EL PAíS › LA INVESTIGACIóN JUDICIAL POR EL CRIMEN DE MARIANO FERREYRA
Las pruebas y los testimonios recogidos en la causa indican que la patota de la Unión Ferroviaria usó dos armas calibre 38 y una 22. Se supone que fueron disparadas por Cristian Favale, Gabriel Sánchez y Guillermo Uño. El dirigente gremial más comprometido es Pablo Díaz.
› Por Irina Hauser
Durante el ataque de la patota de la Unión Ferroviaria (UF) a los militantes y trabajadores tercerizados de la ex línea Roca que terminó en el asesinato de Mariano Ferreyra se usaron por lo menos tres armas, dos calibre 38 y una calibre 22. Tres son también los principales sospechosos de haberlas accionado, o al menos haberlas tenido en su poder: el barrabrava de Defensa y Justicia Cristian “Harry” Favale, el ex barra de Racing Gabriel “Payaso” Sánchez y el empleado ferroviario Guillermo Armando Uño. Un cuarto personaje, Juan Carlos Pérez, portero del taller de Remedios de Escalada, aparece señalado como quien habría recogido las armas para llevárselas del lugar. Todos estos datos se desprenden de las pruebas recopiladas hasta el momento en la causa a cargo de la jueza Wilma López y la fiscal Cristina Caamaño, y de las imputaciones que les exhibieron a los detenidos al ampliar su declaración indagatoria.
Hasta ahora, la Gendarmería y la Policía Federal realizaron dos pericias balísticas sobre seis proyectiles: cuatro son de una 38 (tres serían de la misma arma, pero la cuarta tiene estrías diferentes); las otras dos son de un calibre 22. Una de las balas analizadas es la que mató a Mariano. Otra es un fragmento de la que se incrustó en la cabeza de Elsa Rodríguez. Las demás fueron halladas en el suelo. La detección de al menos tres armas coincide con las declaraciones de los testigos. Los estudios balísticos, de todos modos, aún no concluyeron. Nelson Aguirre, por ejemplo, aún tiene un proyectil alojado detrás de la rodilla.
Del expediente –cuyo secreto de sumario acaba de levantarse– surgiría que cinco testigos apuntaron a Favale como posible autor del disparo mortal. Al menos dos describen a alguien coincidente con el Payaso Sánchez disparando desde la vereda y otros dos señalan a Uño, incluso como encargado de repartir armas entre los matones. A Pérez dicen haberlo visto juntando las armas tras la balacera. El relato de un testigo de identidad reservada cierra la escena: dice que, después de los disparos, suena el handy de Pablo Díaz –el delegado ferroviario acusado de reclutar la patota–, quien anuncia que lo estaba llamando Juan Carlos Fernández, el tercero en la línea jerárquica de la UF, y que le habría ordenado que abandonaran el lugar. Ahí es cuando Pérez, según esta versión, junta las armas que le habrían entregado Sánchez, Favale y Uño, luego de comentar: “Negro, le dimos”. No está claro aún quién fue el autor material del crimen.
Los imputados admiten su evidente participación en el ataque, pero todos niegan haber llevado armas. Según Favale, Sánchez fue el autor de los disparos y lo vio llevar un revólver 38 a un Ford Focus color champán. Pérez dice que oyó estruendos detrás suyo, y que al darse vuelta se topó con Harry Favale, a quien tenía visto del acto de Hugo Moyano en River y de los pasillos de Remedios de Escalada. Favale y Uño no vieron nada. Díaz, que volvió a ser indagado ayer, tampoco (ver aparte).
En la segunda ronda de indagatorias, los acusados se enteraron de qué les imputa el juzgado: “Haber integrado una organización formada con el propósito de impedir a un grupo de manifestantes que cortasen las vías del ferrocarril ex línea Roca, utilizando para eso violencia física sobre personas, efectos contundentes y armas de fuego”, de lo que resultaron un homicidio y heridas a tres personas. Los abogados defensores suponen que la calificación legal será asociación ilícita, aunque algunos no descartan que sea homicidio agravado por la participación de dos o más personas, con la complicidad de dirigentes ferroviarios.
En busca de pruebas sobre la organización y la finalidad del ataque a los tercerizados, la jueza y la fiscal hallaron algunos elementos elocuentes en los allanamientos. En la UF incautaron dos bastones policiales (tonfas), uno marca Tech Police y otro Atributos Lanús, ambas firmas proveedoras de la policía. En las dependencias de la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (Ugofe), en Constitución, había medio centenar de balas de punta hueca (están prohibidas), de punta roma y comunes.
Díaz es hasta ahora el dirigente ferroviario más comprometido en la causa. Pero hay otros nombres en danza, cuyo rol está en bajo análisis, desde el Gallego Fernández hasta el propio José Pedraza, titular de la UF. Cuando testificó, Pedraza admitió que sabía de la movilización y dijo que le avisó al secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, un día antes. Y apuntó al “Gallego”: dijo que siguió los acontecimientos conectado con él, a quien –todo indica– reportaba Díaz.
A Díaz también lo mencionaron los jefes policiales al brindar una declaración inicial, en la que curiosamente omiten decir qué hicieron en el momento clave. Por ejemplo, Luis Osvaldo Mansilla, jefe de Control de Líneas de las Superintendencia Federal de Transporte, alude a un “primer enfrentamiento verbal” entre la patota ferroviaria y los tercerizados; luego dice que como los matones de la UF tiraron piedras, “hicimos cesar sin violencia la incidencia”. “El grupo de izquierda” (sic), agrega, se alejó unos 300 metros y se quedaron hasta las 13.50. “En ese momento bajan por Luján y Santa Elena los ferroviarios”, relata, y ahí “veo a Pablo Díaz dando directivas y más tarde tomo conocimiento de los lamentables hechos”. Qué hizo en el ínterin, es un misterio.
El papel de la Policía (Federal y Bonaerense) es otro de los ejes de la investigación, ya que se trata de determinar si liberaron la zona o si actuaron con negligencia.
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