Jue 28.10.2010

EL PAíS  › APROXIMACIóN A LAS CAUSAS DE LA MUERTE DEL EX PRESIDENTE

Una reconstrucción probable

Los antecedentes de salud de Néstor Kirchner abren estimaciones entre los especialistas médicos. Expertos consideran que puede haber caído en el 0,6 por ciento de riesgo de que, tras la intervención de hace dos meses, la arteria se le haya vuelto a obstruir.

› Por Pedro Lipcovich

La muerte de Néstor Kirchner puede haber obedecido a un hecho improbable: caer en el 0,6 por ciento de riesgo de que, luego de una angioplastia cardíaca –como la que se le había efectuado hacía menos de dos meses–, la arteria vuelva a obstruirse. Este taponamiento habría causado un infarto cardíaco que, a su vez, habría provocado una arritmia, en la cual las fibras cardíacas pierden la sincronía que permite al corazón latir. La arritmia –según esta reconstrucción probable, que Página/12 efectuó con un especialista de la Fundación Favaloro– dio lugar a la denominada muerte súbita, aquella que se produce en no más de dos horas luego del infarto. La enfermedad de base que padecía el ex presidente era la aterosclerosis, que en febrero pasado se había manifestado en la carótida y, en septiembre, en las arterias coronarias. Por lo demás, “el hecho de que, pocos días después de la angioplastia, Kirchner haya concurrido a un acto masivo no tiene por qué haber perjudicado su salud”, observó el cardiólogo.

“Admitiendo que el diagnóstico final de lo que causó la muerte de Néstor Kirchner sea infarto de miocardio, puede haberse debido a que se tapó la angioplastia que tenía desde septiembre o a la rotura de una nueva placa aterosclerótica –precisó Oscar Mendiz, jefe de cardiología intervencionista de la Fundación Favaloro–; la opción más probable es la primera, ya que, si hubiera tenido otra placa, seguramente se la habría tratado en la misma intervención.”

La angioplastia –a la que Néstor Kirchner había sido sometido en la noche del 11 de septiembre– es una intervención por la cual, mediante un catéter que se inserta en la ingle o en la muñeca, se llega a la parte lesionada de la arteria, se la dilata y se deja allí un stent, un dispositivo para mantenerla abierta. “La oclusión brusca de una angioplastia es muy poco frecuente –destacó Mendiz–; sucede en menos del 0,6 por ciento de los casos por año, generalmente en las primeras horas, y efectivamente puede dar lugar a un infarto de miocardio.”

El infarto no necesariamente produce la muerte súbita, como se designa a la que se produce en menos de dos horas. “En general, la causa de una muerte súbita es la fibrilación ventricular, una arritmia de las fibras cardíacas, que puede ser desencadenada por un infarto. Por grande que sea el infarto, difícilmente provoque una muerte súbita si no produjo fibrilación. Y por eso se procura instalar desfibriladores en aeropuertos, estadios y otros lugares: para disminuir la probabilidad de que eventuales infartos causen muertes súbitas”, explicó el cardiólogo.

Además de la angioplastia, a Kirchner se le había efectuado, en febrero pasado, una cirugía de carótida: “No se trata de dos enfermedades distintas, sino de la misma enfermedad, aterosclerosis, que afecta las paredes de los vasos sanguíneos –puntualizó Mendiz–. Esta enfermedad no tiene cura, y su evolución a largo plazo depende de distintos factores, incluso de la suerte, pero también de que el paciente se cuide: que cumpla los controles, tome los medicamentos y, sin perjuicio de que pueda tener una vida agitada, haga actividad física programada. Suele suceder que los pacientes cumplan durante unos meses y después se olviden”, señaló Mendiz.

También “las situaciones de estrés predisponen la liberación de hormonas como la adrenalina, la suba de presión arterial o simplemente el olvido de tomar el medicamento”. Mendiz recordó que “el día en que cayeron las Torres Gemelas hicimos siete angioplastias a pacientes con infarto agudo de miocardio: la cantidad que habitualmente hacemos en un mes entero”.

En cuanto al hecho de que, pocos días después de la angioplastia, Kirchner haya participado en un acto público, “si bien llamó la atención en su momento, no creo que haya influido en la evolución posterior. Se recomienda cierta inmovilidad para que cierre la pequeña herida que se causó al introducir el catéter. Pero, salvo que se trate de una persona que hace esfuerzos físicos, se le permite al paciente que vuelva a trabajar al tercer día”, explicó Mendiz.

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