo, Centro de Estudios Legales y Sociales, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Servicio Paz y Justicia.
Los diputados Oscar González –socialista– y Marcela Bordenave –del ARI– pidieron también “la inmediata destitución” del jefe del Ejército. “Tal como afirmó Brinzoni –dijo González–, ‘la gestión de Galtieri ya está en la historia’: no sólo concitó el vigoroso repudio de la inmensa mayoría de los argentinos sino también la reiterada condena de la Justicia, tanto por torturas y asesinatos como por su participación en la guerra de las Malvinas, iniciada con el propósito de prolongar la permanencia en el tiempo de la dictadura que él conducía en ese momento.”
Bordenave afirmó que “no sólo es repudiable que una institución del Estado a través de su máximo responsable haga apología del delito, sino que es muy doloroso. Galtieri no recibía órdenes, las impartía: secuestrar, matar, torturar, hacer desaparecer, apropiarse de niños y mandar pibes a la guerra”.
Desde la Legislatura porteña, Abel Latendorf, del Bloque Piquete Socialista, señaló que las declaraciones de Brinzoni “expresan una vez más la política cómplice del Ejército como institución, encubrir y defender a los responsables y asesinos del genocidio que bañó al país de sangre a partir de 1976”. El dirigente del ARI Eduardo Jozami consideró “insultante” el discurso de Brinzoni, al que calificó como “una insubordinación frente al gobierno constitucional”.
Hasta el domingo a la madrugada, cuando murió por el agravamiento de un cáncer de páncreas, Galtieri consiguió conservar su grado militar, a diferencia de Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y los otros ex comandantes condenados en el juicio a las Juntas. Lo logró porque su sentencia de doce años por la guerra de Malvinas estaba apelada ante la Corte Suprema cuando recibió el indulto. Esta fue la excusa del Ejército, incluyendo la gestión de Martín Balza, para invitarlo a sus actos oficiales. Es también la coartada para que ahora el jefe de la fuerza dé a conocer a la sociedad, a través de lo que dijo, lo que sugirió y lo que no criticó, su opinión sobre la dictadura y los dictadores.

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