EL PAíS › CUATRO NUEVOS TESTIGOS RELATAN CóMO FUE EL ASESINATO DE FERREYRA
Tras declarar ante la fiscalía, Víctor Amarilla y otros militantes de Convergencia de Izquierda apuntaron contra Favale y otros miembros de la patota de la UF. Duras críticas a la actuación de la policía.
› Por Adrián Pérez
El cerco se cierra sobre Cristian Favale. El militante de Convergencia de Izquierda Víctor Amarilla anunciará hoy públicamente que el autor del disparo que mató a Mariano Ferreyra fue el barrabrava de Defensa y Justicia. Ayer, cerca del mediodía, declaró eso mismo ante la fiscal Cristina Caamaño. Página/12 dialogó con Amarilla y tres compañeros de militancia. Uno de ellos ubicó a “tres personas con armas en la mano” que “se encontraban entre Santa Elena y Perdriel, a mitad de cuadra”, escuchó “seis o siete disparos” que salieron del sector donde se ubicaba la patota liderada por Pablo Díaz. “La policía los dejó pasar, cuando la patota retrocedió le cubrió la retirada”, afirmó otro militante. Aunque estaba a treinta y cinco metros y no pudo reconocer a los miembros de la patota de la Unión Ferroviaria, describió que algunos iban vestidos con “uniformes con franjas verdes fosforescente”, otros con “ropa azul” y otros no llevaban uniformes.
El ex ferroviario José Tejeda, compañero de Amarilla en CI, confirmó lo que otros testigos ya habían denunciado: que las amenazas partieron, como las piedras y los palos, desde la línea de ferroviarios que se había apostado sobre la estación desde la mañana del 20 de octubre. “Cuando salimos de la estación de servicio Rhasa, al compañero Amarilla, que llevaba una bandera en la mano, comenzaron a decirle ‘Zurdo, hijo de puta, te vamos a reventar’.” Al cruzar el puente Bosch, los militantes de CI cerraban la columna encabezada por los ferroviarios tercerizados y acompañada por militantes del Movimiento Teresa Rodríguez y el Partido Obrero. Los piedrazos volaron desde el grupo encabezado por Pablo Díaz cuando los manifestantes intentaron subir a las vías. “La Policía Bonaerense nos disparó con balas de goma”, apuntó Tejeda.
Los militantes entraron a Barracas por un callejón del asentamiento ubicado a la vera del Riachuelo. Se concentraron en la esquina de Santa Elena y Luján. “Ahí organizamos una reunión de debate para ver cómo continuábamos. Había un cordón de la Policía Federal y la patota seguía arriba”, dijo Tejeda. Finalmente, decidieron desconcentrar. Se dirigían hacia Vélez Sarsfield y caminaron veinte metros cuando notaron que “los tres patrulleros que cortaban la calle habían desaparecido”. Los móviles policiales estaban estacionados cerca de la planta de Brassovora, en la esquina de Luján y Bosch y en Luján y Santa Elena. “Nosotros, que estábamos últimos, pasamos a estar frente a frente con la patota –contó–. Se nos vinieron encima con piedras y palos.”
Tejeda escuchó seis o siete disparos y le pidió a Amadeo, uno de sus compañeros, que se resguardara detrás de un auto rojo. En ese momento notó que en el grupo dirigido por Díaz había “tres personas con armas en la mano”. Aunque no pudo reconocerlos, sí identificó cómo iban vestidos. “La mayoría venía como diciendo ‘acá los echamos, los matamos’.” Sin embargo, los manifestantes hicieron retroceder a los agresores. En la esquina de Perdriel y Luján, a cinco metros de la calzada, Tejeda observó que un chico que no conocía comenzaba a pedir auxilio. Era Mariano Ferreyra. Como temblaba pensó que había sufrido un ataque de epilepsia.
Cuando el joven se cayó, después de tomarlo debajo del brazo, Tejeda encontró el balazo en el abdomen. Llamó al 911 para pedir una ambulancia. “No la traté muy bien (a la operadora), le tiré todos mis datos y me seguía haciendo preguntas.” Dos personas que estaban “muy bien vestidas” salieron de Chevallier para avisar que ya habían llamado a la ambulancia. Cuando la atención médica llegó, la ambulancia traía a Elsa Rodríguez y Nelson Aguirre, también alcanzados por los disparos. “El pibe que estaba herido en las piernas se corrió hacia adelante para que subieran al otro pibe, que estaba muy mal, se había orinado encima”, recordó Tejeda. Después de caminar una cuadra, él y sus compañeros recibieron la peor noticia: Ferreyra había muerto.
Amadeo Alarcón, también militante de CI, repartió responsabilidades entre las fuerzas de seguridad. “Cuando nos tiraron piedras desde las vías, la policía se puso a intermediar. Pero, cuando nos atacaron, la policía dejó liberada la zona –denunció–. Si seguía actuando como al principio, esto no pasaba.” Ramón Contreras, otro de los manifestantes, afirmó que si les llega a pasar algo harán responsables “a los funcionarios del Gobierno vinculados con la seguridad, la policía y las patotas”.
Cuando corría por la calle Luján hacia donde se encontraba el grupo de Díaz, Contreras alcanzó a ver, a unos cuarenta metros, “a un tipo que estaba en el medio de dos o tres”, al que “se le veía bien el brazo que lo sacaba y tiraba”, con un brazo “bastante musculoso”. Estaba sobre la calle Luján. El militante de CI asegura que escuchó tres o cuatro disparos, que el tirador estaba de perfil, como si se escondiera. “Los tiradores se encontraban entre Santa Elena y Perdriel, a mitad de cuadra”, describió Tejeda. “La policía los dejó pasar, cuando la patota retrocedió le cubrió la retirada”, agregó Contreras. Al igual que Contreras, Amarilla sólo pudo ver a un solo tirador.
“El Gobierno tiene que investigar hasta las últimas consecuencias”, porque “la mayoría de las tercerizadas que trabajan para el ferrocarril pertenecen al convenio de la construcción”, destacó Tejeda. “Empresas como Herso o Confer, que pertenecen a Roggio, las patrocina Gerardo Martínez, en acuerdo político con (José) Pedraza”, agregó. “Las patotas de Martínez vienen actuando impunemente desde hace tiempo –denunció–. Leguizamón y Cabrera son dirigentes de la Uocra que intervinieron nuestra seccional, en Lomas de Zamora; llevan los micros con patotas a todas las obras cuando consideran que hay alguien reclamando por fuera de sus imposiciones.”
Por último, Oscar Castro, miembro de la dirección de CI, señaló que “los compañeros están a disposición para declarar cuando la Justicia o la fiscal lo decidan”. Y adelantó, además, que junto a otras organizaciones sociales y políticas formarán una “comisión investigadora independiente” para “ir hasta el fondo” e identificar no sólo a los autores materiales, sino también a los autores intelectuales y políticos. Amarilla y sus compañeros de CI darán hoy una conferencia de prensa en el local del partido, en Estados Unidos 1603.
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