› Por Juano Villafañe *
Hace muchos años que la sociedad no vive una distribución de bienes simbólicos, culturales y materiales del nivel que vivimos en estos días los argentinos. La puja distributiva cubre todos los sectores. La discusión se instala con los convenios colectivos de trabajo, con las jubilaciones, con las utilidades que generan las grandes empresas, o en el terreno cultural con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El estado distributivo, lo conquistado, lo que se piensa conquistar, establece un deseo por llegar al horizonte, producir un asalto de lo posible y también de lo imposible. Esta naturaleza de lo alcanzable e inalcanzable, esta dialéctica del deseo de lo real y el deseo del sueño se conjugan como nunca en la política.
El impacto distributivo cubre todos los estados. Nunca han circulado imágenes, metáforas, pensamientos críticos con la velocidad y el volumen actual. Hoy los símbolos atraviesan todos los sectores sociales y todas las representaciones. Las potencias de uso de los símbolos cruzan los valores de las palabras que también se cotizan en todos los sitios. Se distribuyen potencias de usos y valores en los discursos reales y virtuales. Existe un estado poético de la política. La poesía ya no se representa a sí misma sólo por el núcleo duro del lenguaje metafórico, la poesía ha pasado también a tener un “afuera” mucho más claro, un estado civil, un estado popular.
La muerte de Néstor Kirchner no clausura su discurso político. Pocas veces una despedida ha generado una expansión utópica de tal dimensión movilizando la sensibilidad popular, intelectual y cultural. Pocas veces las palabras se representan a sí mismas como actos políticos y poéticos. Pocas veces una multitud interpela a la historia, a todos nosotros y todos nosotros también podemos ser la multitud. Como generación nunca pensé que podía sentirme dentro de una gran cola de ciudadanos para una despedida viviendo el conflicto moderno con estas dimensiones, de sentir la tensión moderna como parte de un nuevo subsuelo que brota revelado, entre los humildes, las clases medias y los jóvenes argentinos. No pensaba que podía llegar a ser parte de una historia que se construye también como presente absoluto. Porque el conflicto de la transformación sigue siendo para los argentinos un problema moderno en los presentes movilizados. Y esta tensión la logró instalar Néstor Kirchner con una dinámica asombrosa.
Los impactos de las poéticas en la sociedad pocas veces adquieren la visibilidad que puede reconocerse hoy por parte de todos los que nos sentimos creadores de imágenes, de ensayos, de obras artísticas, de bienes culturales. Pocas veces el conjunto del núcleo social de la cultura adquiere tanta representación, tanta movilización solidaria alrededor de un proyecto popular. Pocas veces uno puede sentirse protagonista en la entrega y en la devolución popular. Pocas veces lo bello individual pasa al espíritu público casi sin escalas. Pocas veces una despedida trae a la vez esperanza, certeza, compromiso, militancia para profundizar las transformaciones o la política como estado de lo poético.
* Director artístico del Centro Cultural de la Cooperación.
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