Sáb 18.01.2003

EL PAíS  › SEGUN EL JUEZ, ENTRE LOS IMPUTADOS POR EL ENCUBRIMIENTO PODRIA ESTAR EL AUTOR DEL HOMICIDIO

Todo queda en familia para los Belsunce

Página/12 encontró a varios de los imputados por encubrimiento en el hotel Sheraton de Pilar repasando detalles para las indagatorias que les tomarán hoy. Su situación no parece fácil. Según el juez Diego Barroetaveña, algunos de los ya imputados podrían ser autores o partícipes del crimen. Fuentes judiciales confiaron a este diario que las sospechas se centran en Carlos Carrascosa.

Por Horacio Cecchi y
Raúl Kollmann
“Si se incorporan nuevos elementos en la investigación, algunas de las personas acusadas de encubrimiento podrían ser consideradas autores o partícipes del homicidio.” Terminante, el juez de San Isidro Diego Barroetaveña rompió el silencio que se concentraba sobre el caso García Belsunce. En la resolución que firmó en respuesta a los pedidos de detención por encubrimiento agravado formulados por el fiscal Diego Molina Pico, el juez subrayó los agujeros negros del caso. El magistrado no hizo nombres. Pero su resolución trasluce que habría que profundizar la investigación sobre horarios, sobre quiénes y cómo descubrieron el cuerpo de María Marta y sobre los intentos por desviar la intervención policial, entre otros temas. Fuentes judiciales empapadas en el caso tradujeron la cuestión: “Todas las sospechas apuntan sobre el marido, Carlos Carrascosa, como partícipe del homicidio”. Una conversación con Nora Taylor, los intentos por evitar el acceso a la policía y la propuesta de cremar el cuerpo podrían, de profundizarse la investigación, girar del encubrimiento agravado al homicidio. A todo esto, ayer, Molina Pico comenzó las indagatorias que continuarán hoy. Pasaron frente a él John Hurtig, la masajista Beatriz Michelini y el médico de Paramedic, Juan Gauvry Gordon. A última hora de anoche, Página/12 ubicó a la familia en plena reunión para activar la memoria, en el Sheraton de Pilar, al mediodía, y por la noche, ocultos en un rincón de uno de los restaurantes del mismo hotel (ver aparte).
La primera en sentarse frente a Molina Pico fue la masajista. El trámite fue relativamente corto. Según surgió de fuentes judiciales, la mujer se negó a declarar. Según consta en el expediente, Michelini fue la segunda en ingresar al chalet, después de que Carrascosa le gritara por la ventana que María Marta se había resbalado en la ducha. Michelini fue la primera en iniciar el lavado de la sangre del baño –por lo que la acusa el fiscal–, por indicación del médico Juan Ramón Gauvry Gordon. La siguió en la ronda de indagatorias John Hurtig, medio hermano de María Marta. El fiscal lo acusó de haber ocultado el famoso pituto, tras el cónclave familiar que decidió arrojarlo por el inodoro. Hurtig declaró. Según su abogado, José Scelzi, “ha hecho las aclaraciones suficientes a los efectos de establecer su inocencia”.
Siguió Gauvry Gordon, el médico que revisó primero a María Marta, ordenó limpiar la sangre y consideró que la muerte era accidental. Su abogado, Gabriel Becker explicó que su cliente jamás pensó en que se tratara de un homicidio. “Qué muerte tan tonta la de esta mujer, cómo le digo a la familia”, aseguró que había sido el pensamiento de Gauvry Gordon. Según el abogado, Gordon siempre admitió que cometió el error de ordenar la limpieza, “para que los chicos y la familia no siguieran shockeados con el espectáculo”. También admitió que después pensó que le habían montado una escena.
Mientras circulaban los acusados, también circulaban las declaraciones del juez Barroetaveña a la radio La Red. Allí, el magistrado sostuvo que en su resolución “hay elementos que no resultarían suficientes para alguna detención, pero que llaman la atención. Uno se pregunta quién fue el primero en llegar a la escena del delito, cuánto tiempo transcurrió hasta que la instrucción se formalizó en 48 horas, que los rastros fueron borrados, que se instaló desde el principio el tema del accidente, cuando el escenario distaba mucho de serlo. Si se incorporan nuevos elementos, alguna de estas personas que están hoy por encubrimiento podrían caer bajo la sospecha de algún tipo de participación en el homicidio, ya sea como instigador, como autor o partícipe secundario o primario”.
Un investigador judicial aclaró a Página/12 las respuestas a esas preguntas, que en definitiva explican por qué las miradas se posan sobre la figura de Carrascosa: “El primero en llegar fue el marido. El fue el primero que instaló la idea del accidente, antes aun que el médico. Pero también –aclaró la misma fuente– hay testimonios que lo señalan hablando con Nora Taylor. En uno le decía que no quería que el cuerpo se quedara en la casa, que la inhumaran o cremaran. Otro testimonio asegura que le dijo a ella lo inconveniente de que cayera la policía en el lugar. Nora Taylor, según ese testimonio, intervino en las diligencias para que el patrullero no entrara al Carmel (ver aparte)”. Además, este diario ya publicó que existe una desgrabación de una conversación telefónica posterior en la que Carrascosa le dice a Nora Taylor “no digas nada, no comentes nada con nadie”. Estos datos no alcanzan por el momento para resolver más que el enigma del encubrimiento, pero aportan demasiadas preguntas sobre el crimen y los móviles.
Ayer, mientras se sucedían estos acontecimientos, Horacio García Belsunce (h), entre sus reuniones de estrategia (ver aparte) volvió a encontrarse con el periodismo, esta vez de mejor talante. Y volvió a hablar. Aunque escueto, no fue poco lo que dijo: “(La acusación de encubrimiento) no me pesa. Tengo la conciencia tranquila. No existe ningún tipo de encubrimiento. Yo fui el que más colaboró con esta investigación”. La sorpresa, que no podía faltar en el caso, ocurrió cuando le preguntaron por las sospechas que colgaban sobre el resto de la familia. “Yo respondo nada más que por mí”, dijo. Y se retiró a la reunión de los mnemotécnicos.

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