Dom 12.12.2010

EL PAíS  › EL DEBATE SOBRE LO QUE VIENE A PARTIR DE LA FRACTURA DE LA CTA

La hora de dividir los bienes

Está en discusión qué sector se queda con el sello legal de la Central y hay inquietud sobre el impacto de la ruptura en los gremios que la integran. Hugo Yasky reclamará la personería para su espacio. Pablo Micheli asumirá como “secretario general” el martes.

› Por Laura Vales

Mientras la Lista 1 prepara el acto con el que el martes, frente al Ministerio de Trabajo, pondrá “en posesión del cargo como secretario general de la CTA” a Pablo Micheli, la corriente que encabeza Hugo Yasky presentará un recurso ante la misma cartera, reclamando para sí la personería jurídica de la organización. Tras la fractura, las dos conducciones se meten en la pelea por lo institucional, incluido el uso del edificio de la sede de la calle Piedras. Comienza a asomar además el debate que más cuenta: el de cómo afectará la ruptura a los sindicatos que hasta ahora tenían en la Central un paraguas, y si la debilidad que implica la fractura llevará a un retroceso en la vida gremial de sus afiliados.

Roberto Pianelli es una de las figuras del nuevo sindicato del Subte, que en la última década marcó camino como modelo de un nuevo gremialismo. Su organización entró a la CTA días antes de las elecciones del 23 de septiembre, buscando justamente una mayor protección en su disputa con la cegetista Unión Tranviarios Automotor. Tras el ingreso a la CTA, Pianelli integró como candidato la lista de Yasky. “La característica de los últimos años, sobre todo para los trabajadores del sector privado, fue que dimos la pelea desde cada gremio”, dice el dirigente. “Actuamos en forma individual, tuvimos paritarias en forma permanente y eso permitió mejorar nuestras condiciones. La CTA, en ese sentido, no ha sido tan determinante y por eso no habría que hacer alarmismo. Pero lo que es evidente es que esta ruptura nos debilita cuando hay buenas perspectivas de mejorar condiciones colectivamente, porque es un momento de crecimiento económico, es un momento histórico en el que hay posibilidades reales de acceder a otro nivel de vida.”

Desde la Lista 1, Carlos Chile, titular de la CTA Capital, hace una lectura menos optimista. “Creo que vamos a iniciar un proceso de ensayo”, advierte. “Los gremios de la Central no están preparados para bancarse una ruptura, porque no tienen la lógica de la izquierda tradicional. La CTA fue construida desde la cultura de la unidad. Entonces estamos frente a temas que no sabemos cómo se van a resolver. Por ejemplo, hay compañeros docentes que están la Lista 1 y compañeros docentes que están en la lista 10. La dialéctica perversa que nos llevó a la ruptura, ¿se va a extender a los gremios? ¿Se va a fracturar la Ctera? De la misma manera, hay judiciales que están en la Lista 1 y otros que están en la 10. ¿Se va a fracturar también ATE? Son preguntas para empezar a hacerse. No es tan simple nuestro problema, porque la CTA no es una federación de sindicatos: nuestro caso no se resuelve como en la CGT, que ante una pelea arma la CGT celeste y blanca. Es más complicado, creo que estamos metiéndonos en un territorio difícil. Nuestra fractura no es estructural sino política: coexisten dentro de la Central dos proyectos políticos. Y esa fractura no se resuelve desde lo estructural.”

En la pelea por quién se queda con la personería, una de las ideas tiradas al ruedo es la de una posible compulsa de afiliados. La CTA de Yasky tiene como integrante de mayor peso a la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera). Desde allí aseguran además tener una fortaleza entre el sector privado. Ponen en su haber a la Federación de Trabajadores de la Industria (Fetia) y a un conjunto de sindicatos como los trabajadores del neumático y el Subte, los empleados de las refinerías de maíz y de la Industria del Cine, los motoqueros de Simeca. Entre los estatales, además de la Ctera, cuentan con una parte de los judiciales bonaerenses, los universitarios de la Conadu y sectores minoritarios de la Asociación de Trabajadores del Estado. Entre los movimientos territoriales están organizaciones que apoyan al kirchnerismo, como el Frente Transversal, Segundo Centenario, el Movimiento de Unidad Popular y Octubres, entre otros.

En la otra vereda, la CTA de Micheli tiene como eje a la Asociación de Trabajadores del Estado. Además, cuentan con la Conadu histórica, la asociación de judiciales porteños, los agentes de propaganda médica, la Unión de conductores (choferes) Ucra, los telefónicos del Cepetel, la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (Uala). El Movimiento Territorial de Liberación que lidera Chile y el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos son su eje en lo territorial.

“La idea de una eventual compulsa está abierta”, aseguró Roberto Baradell (Lista 10) a Página/12. “Si es necesaria para reclamar la personería, nosotros la vamos impulsar porque no tenemos dudas de que somos mayoritarios.” Baradell apuntó que la compulsa podría hacerse con los sindicatos y movimientos que volcaron sus padrones enteros a la CTA, aunque obviamente sería mucho más dificultoso medir las adhesiones en los gremios que quedaron partidos por la interna, que no son pocos. Y está además el tema de los afiliados directos, que tendrían que expresar de manera individual su voluntad.

Para Ricardo Peidro (Lista 1), la compulsa no tendría sentido. “Acabamos de compulsar en la elección”, consideró. El dirigente estimó que, en el caso de los gremios que quedaron partidos entre las dos listas, “va a resolverse en la medida en que vayan realizando sus propias elecciones internas”. El acto de la Lista 1 frente al Ministerio de Trabajo se realizará el martes a las cuatro de la tarde, con la presencia de los secretarios generales de las CTA provinciales de la lista de Micheli.

El Ministerio de Trabajo será la primera instancia de la disputa por el reconocimiento legal como CTA que cada línea reclama para sí. Agotado el camino administrativo, luego el conflicto pasará a los tribunales. Al mismo tiempo, y a pesar de las declaraciones de guerra que cruzan en cada aparición pública, unos y otros admiten que el factor determinante no se jugará en el ministerio ni en los juzgados, sino en las presidenciales del año próximo. La cambiante dinámica política del país, siempre difícil de predecir, es la que marcará tanto el grado de la ruptura como la posibilidad de reagrupamientos.

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