Mié 03.11.2010

EL PAíS  › OPINIóN

Un movimiento en ciernes

› Por Sebastián Etchemendy *

Cuando se van asentando la tristeza y la emoción después de la muerte de Néstor Kirchner, el líder que sacó a nuestro país de la debacle y simbolizó en la Argentina lo que fue el giro a la izquierda en toda América latina desde 2000, es el momento de los primeros análisis políticos. Hay un dato clave que marca su deceso y, sobre todo, la impresionante muestra de fervor popular posterior: ha surgido en la Argentina una poderosa y contundente corriente política nacional-popular y de izquierda. Una corriente que hereda las mejores tradiciones de ampliación de derechos y autonomía frente a los poderes internacionales que trajeron el yrigoyenismo y el peronismo, y retoma temas clásicos del imaginario socialista y progresista. El kirchnerismo es el partero de este movimiento, que por supuesto engloba hoy una parte central del partido, la juventud y el sindicalismo peronistas, pero que los excede en partidos como el EDE, de Martín Sabbatella, corrientes sindicales como el ala Hugo Yasky de la CTA, y en un importante conglomerado cultural, artístico y comunicacional urbano. La prematura muerte de Néstor Kirchner deja ese primer legado a nuestra democracia, algo que nunca pudieron construir el alfonsinismo o la vieja fracción renovadora del peronismo, pero que emerge con fuerza en el octavo año del kirchnerismo en el gobierno. No sostengo que esta corriente nacional-popular y progresista sea hoy mayoritaria en el país, digo que está organizada, y que, según se vio en estos días, tiene una representatividad social mayor que los grupos políticos y culturales que la componen.

¿Qué elementos centrales aportó el kirchnerismo para la construcción de este movimiento político que parece lanzarse al futuro a partir de la dolorosa muerte de su principal gestor? Por supuesto, políticas públicas como la fenomenal ampliación y recuperación del sistema previsional, la activación sindical, la ley de medios y muchas otras. Pero hay tres factores últimos y esenciales que el kirchnerismo trajo a la vida política Argentina desde 2003, y que son clave para entender el movimiento en ciernes:

1 Frente a la derecha y al establishment, como se ha mencionado mucho en estos días, el kirchnerismo significó centralmente la recuperación de la autonomía de la política. El Estado, encarnando el poder político emanado de las urnas, puso límites al mercado y sectores empresarios, a la Iglesia, a la gran prensa, a los organismos financieros internacionales, a la corporación militar. Ninguna corriente política emancipatoria se puede siquiera concebir sin este retorno de la política.

2 Frente a una izquierda testimonial que alberga una visión de la política como un escenario del Far West, donde los malos sólo habitan zonas lejanas y depredan recursos naturales, o frente a un “progresismo” republicano de buena pluma y ONG que invoca a los pobres pero detesta a sus organizaciones, el kirchnerismo se propuso nada menos que incidir en la disputa por el poder real. Para ello no dudó en armar alianzas tácticas complejas, pero tampoco en enfrentar factores de poder cercanos y tangibles, nunca antes tocados en democracia.

3 El kirchnerismo reorganizó desde arriba, políticamente, la clase trabajadora fragmentada y castigada por años de neoliberalismo. Sindicalismo, movimientos sociales y referentes territoriales, la base organizativa del kirchnerismo, convergieron para respaldar una política inclusiva que revertía importantes legados de los años ’90.

Es muy posible, entonces, que estemos en los albores de un movimiento nacional-popular y de izquierda nuevo y duradero en la Argentina, hoy liderado por Cristina Fernández de Kirchner. La genética que aportó el kirchnerismo, en términos de recuperación de la autonomía de la política frente a las corporaciones, de incidencia en las disputas de poder real frente al progresismo de cuño testimonial o liberal, y de reunificación organizativa de la clase trabajadora fragmentada por años de neoliberalismo, son elementos esenciales para seguir consolidando este movimiento en el futuro.

* Director de la Maestría en Ciencia Política, Universidad Torcuato Di Tella.

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