Jue 16.01.2003

EL PAíS  › SERRAT VISITO LA CASA DE LAS MADRES-LINEA FUNDADORA

“Es magnífico estar aquí, gracias”

Arremolinadas detrás de la puerta, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora esperaron ansiosas la llegada de Joan Manuel Serrat a su casa. El catalán participó en un recital destinado a recaudar fondos para comprar esa sede. Las Madres le agradecieron la coherencia durante tantos años y Serrat el ejemplo de lucha.

› Por Victoria Ginzberg

“Chicas, les tengo que decir algo: ¡Qué lindo que es!”, dijo la señora, sentada en una silla, y ya relajada, después de saludar al ídolo. Las demás mujeres que la rodeaban asintieron. Quien recibía los elogios era Joan Manuel Serrat y el escenario era la casa de las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. El Nano fue ayer a visitar la sede que él mismo ayudó a adquirir. “Es magnífico estar aquí”, dijo luego de escuchar un mensaje que le entregaron las Madres.
La cita estaba pautada para las siete y media. Un rato antes el departamento de las Madres ya estaba listo para recibir al cantante catalán, los sandwiches de miga y las masitas secas estaban en la mesa y las mujeres estaban arregladas y con las cámaras de fotos en mano. Cada timbre sobresaltaba a las habitantes de la casa hasta que, puntualmente, llegó El Nano. Sencillo, de jean, remera gris y zapatillas, saludó a todas las Madres y a Julio Morresi, el único Padre de Plaza de Mayo –como lo presentaron– presente en la reunión.
“Esta visita era una deuda pendiente. La última vez que estuvo en la Argentina le dije que tenía que venir a ver la casa. Y vino”, explicó Taty Almeida. El vínculo de Serrat con la sede de las Madres se formó cuando el cantante dio un recital en el estadio de Ferro al cumplirse 25 años del golpe militar de 1976. Allí también estuvieron Pablo Milanés, Víctor Heredia y Jaime Roos y la recaudación fue parte del fondo para adquirir la casa de las Madres-Línea Fundadora, que hasta ese momento se reunían en locales prestados por otros organismos de derechos humanos.
“Este es un espacio necesario para recuperar la memoria histórica, que es de todos”, dijo Serrat. El Nano no dejó de sonreír durante todo el tiempo que estuvo con las Madres y posó sin quejarse para las fotos para las que era requerido. Con interés, recorrió la sala del archivo, miró en el pasillo el mapa de la Argentina donde están señalados los más de 350 centros clandestinos de detención que existieron en el país durante la dictadura y se asomó a la sala de discusión.
–Acá es donde nos peleamos. Porque no siempre es fácil ponerse de acuerdo –le dijo Nora Cortiñas.
–Es la sala de la vida –le retrucó Serrat.
“La construcción de esta larga búsqueda tiene todos los instantes de nuestra conciencia; tiene memoria y la presencia constante de nuestros hijos desaparecidos. Los represores pensaron que ‘los mató el tiempo y la ausencia’ pero no imaginaron ‘que su tren vendió boletos de ida y vuelta’. Y a ese tren nos hemos subido desde hace 25 años. Y hemos recorrido el camino que soñaron nuestros hijos. Esta casa está enlazada a tu canto, a tu ‘verso a verso’. Ella es testigo y continente de esta Ronda diaria en el círculo de la Plaza de Mayo”, escribieron las Madres, con citas del mismo Serrat en una carta que entregaron al cantante catalán. El mensaje fue redactado con ayuda de varios hermanos de desaparecidos, que también estaban para recibir a Serrat. Después de escuchar estas palabras, El Nano pidió disculpas porque debía partir para el Teatro Gran Rex y Cortiñas, porque “te exprimimos como una naranja”.
Serrat dejó a las Madres satisfechas y convencidas de que los años lo conservaron buen mozo. El cantante se fue con un libro sobre las Madres, la carta y algunos afiches. Uno de ellos, con escenas del recital de Ferro de 2001, afirma que “a la casa de las Madres las compra el pueblo. Y la compró”.
El catalán, además, despertó en las mujeres algunos recuerdos. Unas se acordaron de la canción “La Montonera”, que Serrat escribió en los años ‘70 y que rescató David Blaustein en la película Cazadores de utopías. Otras contaron que Serrat les gustaba a sus hijos e hijas desaparecidos y revivieron la imagen de algunos casetes que los militares dejaron tirados después de un allanamiento y de un recital de los primeros años de democracia, cuando se acercaron hasta el escenario para entregarle un pañuelo blanco.

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